BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO (Edición 2023)

 

BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO

 

Por Martín Borboa Gómez

 

(Imagen del autor, muestra el puente construido en 1561 por Sebastián de Aparicio en la población de San Nicolás, Tequisquiapan, Querétaro.

Actualmente se le conoce como el "Puente Fray Sebastián de Aparicio").

 

(Imagen del autor, muestra parte del escudo de armas de Ojuelos de Jalisco, en el Estado de Jalisco, pintado en el techo de su kiosco principal, en cuya tercera sección o cuartel se plasma al Beato Fray Sebastián de Aparicio, para recordar y reconocer que él construyó el “Camino de la Plata”, que conectó a la Ciudad de México con la Ciudad de Zacatecas, y cuya traza pasa por esta población).

 

INTRODUCCIÓN

 

Con el presente documento, se desea dar a conocer aspectos generales de la vida y obra de quien en vida fue Sebastián de Aparicio, sirviente, empresario, constructor, hacendado, ganadero, agricultor, maestro, posteriormente fraile franciscano, y tras su muerte, a los 98 años, alcanzó dentro de la religión católica, la categoría de Siervo de Dios, y después la de Beato. Actualmente la Comisión para la causa de los Santos, busca que sea elevado a los altares, en calidad de Santo.

 Igualmente, la meta de este trabajo, es difundir la importancia de la obra social y constructiva del Beato Fray Sebastián de Aparicio, en lo que fue la Nueva España, la trascendencia de sus carretas y caminos, convivencia con los nativos, sus logros ante la autoridad virreinal, su participación en la Ofrenda de Muertos, en el nacimiento de la Charrería, en la difusión del Guadalupanismo, entre varias cosas más.

 Son infinidad de sitios en el México actual, en donde se tienen importantes restos de las construcciones que edificó, o que le pertenecieron, o en dónde solía llegar y pasar tiempo. Su presencia destaca en Puebla, Ciudad de México, San Juan del Río, Querétaro, San Miguel de Allende, Ojuelos de Jalisco, Zacatecas, entre otros, y geográficamente, es un área inmensa de cubrir, y complicado de relatar en breves renglones. Nombrar varios lugares en su biografía, es necesario para transmitir que su obra tuvo implicaciones y presencia en ciudades muy distintas de la Nueva España, y cuyas aportaciones definen todavía mucho del México de Hoy.

 Yendo a lo particular, por ejemplo en San Miguel de Allende; Guanajuato, hay sitios muy especiales vinculados a él, que estimo pueden resultar interesantes para el lector. (Una comunidad con su nombre, una calle con su nombre en el barrio más antiguo, la casa donde se quedaba, el sitio en donde guardaba sus animales, un hotel con su nombre.

San Miguel de Allende, Guanajuato, fue nombrado en 2002 como Pueblo Mágico por su gran atractivo turístico, sin embargo, la UNESCO la designó como Patrimonio de la Humanidad, calidad de mayor nivel y de significado mundial, por lo que se le retiró el de Pueblo Mágico.

 Por todos estos temas, refiriendo todo el territorio nacional mencionado, tratando de abarcar una vida que duró 98 años, el esfuerzo por resumirlo en estas breves páginas no es suficiente. Sin embargo, es necesario difundir en lo posible la obra del Beato, que tarde o temprano, será elevado a Santo.

  

 

 

BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO

 

Fue un hombre piadoso, nació en España, hijo de Juan de Aparicio y Teresa del Prado. Tuvo dos hermanas mayores. Vivió cerca del Santuario de Santiago en Compostela, por lo que el tema de las peregrinaciones, y sus consecuentes caravanas de carretas, fieles, animales de tiro y carga, y todas las necesidades que de ello derivan, le eran conocidas. En su natal A Gudiña, en Orense, Galicia, prácticamente todos los pobladores estaban familiarizados con lo que implicaban esas caravanas de peregrinos. En esa época, Santiago de Compostela era el tercer mayor centro de peregrinaciones católicas en el mundo, solo rebasado por Roma y Tierra Santa en Jerusalén.


(En Azcapotzalco, Cdmx, se tiene una calle con el nombre de su municipio natal, Orense, Galicia).

 

De niño sufrió de la peste, se le formó un tumor, su madre lo apartó de la familia para evitar contagios, y lo resguardó en una casucha abandonada. Un día una loba entró a dicha casa, le arrancó el tumor, le lamió la herida y el niño quedó sano. Desde entonces, su Fe católica sería muy profunda, pues lo asimiló como un favor Divino.

