VIAJE EXTRAÑÁNDOTE No. 01
VIAJE EXTRAÑÁNDOTE No. 01
Por Martín Borboa Gómez
AZCAPOTZALCOGRAFÍA.
Acompañado de un café capuchino aquí en Azcapotzalco, me animo a escribirte esto mi amor, no se si servirá para bien o para mal, por las noticias que aquí te comparto.
En este mundo es difícil que dos personas tenagn la oportunidad de conocerse, se interesen una en la otra, se abran y se amen, vivan experiencias juntos, y luego por cualquier cosa, pueda tener diferencias que empañan la armonía.
Tú y yo, últimamente mi amor, hemos tenido diferencias por cosas en mi opinión mínimas, pero me parece que para ti no son pequeñeces. Pero como para mi si lo son, he llegado a pensar que entonces lo que en verdad te incomoda es otra cosa, pero no te atreves o no te animas a decirlo con todas sus letras, y entonces, las molestias o incomodidades silenciadas, te hace reclamar de otros temas que no son precisamente lo que en verdad te molesta.
Me reclamas si me obsequias una cosa y luego no sé donde la dejé, como si no tuviera yo derecho a olvidar dónde lo puse. No vivimos juntos, y no sabes el tamaño de desorden que tengo en mi casa, ya que siempre estamos en la tuya, no has querido venir a la mía, y eso que llevamos años de relación. Es tu manera de presionar para que cuando haya que decidir vivir juntos en una sola casa, definitivamente sea la tuya. No me opongo a tu plan, pero el caso es que ignoras mi situación.
No conoces mi desorden, pero de todas formas tú reclamas. Te digo que no voy a ordenar mi casa pronto, y de todos modos tú sigues dándome cosas, para pedirme días o meses después que te las muestre, y como olvido dónde las puse, nuevamente el reclamo, enojo, y aun enfrente de la gente, tú te dejas ir con todo en la protesta.
Eso, entre otras cosas.
De modo que no han sido los mejores días estos últimos meses. Si le sumo mi mala circulación en la pierna izquierda, las tensiones económicas por mi largo desempleo, las molestias que provoca mi vieja hernia, la deuda que ya tuve que contraer para que me alcance el dinero, pues metido en todo eso, saber dónde está el último detalle que me obsequiaste, no tengo cabeza para recordarlo.
Tengo que ir sacarme un ultrasonido de la pierna para explorar la vena profunda, tengo que buscar opciones herbolarias para no tomar tanto medicamento industrial, y aun sabiendo tú todo esto, decides obsequiarme algo, lo pongo en mi casa, y luego como si fuera examen dices: ¿ya encontraste lo anterior? ¿Ya te acordaste dónde lo dejaste o ni alcanzó a llegar a tu casa?
La insinuación no quiero ni explorarla.
Sonará muy egoista, pero mi salud me interesa mucho más que el paradero de un obsequio que puse en mi casa y simplemente no sé donde lo puse. Todo está revuelto ahí, me la paso en la calle, en citas con doctores o en tu casa. ¿A qué hora esperas que escombre?
Se perfectamente donde puse mi última radiografía, las últimas medicinas y la última receta. Pero no tu último regalo.
Ando preocupado, distraído, y justo ahora me aplicas tu programa: me regalas, me preguntas y me reclamas.
En fin. Quizá así justo te gusta. A mi no.
Mientras tanto, y escaso de dinero, te quiero anunciar que me ha salido la oportunidad de ir un mes de viaje a Argentina.
Un mes.
Ya pedí otro préstamo al banco. Espero que cuando "papá gobierno" me asigne por fin una ayuda a mis sesenta primaveras y le dé luz verde a mi pensión, por fin me recupere financieramente, y pueda librarme de mis deudas.
Pero por ahora, solo las estoy haciendo más grandes.
Este viaje a Buenos Aires no quiero dejarlo pasar. Mi hija de mi extinto matrimonio se irá para allá y quiero acompañarla, estaremos distanciados por tiempo indefinido, y creo que ver como inicia ella una nueva vida, me dará un respiro de la monotonía de la mía.
