CABEZA DE SAN JUAN BAUTISTA
CABEZA DE SAN JUAN BAUTISTA
Por Martín Borboa Gómez
AZCAPOTZALCOGRAFÍA.
En el año de 1887, en mármol, el artista parisino Auguste Rodin, esculpió la cabeza del personaje de la historia sagrada, que abrió el camino para Jesús, a quien bautizó en el Río Jordán.
Ese personaje tan importante, primo de Jesús, es San Juan el Bautista, que luego de haber sido preso, fue decapitado, y su cabeza entregada en charola de plata.
San Juan Bautista (24 jun) es uno de los únicos tres de quienes se celebra en la religión católica su fecha de nacimiento, junto con Jesús (25 dic) y su madre María (8 sept).
La anunciación de parte del Ángel Gabriel a la Virgen María fue el 25 de marzo, y para entonces, la prima de la Virgen María, Isabel, ya tenía seis meses de embarazo. Así que Isabel dio a luz tres meses después, y así nació su hijo Juan, que sería después conocido como el Bautista, y luego, como San Juan Bautista.
Suele ser descrito como un predicador ambulante judío.
Quizá esa descripción bastaría para aquel lejano tiempo del siglo I d.C.
Porque hoy, actualmente, es amigo, es santo patrono, es cabeza de comunidades, es receptor de confesiones, es intercesor de necesitados, es el entrañable y bondadoso acompañante de jornadas, penas y esfuerzos de millones de personas en muchas partes del mundo, es consejero de fieles, es el representante excelente del primer sacramento, el bautismo...
Y así, podría enlistar largos renglones, interminables, de
lo que hoy representa en muy elevada positividad San Juan Bautista para tanta
gente, incluso en diferentes religiones, no solo el cristianismo.
San Juan Bautista expresó lo siguiente en relación a Jesús: “Este es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí: del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato”.
San Juan se ocupó de bautizar a Jesús en el Río Jordán, a donde millones acuden anualmente a recibir, una vez más, el bautizo, o incluso por primera vez, tradición que tiene dos mil años de tener significado.
El arte ha tomado infinidad de veces el tema de San Juan Bautista, y en ocasiones, eligen el dramático momento en que su cabeza decapitada fue puesta en una charola de plata, para ser entregada a Salomé, quien por una danza recibió un juramento de favor cumplido, de parte del gobernante Herodes Antipas, y por consejo de su madre, Salomé decidió que ese favor fuera obtener la cabeza decapitada del preso.
En la iglesia católica, este martirio se conmemora el 29 de agosto.
En enero del 2025 visité el Museo Soumaya, sucursal Plaza Carso, (entrada gratuita siempre), en Cdmx, y en la parte más alta están las obras del escultor francés, Augusto Rodin. El Museo posee la segunda colección más grande del mundo de este artista, con más de 300 obras.
Me llamó mucho la atención la pieza “Cabeza de San Juan Bautista” porque me trajo a la memoria todo lo que he aprendido de él, leído de él, sabido de él, y visto de él.
Y luego, me trajo a la memoria todo lo que he visto por devoción a él, por cariño a él, por la fe en él, por la confianza en su intercesión y su bondad, y cuando esas manifestaciones alegres se cuentan por años, por décadas, de lo que a uno le toca por suerte atestiguar, se suma uno a la alegría de la amistad de San Juan Bautista, a que su nombre sea luz que guía hacía una compañía y una promesa divina.
Augusto Rodin eligió esculpir esta pieza que recuerda aquel pasaje bíblico, a este hombre, y como mexicano que he podido viajar un poco por el país, quizá muchos coincidirán conmigo, es muy frecuente el patronazgo de San Juan Bautista en las comunidades de México. Por eso llamó mi atención esta pieza por encima de tantas otras que ahí se exhiben.
Lo que menos esperaba fue que cuando llegué por fin al piso más alto de ese museo, para ver las obras de Rodin, es que iba a empezar a imaginar el Río Jordán, y en él, Juan el Bautista con su ropa de piel de camello, predicando, bautizando fieles. En determinado momento, Jesús llega desde Galilea, y pide a su primo Juan que lo bautice.
Juan, consciente de saber delante de quien estaba, le dice que es él quien debe pedir a Jesús que lo bautice.
Jesús insiste.
Pasaje relatado por los cuatro evangelistas (Mateo, Juan, Lucas, Marcos).
Cuando Jesús es bautizado, se abre el cielo, el espíritu de Dios baja del cielo, y su voz desde las alturas exclama: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”.
Al estar presentes en esa escena la voz de Dios, el Espíritu Santo y Jesús, se manifiesta en ese lugar la Santísima Trinidad, y este momento es el inicio del ministerio de Jesús, y es el final del tiempo litúrgico de la Navidad.
Ignoro si esto es lo que pretendía proyectar o inspirar Augusto Rodin al público con su escultura, pero su pieza fue el punto de partida para que yo tuviera todo esto presente, en el último piso (el más cercano al cielo) del Museo Soumaya.
Por supuesto que al regresar a mi alcaldía, no tarde en ir a San Juan Tlilhuaca, en Azcapotzalco, Cdmx, y todo el tiempo tuve en mente a la gente que tanto quiero en ese pueblo originario, por cierto, ahora mejor iluminado, mejor pintado, más bonito, más colorido, me pareció sin baches y más arreglado.
Gracias Augusto Rodin por llevarme del Río Jordán a San Juan Tlilhuaca.
(Imágenes del autor)