UN RECUERDO TRÁGICO, SISMOS DE 1985 Y 2017 (Parte 1)

 UN RECUERDO TRÁGICO, SISMOS DE 1985 Y 2017

(Parte 1)

Por Vickynela 

Esos amaneceres de septiembre se apreciaban normales, pero para la gente que sabe los secretos de los antepasados, sabían que el rojo del cielo y las luces como auroras boreales desde un día antes y en varias partes de México no profetizaba nada bueno. El 19 de septiembre de 1985, a las 07:19 horas, se registró un sismo de 8.1 grados con origen en las costas de Michoacán y Guerrero con duración de 4 minutos, afectando a la Ciudad de México, en ese entonces D.F.  No conforme con ello la tierra volvió a sacudirse el día siguiente a las 19:38 horas con una magnitud de 7.6 grados.

Surgieron los heroicos TOPOS, las reglas de construcción que hoy en día muchos no acatan, los simulacros y se conocieron cientos de historias increíbles, coincidencias y milagros como los bebés sobrevivientes. En el noticiero “hoy mismo” la conductora Lourdes Guerrero, trató de contener al público pero fue imposible. Jacobo Zabludovsky fue el único posibilitado que nos dió imágenes desde su información, con sus palabras entrecortadas y sus emociones a flor de piel.

El terremoto trepidatorio y oscilatorio se llevó la vida de miles de personas, dejó un profundo dolor y miedo de por vida. En solo tres minutos la devastación se hizo evidente, no había ningún servicio, había fugas de gas, incendios, decenas de colapsos, no había señal de teléfono, televisión ni radio.

Décadas después, el 7 de septiembre de 2017, a las 23:49 horas, se registró un sismo de magnitud 8.2, epicentro localizado en el golfo de Tehuantepec, al suroeste de Pijijiapan, Chiapas, en el Golfo de Tehuantepec, el de mayor intensidad registrado en México, el estado de Oaxaca y Chiapas fueron los más castigados.

Sin esa tragedia superada del día 7, unos días después el 19 de septiembre, a las 13:14 horas, se vuelve a registrar un sismo con magnitud 7.1 y  epicentro al noroeste de Chiautla de Tapia, Puebla a una profundidad de 51 km. Fue golpeada la CDMX, Morelos, Puebla, EDOMEX, Guerrero, Oaxaca y Tlaxcala.

En todos estos terribles desastres, hubo destrucción, dolor, terror e indiferencia del gobierno, la población organizó brigadas de auxilio para rescatar sobrevivientes bajo los escombros, recuperar cuerpos, curar a los heridos, apoyar a los rescatistas y damnificados. El corazón de México se volcó en donaciones para las víctimas y recibimos apoyo de otros países. Pero no toda la ayuda llegó a sus destinatarios y fue quedando en manos ajenas, en tianguis para la venta y en despensas de campañas políticas.

Como homenaje a esos héroes, víctimas, difuntos, dolientes y para que no se olvide, comparto lo que varias personas me contaron desde sus recuerdos y su vivencia, GRACIAS a todos ellos:

“Del 85, solo recuerdo que me alistaba para ir a la escuela, al sentir el movimiento mi mamá nos puso en el marco de la puerta hacia afuera… No recuerdo mucho, tenía como  seis años, mi mamá sí estaba muy asustada… Y en el sismo del 2017, estaba en la oficina, en el sur, Pedregal, los escritorios se movían mucho, no podías caminar para recorrerte a una zona segura, se voltearon monitores, se cayeron revistas de los anaqueles, tronaban los cristales de las ventanas, realmente creo que era tanto el estrés de ese día que aun con el movimiento no supuse nada, ni sentí tanto miedo…Creo que estaba en shock. Nos desalojaron, nos quedamos como dos horas afuera del edificio… en la lateral extrema de periférico ya se estaba congestionando, más tarde, ya adentro del edificio por las ventanas se veía Periférico parado, gente caminando sobre el arroyo vehicular tratando de avanzar al sur… no había paso para allá por la caída de un puente en periférico”, " solo quería terminar de trabajar para irme a casa por todo lo que escuchaba en los medios”.  Rubí Enríquez R.