Poco te he dicho sobre esta hija, mucho te he dicho de mis deudas y achaques, mucho me has reclamado últimamente, y siento que irme a este viaje te caerá de perlas o te dará lo que falta para que te deshagas de mí.
No lo creo porque entre otras personas, también te debo dinero a ti.
Pero justamente por eso, este viaje que pienso hacer a Argentina, te va a sentar fatal. Y a nuestra rasposa relación de estos días, le caerá peor.
Pienso pedirte que vayas a mi casa a regar mis plantas, y de paso te convenzas de que mi tiradero es auténtico. Espero que no sea tan mala idea. De todas formas dudo que así vayas. No quieres poner un pie en donde viví ese matrimonio.
Las plantas puedo dejarlas en el patio a que les caiga lluvia, pero si normalmente están adentro, es obvio que son de resolana o de sombra. Así que o te pido el favor, o me despido de ellas.
Macetas tan grandes quizá solo con una mudanza podría llevartelas, pero la verdad, para un mes, no voy a gastar en mudanzas.
En fin.
Ahora que la gente está de fiesta, saliendo de haber dado el grito patriótico septembrino para alistarse a dar el grito de terror noviembrino en sus festejos de muertos, (es decir, abundancía de estrés, ajetreo, reuniones), y yo solo paso de una dolencia a otra, de un análisis a una radiografía, a un ultrasonido, a la resonancia magnética, de ahí al dentista, todo en un mismo año, caray, y de gasto en gasto.
Y contigo... solo paso de un reclamo a otro.
No pensé nunca ir a Buenos Aires, y ahora la idea es lo que mejor pinta en mi futuro cercano. Agradezco a mi hija que eligiera el destino, el momento y lo lejos.
Ojalá no tuviéramos que despedirnos tú y yo en estas circunstancias mi amor.
Será un mes. Ojalá sirva de algo a nuestra relación, o a alguna decisión que tuvieras que tomar y que no me has compartido, y que solo me expresas con toda claridad las molestias que yo te provoco hasta por dejar unos chocolates, mis chocolates, quien sabe dónde.
Yo te quiero y pienso que todo esto es una mala racha. Igualmente yo espero que este viaje haga crecer mi fortaleza, mi tranquilidad, haga más frecuentes mis sonrisas, y mi suerte crezca, que pronto mis finanzas mejoren, pague mis deudas, mis achaques se esfumen, y pueda por fin escombrar mi casa y hallar tus regalos para invitarte a mirarlos, todos juntos y localizables.
Bueno, si no quieres ir a mi casa, te los llevo y demuestro que siempre estuvieron escondidos en mi casa.
Caray mi amor, no pienso extrañar tus reclamos. Pero a ti si te voy a extrañar. Aun no me voy y solo quisiera besarte, abrazarte.
Te mandaré fotos de mi viaje, te contaré de ella y de mí.
Seguro te voy a extrañar, estoy seguro de quererte mucho, por eso ya me duele irme.
Ojalá a ti te duela un poco tanto reclamo que nos ha opacado tantas tardes, tantas llamadas, tantos momentos. Por el tiempo perdido y por el tema tan superficial.
Bueno, yo así lo veo.
Me voy en un mes. Y me voy por casi 30 días.
A ver qué pasa mi amor.
Lo único que tengo seguro es que quiero ir y que te voy a extrañar.
Saludos y un beso mi amor desde el "Café Eskaparate" en el pasaje comercial "Reforma", en el edificio San Antonio, del centro de Azcapotzalco, Cdmx, con mesas todavía con adornos patrios.
Acudí a este lugar, porque aquí venimos cuando todavía hace meses pude darte bocaditos de pastel en la boca, y pegarme a tu mejilla dándote un largo beso mientras masticabas. Antes de que comenzaran las lloviznas, truenos y tormentas en nuestra comunicación.