Luego de trabajar en diferentes poblaciones de España, como mayordomo, o en temas de agricultura y ganadería, terminó de ayudar a su familia para las dotes matrimoniales de sus dos hermanas, se embarcó en Sanlúcar de Barrameda, hacia la Nueva España, a la edad de 31 años en 1533.

Aquí, por 40 años hizo vida como civil, contrajo matrimonio dos veces, hizo infinidad de construcciones, y en una edad inusual para el promedio de aquella época, tras haber vivido la muerte de muchos seres queridos, donó toda su fortuna e incluso su persona a las Madres Clarisas, y posteriormente ingresó a los 72 años, a la Orden Franciscana, donde fue fraile religioso hasta su muerte, en 1600, a los 98 años.

Su ocupación habitual entre los franciscanos, fue de limosnero. Fue analfabeta toda su vida.

La Nueva España fue su casa, y en ella ejecutó enormes obras, que aun hasta la fecha, tienen un profundo impacto.

 

HIZO EL PRIMER ARADO EN VERACRUZ

 

Luego de haber llegado a Veracruz en 1533, notó la manera en que se llevaba a cabo la siembra, aun con métodos originarios de estas tierras, así que decidió hacer el primer arado en aquella zona tropical. No permaneció mucho tiempo en esa zona caliente, y se trasladó a Puebla de los Ángeles, ciudad apenas fundada en 1531, dos años antes de su llegada.

 

HIZO LA PRIMERA CARRETA EN PUEBLA

 

Estuvo en Puebla de 1533 a 1542. Los dos primeros años los dedicó a la agricultura. (1533 a 1535). Al recorrer el trayecto del principal puerto de la Nueva España, Veracruz, hacia Puebla, se dio cuenta de que la carga se llevaba casi completamente en las espaldas de los nativos, por lo que decidió fabricar la primera carreta. Mandó a un carpintero de nombre Miguel Casado, le construyera una. Sebastián de Aparicio domó unos novillos, los unió al vehículo, y así tuvo su primer carreta funcionando.  Su experiencia al haber crecido en un lugar de gran peregrinaje, Santiago de Compostela, le nutrió de todo lo necesario para dar forma a la primera carreta, que era de dos ruedas, dando instrucciones al carpintero de cómo debía ser cada parte.

Su primer trayecto en la plana y bien trazada ciudad de Puebla, fue llevar su carreta acompañado de sus dos mozos, hacia el Templo franciscano para que le bendijeran su vehículo.

Podía circular con su carreta en la ciudad de Puebla, pero salir de ella, requería primero de que se hicieran los caminos apropiados.

 

HIZO EL PRIMER CAMINO PARA CARRETAS EN NUEVA ESPAÑA

Contratado por la autoridad para hacerlo, construyó inicialmente la ruta que iba de Puebla al puerto de Veracruz. Esta tarea le forzó a tener bajo su mando una considerable cuadrilla de trabajadores, más carretas para acarrear materiales de construcción, herramientas, y un buen número de animales de tiro y carga, domados para estas tareas.

Su capacidad y resultados le dieron fama, renombre y una naciente fortuna.

Luego conectó con otro camino, a la ciudad de Puebla con la ciudad de México. Así completó la ruta de Veracruz hasta México. Principal trayecto del interés del virreinato en ese momento. Todos llegaban por ahí a la gran capital, y la riqueza que se enviaba a España, salía por esa misma ruta. El camino hecho por Sebastián de Aparicio, probaba su eficiencia.

De 1535 a 1542, estuvo ocupado en la construcción del camino y luego su aprovechamiento, acarreando todo tipo de materiales y mercancía, con sus carretas, animales y personal a cargo. Su asentamiento principal era Puebla. Luego de 1542, cambió a establecer en la Ciudad de México su centro de operaciones.

Cuando tiempo después se descubrieron vetas de ricos minerales en Zacatecas, se le encargó que construyera el camino de la ciudad de México hasta Zacatecas, pasando por poblaciones como San Juan del Río, Querétaro, San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo, Ojuelos de Jalisco, hasta llegar a Zacatecas.

Ese largo camino se conoció como “El camino de la plata”, y posteriormente, pasó a formar parte de una ruta más larga, de México a Santa Fe, en Nuevo México, hoy Estados Unidos, y esa gran trayecto se conoce como “Camino real de Tierra Adentro”, nombrado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Es una ruta de más de 2,500 kilómetros de largo, y en su época, fue el camino más largo del mundo.


