FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO, SAN NICOLÁS, TEQUISQUIAPAN, QUERÉTARO

FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO

San Nicolás, Tequisquiapan, Querétaro

 Por Martín Borboa Gómez

 

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PARA UN RESUMEN DE LA VIDA DE SEBASTIÁN DE APARICIO, 

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Fue un hombre piadoso que vivió 98 años, nació en España, vino a la Nueva España a la edad de 31 años, en 1533, y que por 40 años hizo vida como civil, para ingresar a los 72 años, a la Orden Franciscana, y ser fraile religioso hasta su muerte, en 1600, a los 98 años.

Una vida tan larga y llena de interesantes acciones como la suya, es imposible contarla en breves palabras, o en pocos minutos.

La Nueva España fue su casa, y en ella ejecutó enormes obras, que aun hasta la fecha, tienen un profundo impacto:


Hizo la primera carreta, en Puebla de los Ángeles.


Para ella, hizo caminos, primero en Puebla, y luego extendió esa ruta hasta el puerto de Veracruz.

Luego conectó con un camino, a la ciudad de Puebla con la ciudad de México. Con eso completó la ruta de Veracruz hasta México.

Cuando se descubren vetas de ricos minerales en Zacatecas, se le encargó que construyera el camino de la ciudad de México hasta Zacatecas, pasando por poblaciones como San Juan del Río, Querétaro, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, Ojuelos de Jalisco, hasta llegar a Zacatecas.

El caso del camino Veracruz-Puebla-México, era ya entonces una ruta muy dominada por los españoles, pero cuando se abrió el camino de México a Zacatecas, había bastantes conflictos con los pobladores originarios de aquellas zonas del bajío, entre ellos los Chichimecas, que dieron una larga batalla a la extensión del dominio español en aquella zona.

Y es de subrayar, que cuando Sebastián de Aparicio construyó el camino de México a Zacatecas, a él y sus cuadrillas de trabajadores, los pobladores no los atacaban.

El camino que hizo Sebastián de Aparicio de México a Zacatecas, se conoció como “El camino de la plata”, y luego pasó a formar parte de una ruta más larga, de México a Santa Fe, en Nuevo México, hoy Estados Unidos, y esa gran ruta se conoce como “Camino real de Tierra Adentro”.

Por esta labor, se conoce a Sebastián de Aparicio como patrono protector de los viajeros, camineros, peregrinos, choferes.

Originalmente, tras la conquista, los indígenas tenían prohibido montar a caballo. Sebastián de Aparicio se encargó de que la corona española, con un virrey instalado en la ciudad de México, aceptara y permitiera que los indígenas de Nueva España, montaran a caballos, pues Sebastián de Aparicio, requería que sus trabajadores pudieran ayudarle en la crianza y doma de animales de tiro, los cuales empleaba para jalar sus carretas, y entre otras cosas, construir los caminos que le encargaba la misma autoridad virreinal.

Logró así que los indígenas convivieran legalmente con los caballos y otros animales de ganadería, nació la oportunidad de que los nativos tuvieran una manera peculiar de manejar a los animales, hacer cabalgatas, y de esa forma nació la charrería, que es el deporte nacional de nuestro país.

 

Por este motivo, a Sebastián de Aparicio se le reconoce como el patrono protector de los charros mexicanos y de los ganaderos.

 

Más adelante, cuando ya concluyó esos largos caminos descritos, Sebastián de Aparicio, compró algunas propiedades, como una hacienda entre Azcapotzalco y Tlalnepantla, y otra por Chapultepec.

En ellas desarrolló más la ganadería que ya había ejercido, y también la agricultura, la cual conocía desde su infancia.

Desde que llegó a la Nueva España se dio cuenta que los españoles no habían desarrollado las carretas ni los caminos planos para estas, y él fue el que las construyó.

Algo muy similar ocurrió con el arado, que no fue implementado por los españoles en estas tierras, así que Sebastián de Aparicio lo hizo, lo difundió, y con eso ayudó grandemente al desarrollo de los cultivos.

