CATRINAS, TORNILLOS Y PUNTO

CATRINAS, TORNILLOS Y PUNTO

Por Alfredo Roque Ramos 

(Crédito de imagen a quien corresponda)


Pues nada señoras y señores, que se nos va la vieja ciudad. Que esta capital de mis amores se nos vuelve monstruo de urbanismo, y que poco queda de los que nos platicaban que había.

Rápida encuesta sobre estos establecimientos que un día fueron motivo – tema – inspiración, ahí – nos – vemos, de quienes se interesaban por lo característico que si era, y ya no es.

Nombres de establecimientos como “Los recuerdos del porvenir”, “Las mulas de Colón”, que al provocar airada protesta se transformó rápidamente en “Las mulas de Don Cristobal”, “Aquí si te quieren”, “Te estoy esperando” y demás.

Eran resultado de ingenio puro, sin perversiones televisivas, han desaparecido, y casi nadie sabe si queda alguna.

Estamos hablando, claro está, de las pulquerías.

Eslabón final de la cadena productiva que empezaba en los grandes llanos de Hidalgo y Tlaxcala, asiento de ominosas haciendas, que dieron origen a aristocratizantes fortunas, que no ocultaban su origen en el blanco líquido.

Hasta la fecha, en Hidalgo existe cuidadosamente conservada una de ellas, la más importante, San Antonio Ometusco.

En el gran salón que ocupaba el tinacal, puede verse el mural que reproducía el camino ferroviario, naturalmente que seguía el pulque desde la hacienda hastala esquina de López y Avenida Juárez, en el corazón de la Ciudad de México, en donde se encontraba la pulquería más importante de la capital.

Y ya no quedan más que dos nombres en el directorio: “Los llanos de Apan” y “Vamos a Corea”, los otros son “Negociación”, “Pulquera equis”. Empezamos a preguntar y nadie se acuerda.

Nuestros más sabios amigos se quedan en las mismas que nosotros.

Si, como no, había “tornillos”, “catrinas”, y…

Tornillo
(Crédito de imagen a quien corresponda)

Catrina
(Crédito de imagen a quien corresponda)

La pausa se hace interminable porque ahí termina el recuerdo.

Por más luchas que le hicimos, apenas logramos que alguien agregara “choma”, nombre indígena de jícara.

Recordamos una que fue muy famosa hace pocos años, “La licuadora”.

Tampoco existe ya.

Nos juran que la mandó cerrar un político muy poderoso.

Y se acabó.

Nadie habla ya de regio curado de tuna, de huevo, de quien sabe cuántas cosas más, que en lo personal, nunca llegamos a saborear, y solo de vez en cuando, como gran sorpresa, en alguna reunión, vuelve a hacer su aparición el blanco pulque.

El pueblo – pueblo si continúa bebiendo pulque.

Hay médicos, nutriólogos especialmente, que juran y perjuran que el pulque posee cualidades alimenticias superiores a las llamadas bebidas de moderación, y desde luego, es menos dañino que las bebidas impuestas por el alud publicitario.

Queríamos recoger una tradición y llegamos tarde. Desapareció ya, casi ya.

Se siguen fabricando catrinas, eso sí, preciosas, con su gran pico y su abrigo de bolitas cristalinas, me aseguran que en provincia continúan usándose.

Solo quedan los recuerdos de los juegos como la rayuela y el rentoy,  ahora que pasó la protesta por el cierre de pulquerías en la capital Cdmx, encontré esta publicación en mi biblioteca y creí oportuno traerlo al foro, para tener la visión que había en el siglo pasado.

Febrero de 1971, publicado en “Personajes de mi ciudad” por Sara Moiron.

 

 

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