LA CIUDAD EN SEMANA SANTA

LA CIUDAD EN SEMANA SANTA

Por Martina Rodríguez García


Mi casa, el camino a la parroquia,

el silencio se estreme y carga su cruz rumbo al calvario.


En un ir y venir de gente con la cruz a cuestas,

vacaciones, silencio, desolación, ruido,

los automóviles cargados de equipaje,

de gente y sin dinero.


El autobús con su aumento en el pasaje,

y lleno hasta el último asiento junto al baño,

minuto a minuto aumenta la cifra de vacacionistas,

las playas saturadas de audaces turistas

y basura.


El silencio no se encuentra ni arriba del cerro de la Estrella.

Jesús carga la Cruz de madera,

tallada con los pecados de los hombres injustos.


La procesión del silencio 

de los que pudieron salir de vacaciones.


La ciudad teme al silencio, a la carga que llevará toda la semana,

pensando en el regreso de sus seres queridos.

Por eso carga su cruz, 

y se levanta al amancer con la angustia

de nuevas creaciones culturales.


Desgastada ciudad, atropellada por marchas

y machetes con el Centro Histórico agrietado,

sediento a fuerza de nuevos proyectos,

y reuniones para embellecerte,

quitarte aquí, ponerte allá.


La ciudad carga su cruz, como tú,

como yo,

como Jesús.


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