 

Por ese motivo, también es reconocido como patrono protector de los agricultores.

 

En su hacienda de Azcapotzalco, en donde vivió aproximadamente 20 años, (1552 a 1572), formó una especie de escuela técnica de oficios, para capacitar a sus trabajadores en diferentes labores, pero también a gente de las diferentes poblaciones que eran vecinas de su propiedad. De esa forma, tuvo gran amistad con gente de San Juan Tlilhuaca, San Martín Xochinahuac, de Tlalnepantla, del centro de Azcapotzalco, entre varios más.

Siendo sus amigos, y varios de ellos sus trabajadores, tuvo cercanía con sus costumbres, y pudo notar que en ciertos periodos del año, los nativos tenían ciertas tradiciones, y algunas de ellas no eran necesariamente de observancia cristiana.

Un ejemplo de ello fue que vio como en la intimidad de sus hogares, en la época en que honraban a sus difuntos, colocaban platillos que eran del gusto del pariente fallecido, con la idea de que podía venir a disfrutarlos, en color o aroma, y sentir que aun eran recordados con cariño.

Sebastián de Aparicio, consideró que una tradición tal como la estaban conservando, podría traer problemas con la autoridad eclesiástica, la religiosa, y sus amigos y trabajadores, podrían llegar a ser castigados. Por ese motivo, les sugirió profundamente, que colocaran una gran cruz al centro de sus ofrendas, que rezaran oraciones católicas, y pidieran a manera cristiana, por el descanso del alma de sus difuntos. De esta manera, las creencias antiguas y la nueva religión no tuvieron conflicto en ese colorido, aromático y cariñoso montaje, además de ser estructura espiritual, y aun hoy en día, México disfruta con los sentidos y los sentimientos, de esa conexión tan peculiar que se combina en las Ofrendas de muertos. Y esto es gracias a las consideraciones de Sebastián de Aparicio para con sus amigos y vecinos en Azcapotzalco.

 

Por ello se le considera facilitador de esta linda y muy mexicana tradición de la Ofrenda de Muertos.

 

Esa misma población sirvió para sus visitas al Tepeyac, sitio de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, y al estar ese sitio a cerca de 6 kilómetros de distancia de su hacienda en Azcapotzalco, tuvo oportunidad de conocer a Juan Diego, principal testigo de dichas apariciones.

Las apariciones fueron en 1531, Juan Diego vivió en el Tepeyac hasta su muerte, en 1548.

En noviembre del año 1532, salió de Azcapotzalco, la primera peregrinación de nativos hacia el Tepeyac para visitar a la Virgen de Guadalupe. Esta peregrinación sigue efectuándose, y se conoce con el nombre de “Peregrinación de los Naturales”. Cada mes noviembre se lleva a cabo. Y como puede entenderse, está próxima a tener su edición número 500.

Sebastián de Aparicio también convivió con Don Antonio Valeriano, que fue gobernante de una parcialidad de Azcapotzalco, y fue quien escribió el llamado “Nican Mopohua”, en donde se describen las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Este personaje vivió hasta el año 1605. Sebastián  hasta el 1600.

Como puede entenderse, la vida de Sebastián de Aparicio en Azcapotzalco, además de haber construido tan importantes caminos en la inmensidad de la Nueva España, de haber facilitado enormemente la vida laboral de los nativos con el arado, la carreta, la especie de escuela, la naciente charrería, también se ocupó de la parte espiritual, de difundir el guadalupanismo en sus largos recorridos y de solucionar que las ofrendas de muertos tuvieran manera de seguirse colocando.

 

En sus largos recorridos llevando materiales para nuevas iglesias, también transportó imágenes religiosas, y entre ellas varias de la Virgen de Guadalupe, por lo que se le reconoce como importante difusor del culto a la guadalupana. No es casualidad que muy cerca de la ciudad de Zacatecas, que Sebastián ayudó a conectar con caminos, se haya fundado la población con el nombre de Guadalupe.