 

“...estaba trabajando en el Hospital de Perinatología en Lomas Virreyes, estaba bañándome cuando sucedió el sismo del 85, mi hermana y mi mamá estaban desayunando, corrieron y se pararon en la puerta a la entrada del baño… se sintió muy fuerte el movimiento… sin imaginar lo que después vería… vivía en la zona de la villa, ahí todo estaba bien, tomé un camión que me dejó en Tlatelolco, porque no había paso más allá, tuve que caminar hasta Reforma, a partir de ahí comencé a ver la magnitud del sismo… las consecuencias de ese devastador movimiento se vió en vecindades destruidas, construcciones a punto de caer, incendios y nubes de humo y polvo, todo mi camino vi personas gritando en las ventanas de sus casas para que alguien les ayudara, gente en la calle en shock, alteradas, gritando y llorando… Había ambulancia pero no vi patrullas, había gente ayudando…. parecía que habían caído una bomba, cada paso que dabas tronaban las piedras y los cristales, cerca de la Alameda Central estaban colapsados los famosos hoteles Regis, el Prado y entre otros, había turistas que estaban sentados en la alameda a la orilla con sus maletas, no sé cómo lograron bajarlas, sin embargo mucha gente se había quedado dentro de los lugares destruidos… No sabía que hacer solo quería llegar a mi trabajo, creo que estaba en shock, cuando llegué a Reforma camine hacia Chapultepec… le platiqué a mis compañeros lo que vi, muchos no sabían lo que ocurría afuera ya que no había comunicación ni los medios de información de hoy… No me creían hasta que ellos mismos vieron la devastación que causó.

Ya para el 2017 estaba trabajando en el Hospital de Traumatología de Tlalpan, al oír la alarma corrimos hacia el lugar asignado como espacio seguro, sin embargo tenía que atravesar todo el hospital… en todo el camino se caían plafones y pedazos de yeso, polvo…llegue a la puerta que era eléctrica y salí junto con cuatro personas más que detuvimos la puerta con fuerza, la puerta se cerró y nadie más pudo salir, lo bueno es que no pasó a más, estábamos llenos de polvo y muy asustados”. Miguel A. González.

 


“En 1985 yo asistía a la Preparatoria y justo a la hora del temblor, bajé del camión para caminar hacia mi escuela… me quedé afuera de un edificio hasta que se calmara mientras las personas salían en pijama del edificio todas espantadas… muy fuerte se sintió… mi escuela está en Santa María la Ribera, llegando al plantel no nos dejaron pasar… no había transporte, caminamos con compañeros hacia la Calzada San Cosme… había policías que no dejaban pasar porque un edificio tenía fuga de gas y hubo derrumbe, el regreso a casa fue caminando y muy triste se sentía miedo desolación en el ambiente… Tardamos casi un mes para poder regresar al plantel… en ese lapso iba con unas amigas a su casa vivían en la calle de Mina… se escuchaban sirenas de ambulancias … lo que llevaban eran cadáveres a un deportivo cerca de ahí..

Mi Mamá trabajaba … en la Colonia Roma…el edificio en donde trabajaba estaba en Insurgentes casa esquina Álvaro Obregón… tuvo que caminar desde antes de la Glorieta Insurgentes… el edificio donde trabajaba se había derrumbado, estuvo en shock… otros edificios también se habían derrumbado… ya que se recuperó un poco pudo regresar a casa… estuvo sin trabajo por un tiempo hasta que pudieron establecerse en otro lugar… durante su caminar a casa escuchaba las sirenas de ambulancias, patrullas … bomberos… edificios derrumbados, personas igual caminando casi sin sentido. Decía que era zona de desastre, de milagro llegó a casa con bien, muy triste su vivencia la relataba llorando de dolor e impotencia…” Gabriela González C.

