"SOBRE LAS OLAS" (parte 1)

"SOBRE LAS OLAS" (parte 1)

 Por Martina Rodríguez García

Entre los libros, papeles y recuerdos que conservo, tengo un valioso folleto acerca de Juventino Rosas, impreso en 1968, como "Homenaje en el primer centenario de su nacimiento".

De ello, es mi gusto poder compartir con ustedes parte del contenido, así como algunas imágenes del mismo.

Crédito de imagen, Martha Caty Aguilar Rodríguez


BIOGRAFÍA SINTÉTICA DE JUVENTINO ROSAS

Autor del vals “SOBRE LAS OLAS”

 

Nació el 25 de enero de 1868 en el poblado de Santa Cruz -que hoy lleva el nombre de Ciudad Juventino Rosas-, cerca de Celaya, estado de Guanajuato. Fue hijo de Paula Cadenas y de Jesús Rosas; éste, que era músico y figuró en las tropas que combatieron al imperio de Maximiliano, le enseñó a tocar en un pequeño violín, y el niño mostró grandes dotes para la música. La familia se trasladó a la capital de México, vivió por el rumbo de Peralvillo y formó un conjunto ambulante de músicos; el padre tocaba el arpa; Juventino, el violín; un hermano, la guitarra, y su hermana cantaba para vender el dulce de ante; Juventino tuvo que ser campanero y cantor de iglesia.

A poco quedó solo, pues sus familiares desaparecieron, y él ingresó a pequeñas orquestas, como la de su amigo José Reina, y por poco tiempo figuró en una banda militar. 

(Pie de foto: Al centro de esta fotografía se encuentra Juventino Rosas, rodeado de los músicos que componían la orquesta de José Reina)
Crédito de imagen de la página impresa, Martha Caty Aguilar Rodríguez



Hizo Rosas un paseo a Contreras y, al bañarse en una corriente, tuvo inspiración de una melodía que primero llamó “Junto al manantial”, y luego “Sobre las olas”.

Según información de otro amigo, ese vals fue compuesto en el pueblo de Cuautepec. Posiblemente la melodía surgió en un lugar y en otro fue perfeccionada. Lo importante es que el vals gustó de inmediato en el país y en el extranjero. 

(Pie de foto: Juventino Rosas, en la época en que triunfó su vals "Sobre las olas")
Crédito de imagen de la página impresa, Martha Caty Aguilar Rodríguez


El autor se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música, mas no pudo seguir los estudios porque tenía que ganarse la vida tocando en bailes, a veces en albercas, en el circo Orrín o en ceremonias. Además compuso otras muchas piezas ligeras para bailes que le publicó la casa de Wagner y Levien, según los ritmos de moda entonces: valses, mazurkas, polcas, schotis y danzas.

Algunas obras las dedicó a distinguidas personas; el vals “Carmen”, a la esposa del Presidente de la República, y “Sobre las olas”, a la señora Calixta Gutiérrez de Alfaro. Llegó a gozar de Gran estimación y éxito; más por una complicación sentimental abandonó la capital. Estuvo en Morelia -1891- en la banda de un batallón; volvió algunas veces a su pueblo natal, y marchó al norte. En Saltillo publicó unas piezas. En Monterrey dedicó el vals “Dolores” a la señorita Lola Menchaca; allí se unió a una orquesta típica que se presentó en Nuevo Laredo -febrero de 1894- y actuó en Corpus Christi, Texas. La prensa dijo que la típica mexicana conquistaba aplausos en los Estados Unidos.

Finalmente pasó a Cuba y, después de una gira poco afortunada con una compañía ítalo-mexicana, llegó al surgidero de Batabanó, sumamente enfermo. En consideración a su fama fue atendido en una casa de salud, pero murió -de mielitis espinal- el 9 de julio de 1894. En Batabanó quedó enterrado hasta que en 1909 sus restos fueron vueltos a su patria; recibieron el homenaje al de los compositores y de la sociedad; se les enterró en el Panteón Civil y en diciembre de 1939, se les pasó a la Rotonda de los Hombres Ilustres, hoy denominado de las Personas Ilustres.

A través de los años el vals se ha arraigado en el gusto del público mundial por la belleza de su melodía y es una de las joyas más populares de la música mexicana.


J.S.I.

SOBRE LAS OLAS

Vals de Juventino Rosas

 

I

 

Junto al manantial

a la orilla del tierno saúz

empieza a formar

el arroyo su cauce de luz.

 

Con suave rumor

brota el agua vivaz y sutil,

como la ilusión

nace pura del ser juvenil.

 

II

 

Entre flores al correr

da el arroyo su dulce cantar,

y entre arrullos de un querer

nuestros sueños corren a la mar.

 

Sobre las olas del mar

cuál barquilla boga el corazón,

sin miedo a la tempestad

por piloto va la ilusión.

 

III

 

¡Bello es vivir, vivir sí!

 

IV

 

Los vaivenes de la vida y del mar

nuestra barquilla pudiera herir,

y las tormentas harían zozobrar

la esperanza de un feliz por venir.

 

V

 

Si la vida es febril,

si la vida es fugaz,

valeroso ha de ir

el viajero en el mar.

 

Emoción y alegría

cada instante pondrá,

pues la dicha de un día

se va y no volverá.

 

VI

 

En los peligros de la suerte cruel,

o en las horas de felicidad,

el alma firme se mantiene fiel

siguiendo el norte de un bello ideal.

 

VII

 

¡Qué bello es vivir

cuando el alma despierta al amor!

¡Qué bello sentir

junto al nuestro otro corazón!

 

Si nuestro existir

sigue el ritmo armonioso del vals

gratas han de ir

nuestras vidas al unirse en el mar.

 

Letra de Jesús Sotelo Inclán, escrita en el primer centenario natal del compositor. 25 de enero de 1968

 

  

 

SOBRE LAS OLAS

A Juventino Rosas

Poema de Domingo Espinosa Jiménez

 

Sobre las olas de la mar serena se fue el bajel de tu ilusión de tu ilusión temprana, tú llevabas la frente de luz llena, efluvio de la tierra mexicana.

En cada ola veías una ondina de miradas tan vivas como inquietas, musa blanca, purísima, divina, de esas que solo sueñan los poetas.

En cada eco del mar oíste un canto de ritmos misteriosos y profundos, que son por su extrañeza y dulce encanto quejumbrosas historias de otros mundos

Cuando tu ala vibrante se agitaba, jamás pensaste, en tu ferviente empeño, que el ángel de la muerte te aguardaba tras el pliego tras el pie lago azul, cisne trigueño.

Que en el mar misterioso del destino, cuando rugen los vientos bramadores, no hay pilotos que sepan el camino ni almirantes que salgan vencedores.

Ese es el sino: un navegador un navegar constante, de noche sombra, brumas por el día, siempre frágil la nave y oscilante sobre las olas de una mar bravía...

¡Pobre cisne trigueño, tus anhelos murieron tras el mar que tú cantaste y el arte se cubrió con negros velos, y la gloria te dio con qué soñaste…!

Tacubaya - Julio 1909 imprenta Arana, S. A.

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