 

Su larga vida (98 años) en una época en que la expectativa de vida no era para nada similar a la actual, y aun ahora no es un promedio de vida los 98, habrá llegado la soledad tras la muerte de amistades. Y con su larga y exitosa vida de empresario carretero y caminero, amasó una gran fortuna.

Se casó a los 60 años de edad con una chica muy joven, la condición de poder mantener él su castidad. Lamentablemente quedó viudo al año. La dama fue enterrada en la parroquia de Tacuba.

Volvió a casarse a los 63 años, ésta vez con una jovencita de la cercanía de Azcapotzalco, la cual también falleció al año de casados. Ella fue enterrada en el atrio de la Parroquia de Azcapotzalco.

Continuó su vida en Azcapotzalco, sus labores de ganadería y agricultura, ocupándose de sus haciendas (Chapultepec y Azcapotzalco).

No por haber vivido en Azcapotzalco, significa que este hombre que había recorrido España de norte a sur, que cruzó el Océano Atlántico, que atravesó la Nueva España en diferentes direcciones trazando caminos, se iba a quedar encerrado en su vecindario.

 

Por ejemplo, en el año  de 1561, cuenta el cronista de San Juan del Río, Querétaro, Ubaldo Neftalí Sáenz Bárcenas, que Sebastián de Aparicio construyó el primer puente, que actualmente se considera la construcción más antigua de todo el estado de Querétaro.


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Dice lo siguiente. La fuente consultada es:

https://www.sanjuandelrio.gob.mx/files/2018_2021/Rio_San_Juan_y_sus_Puentes.pdf

“El primer puente sobre el río (1561).

A partir de la fundación castiza de San Juan del Río en 1531, con el propósito de continuar la conquista y evangelización de los pueblos hacia el norte de la Nueva España, pero sobre todo de explotar las riquezas de las minas de Zacatecas, surgió la necesidad de dar tránsito permanente al Camino Real de Tierra Adentro que se veía afectado por las crecientes del río San Juan.

El caudal del río era muy grande y la corriente de sus aguas muy fuerte, sobre todo en tiempos de lluvia, lo que hacía imposible el cruzarlo dejando varados a los viajeros y sus cargas en ambos lados. Se dice que eran semanas, incluso meses los que tenían que esperar a que bajara el caudal y la fuerza del agua para poder hacerlo.

Esto acarreaba varios problemas, entre ellos, asaltos a las cargas, desabasto de víveres mas allá de San Juan del Río hacia el norte, etc. Las grandes crecidas y avenidas del río eran motivo de quejas por parte de dueños de recuas, así como de comerciantes y viajeros, que les imposibilitaba seguir su camino mientras el río no bajara, estando obligados a pasar varios días en el pueblo, con los consiguientes gastos imprevistos.

Para atender el problema, sobre todo de inseguridad hacia el lado poniente del río, es que se pide la autorización al rey para construir una Venta y con ello brindar hospedaje y resguardo a los viajeros que quedaran varados en ese lado. En efecto se autoriza y se construye la Venta, como mesón, lo que aliviana el asunto.

Pero la necesidad de construir un puente sólido que diera tránsito permanente era imperante.

Para resolver este problema, en el año 1561, un fraile franciscano de nombre Sebastián de Aparicio, gestionó la construcción de un puente sobre el río San Juan. Sebastián buscó el tramo más angosto del río, pero que estuviera lo más cercano posible al pueblo de San Juan del Río.

“En inmediaciones de La Llave se construyó un pequeño puente, de un solo arco, hecho con materiales obtenidos de los cerros cercanos al lugar: cantera labrada para el arco, piedra de ópalo para el pavimento, piedra y tepetate para los muretes; tepetate, arena y gravilla para el mortero con que fue unido todo.

Treinta años habían pasado desde la fundación. Los permisos para la construcción de este puente fueron concedidos por el virrey Luis de Velasco, quién gobernó la Nueva España entre 1550 y 1564. El puente ostentó en una piedra de cantera colocada en su parte central, una inscripción con la siguiente leyenda: “reinando la majestad del gran Carlos V nuestro señor que Dios guarde muchos años se empezó por don Luis de Velasco gobernador y capitán general de esta Nueva España… a quien le dedico… Benjamín R. de Sotomayor. 1561 años”.