 

“En aquella fecha del 85 vivíamos en la col. Del valle, y diario hacíamos el recorrido hasta Azcapotzalco, pues mis niños iban a la escuela aquí… mi hijo mayor, que salió antes que nosotros se adelantó con mis hijos chicos, para dejarlos en la escuela… Ya en la vía rápida vimos como se balanceaban los anuncios, en ningún momento sentimos el temblor… Al llegar a mi oficina me percató que no había personal… solo se encontraba el jefe de servicios generales, quien al verme me hizo el comentario del temblor, el oía el radio de su carro… salí corriendo, pensando en mis hijos, y llegué a la escuela…los tenían a buen resguardo, respire hondo dando gracias a Dios, pero pensé en mis papis, la casita donde vivían estaba viejita, y corrimos de regreso, mi mamá estaba muy espantada, y al vernos se tranquilizó… formábamos parte de un grupo scout, y me solicitaron asistir para ir de servicio… nos dirigimos a la col. Doctores, y nuevamente, la réplica de las 7 volvió a estremecer la tierra, yo no alcance bajar, y me arrinconé, sintiendo sobre mi cabeza el chicotear de los cables sacando chispas como bengalas gigantescas, escuchando gritos, lamentos y oraciones, pasado el movimiento, poco a poco me fui incorporando, viendo a lo lejos el desplome de un edificio, como si fuera un pastel, lo que vi en ese momento ha quedado muy grabado en mi mente y mi corazón, al bajar di gracias a Dios que estaba viva y reuniendo mis fuerzas para que mis piernas me sostuvieran… y me encaminé para alcanzar al grupo… caminando entre escombros y lamentos de personas atrapadas, me sentí tan insignificante ante el poder de la naturaleza…reunida con mi grupo hicimos cadena para retirar escombros para poder llegar donde pudiera haber vida… seguimos recorriendo la zona más devastada llevando agua a los bomberos, con sus bocas quemadas en un esfuerzo supremo por controlar los incendios qué fueran apareciendo, cuando llegaron los militares, ya no pudimos seguir colaborando, nos dirigimos a Tlatelolco, se nos pidió que anotáramos objetos de valor, con lápiz y firmaríamos con pluma, yo no estuve de acuerdo…otra parte de ese momento es de dolor, drama, la humanidad empática y solidaria, sincera y agradecida”.  ANÓNIMO

 

Una señora de Juchitán me platica que: “en el sismo del 7 de septiembre de 2017, la  iglesia y el palacio municipal fueron dañados, también decenas de casas, la carretera y otros pueblos aledaños como Matías Romero, dice que la gente no quería regresar a dormir a sus casas, sabían lo que pasaría pues días antes sintieron vibraciones y veían destellos de luz en el cielo. Estaban totalmente a oscuras por los apagones y los damnificados vivieron por semanas en patios de casas que les prestaban o afuera de sus casas destruidas, el presidente llevó agua y alimentos pero no los ayudó como esperaban, no había donde comprar comida y había muy poca agua, fue muy difícil y triste, el pueblo se movilizó y se ayudaron entre sí, sabían que México les había enviado mucha ayuda pero llegó muy poca. Afortunadamente no perdió su casa pero si se dañó, me comentó que mucha gente aprovechada se benefició de este desastre para quedarse con terrenos, la gente andaba en las calles en busca de comida y ayuda, se habían quedado sin nada. Recordaba que vió caer una casa cerca y se llevó las manos a la cabeza exclamando a Dios por su vecina ya mayor de edad, quien murió, los hombres quitaban escombros, las mujeres preparaban la comida, se apoyaron en los gastos de los sepelios que eran diario y más de uno. Cuenta que en la demolición del Palacio Municipal y el mercado en el Centro, el ejército tocó "La Sandunga" para despedirse y que fue una despedida a sus difuntos también. Fue muy emotivo. “Yo doy gracias a Dios por estar con mi familia vivos”.  Juana María A.



(Crédito de las imágenes a quien corresponda)

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