Benjamín, fue el constructor de la obra por encargo. En documentos antiguos se le menciona como "La puente que va a las zacatecas" (sic).

Aunque la placa de cantera no mencionaba a Sebastián de Aparicio, a él se debe su construcción; a este personaje también se le atribuye el trazado de la actual Avenida Juárez, conocida anteriormente como el Camino Real de Tierra Adentro.

El puente de Fray Sebastián de Aparicio es considerado la construcción colonial sobreviviente más antigua de todo el estado de Querétaro, razón por la cual se le tomó como referencia de todo lo que se construyó posteriormente.

Conforme los años pasaban, aumentaba el tráfico y las cargas por el Camino Real de Tierra Adentro. El tener que salirse del camino y trasladarse hasta este puente para poder cruzar el río, después tener que regresar al pueblo para volver a encontrarse con el camino no era lo más efectivo, afectaba los intereses del gobierno virreinal.

Dado que el tránsito por el puente además de ser pesado era constante, en 1621 tuvo que ser reconstruido y una vez más a principios del siglo XVIII. En la segunda mitad del siglo XVII, los clérigos del hospital y convento de San Juan de Dios, así como los frailes del convento de Santo Domingo, brindaban el servicio de canoas para conseguir cruzar a personas y cargas sobre el río, de los cuales obtenían fondos para su manutención general. El servicio de canoas fue concesionado a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, esta cofradía fue una de las instituciones más importantes de San Juan del Río, sobrevivió hasta mediados del siglo XX.”


Imágenes de dicho puente (cuando aun estaba semienterrado) han sido difundidas en distintas publicaciones, principalmente queretanas, por ejemplo:


Es una fotografía publicada el “El sol de San Juan del Río” el 13 de septiembre de 2019, versión digital en https://www.elsoldesanjuandelrio.com.mx/cultura/visitan-puente-fray-sebastian-de-aparicio-4174031.html

En el interesante y valioso artículo de la reportera Laura Olguín C. que explica que asistentes a una conferencia del cronista Ubaldo Neftalí Sáenz, le escucharon lo siguiente acerca de dicho puente:

“Es un puente de un solo arco, en la cantera central se encontraba una leyenda “reinando la majestad del gran Carlos V nuestro señor que Dios guarde muchos años se empezó por don Luis de Velasco gobernador y capitán general de esta Nueva España… a quien le dedico… Benjamín R. de Sotomayor. 1561 años”.

“Los permisos para la construcción fueron otorgados por el virrey don Luis de Velasco, quien gobernó la Nueva España de 1550 a 1564, a quien se hace alusión en la citada leyenda.

Entre los datos que expuso el cronista, citó que el puente está construido con materiales de cantera rosa y tepetate, en bardas y piedra de ópalo en el empedrado del camino, todo unido con argamasa artesanal (mortero hecho con baba de nopal, tepetate y arena), estos materiales, dijo, no son del sitio, tuvieron que haber sido transportados de los cerros cercanos como el de La Llave, que se conforma de ópalo del cerro de San Nicolás que integra tepetate, y las piezas de cantera para el arco, fueron labradas.

También hizo referencia a que fue Sebastián de Aparicio, quien dijo, él pidió permiso al gobierno virreinal para abrir un nuevo camino que traería prosperidad y progreso para todos, “se propuso nada menos que abrir el camino real de tierra adentro de México hasta Zacatecas que empezaba a manar plata de sus entrañas” -comentó- se admira esta obra titánica de Sebastián de Aparicio por sus vastas y grandiosas proporciones”.

Hasta aquí la transcripción del artículo periodístico.


Y con esto se puede señalar que esa fue la última gran obra material tangible que construyó Sebastián de Aparicio, en su calidad de civil, en el trayecto del Camino Real de Tierra Adentro, desde la ciudad de México hacia Zacatecas. 

El aspecto actual (mayo 2023) de dicho puente en San Nicolás, Tequisquiapan, Querétaro, es:


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En el año de 1572 inició su trayectoria netamente religiosa.

Sebastián de Aparicio decidió a donar casi toda su fortuna a las Madres Clarisas, de inspiración franciscana, la cual atravesaba serias dificultades económicas para continuar existiendo, y con esto, solucionaban sus problemas. Sebastián de Aparicio puso como única condición que lo aceptaran como donado, es decir a él con su persona,  y estuvo ocupado atendiendo la puerta del monasterio, es decir, de portero.

Luego, en 1574 fue al Templo de San Francisco en la ciudad de México, a solicitar su ingreso como novicio.

Tras un año de noviciado, fue aceptado como fraile, el 13 de junio d3e 1575.

Fue enviado a Puebla. Y de ahí lo mandaron a la cercana población de Tecali.

Luego fue llamado a regresar a Puebla, en donde permaneció el resto de su vida, laborando como fraile limosnero, yendo con su carreta a recoger limosna a las diferentes poblaciones cercanas a la capital poblana.

Los caminos de aquella región, ya lo habían visto pasar décadas antes con sus carretas, y lo vieron construir buenos caminos entre Puebla y Huejotzingo, Cholula, etc, de modo que el territorio le era demasiado familiar, y las nuevas generaciones de pobladores, valoraban la presencia de ese hombre, con lo cual, beneficiaban con buenas limosnas a tan noble y emprendedor personaje.

En alguna ocasión, una mujer pidió al fraile Sebastián de Aparicio le diera por favor su cordón fransicano, para ayudarla a tener un buen parto. Él accedió.

La mujer tuvo un buen alumbramiento, y la voz se pasó entre la población, de manera que en vida se le llegó a considerar con santas virtudes.

 

Por ello, en el Templo franciscano de las cinco llagas, en Puebla, se venden replicas del cordón del Beato Sebastián de Aparicio, para acompañar con su intercesión a las futuras madres.

 Fray Sebastián de Aparicio falleció el 25 de febrero del año 1600, entre sus hermanos franciscanos, en Puebla. Cinco días antes de su muerte, había regresado de ir por limosna a Tlaxcala. Es decir, trabajó en beneficio del prójimo hasta casi su último día de aliento, y todo su esfuerzo y recompensa material terminó en manos de quienes son guardianes de la Fe.

Su cuerpo fue enterrado. Cinco meses después, fue desenterrado y se observó que no se había descompuesto. Fue vuelto a enterrar. Más adelante nuevamente fue abierta su sepultura y continuaba incorrupto el cuerpo.

Este y otros motivos de peculiar consideración, y los méritos concedidos a través de él como intercesor ante Dios, le valieron que fuera elevado a Venerable Siervo de Dios, el 2 de mayo de 1768.

Posteriormente, fue elevado a la categoría de Beato el 17 de mayo de 1789.

Su cuerpo incorrupto se conserva en una urna de cristal, el Templo franciscano de las Cinco llagas, en la ciudad de Puebla. Los fieles acuden a él a pedir su intercesión ante Dios para innumerables favores, su fiesta es el 25 de febrero, y grandes cantidades de choferes acuden al templo a bendecir sus vehículos a lo largo del año.



ATENCIÓN: La Comisión para la Causa de los Santos, de la APM (Arquidiósesis Primada de México) está trabajando en reunir testimonios, actos y material, que ayuden a cubrir los requisitos, para que Fray Sebastián de Aparicio, pase de ser Beato, a SER SANTO.

Por ello, es también importante que la población de San Nicolás, en el municipio de Tequisquiapan, Querétaro, conozcan lo más posible de su puente, y del gran personaje histórico que le da nombre, pues en materia eclesiástica, lo veremos subir a los altares.

Habrá que estar preparados, apreciables vecinos.

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MARÍA FRANCISCA LÓPEZ SUÁREZ