VIAJEROS


Inicialmente, tras la conquista española, el camino de Veracruz a México, era largo, requería descanso y alimento. Por eso a la mitad del trayecto se decidió fundar Puebla. Después se abrió el camino para carretas, se dispuso de esos transportes para acarrear todo lo imaginable.

Más adelante, cuando se trazó y comenzó a construir el camino de México a Zacatecas, había bastantes conflictos con los pobladores originarios de aquellas zonas del bajío, entre ellos los Chichimecas, que dieron una larga batalla al dominio español.

Es de subrayar, que cuando Sebastián de Aparicio construyó el camino de México a Zacatecas, en esa zona, a él y sus cuadrillas de trabajadores, los pobladores -no los atacaban-. Él supo convivir con aquellos pobladores, entendió sus necesidades, les proveía de lo necesario, incluso de alimento, y no sufrió ningún tipo de molestia.

 

Por esta labor, se conoce al Beato Fray Sebastián de Aparicio como patrono protector de los viajeros, camineros, peregrinos y choferes.

Sus restos mortales se conservan en el Templo de las Cinco Llagas, en Puebla, a donde infinidad de conductores llevan a bendecir sus autos, camiones y vehículos en general.

 

Igualmente en su época de constructor de caminos, se dio cuenta de muchas otras obras que hacían falta, y no solamente para acarrear minerales extraídos de las minas. Por ello, también se ocupó de hacer caminos para carretas en torno a la ciudad de Puebla, y conectó a San Martín Texmelucan, Huejotzingo, Cholula y otras localidades poblanas con su capital. Eso facilitó el comercio, el intercambio, el tiempo de recorrido, las visitas, etc.

 

Por eso, en San Martín Texmelucan, en la parroquia y convento franciscano de Santa María Magdalena, se tiene una bella imagen de él dentro de la iglesia. Y en Huejotzingo se hace anualmente la bendición de trailers y camiones, invocando su patronazgo y protección. En torno a la ciudad de Puebla, hay mucha devoción a él.

Es común en esos eventos de Puebla y Huejotzingo, ver automóviles particulares o transportes de carga, que llevan una calcomanía que muestra al Beato, con los brazos abiertos, rodeado de pequeños transportes: aviones, motocicletas, carros, camiones, etc.

 

 

BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO EN EL ESCUDO DE ARMAS DE OJUELOS DE JALISCO, JALISCO


Precisamente, esa labor de constructor de caminos, que en suma los hizo de Veracruz pasando por Puebla hasta la Ciudad de México, y luego desde la Ciudad de México pasando por San Juan del Río, Querétaro, San Miguel de Allende, Ojuelos de Jalisco, hasta Zacatecas, es que justamente en una de estas poblaciones, Ojuelos de Jalisco, en el Estado de Jalisco, su imagen de fraile aparece en el escudo de la población.

El “Camino Real de Tierra Adentro”, es un trazo de comunicación terrestre que con algunas ramificaciones, conectaba desde el Puerto de Veracruz hacía la Ciudad de México, y de ahí hasta Santa Fe, en Nuevo México, hoy Estados Unidos. La UNESCO ha reconocido como patrimonio de la humanidad dicho Camino Real, y Ojuelos de Jalisco forma parte de ese trayecto. Son 60 sitios a lo largo de ese camino los que se destacan, la mayoría con un fuerte para la presencia militar, pero únicamente en Ojuelos de Jalisco, se conserva el fuerte. Los demás sitios de la ruta también tuvieron construcciones fortificadas que sirvieron para la defensa de los bienes que se transportaban por ese camino, que principalmente eran productos extraídos de las ricas minas de Zacatecas, Guanajuato, etc.

De modo que Ojuelos destaca por varios motivos, entre ellos, la excelente conservación de su fuerte. Unas imágenes de esa fortaleza:





A continuación imágenes del autor, del escudo de Ojuelos de Jalisco, tomadas del techo del kiosco central de la población.


Como el escudo forma parte de un conjunto artístico plasmado en ese techo, aparecen otras figuras, cómo unas cadenas. Ellas no forman parte del escudo. 

 

En esa primera imagen vemos que el escudo se divide en cuatro partes, llamadas cuarteles. En la parte izquierda inferior, se puede ver un fraile sobre un camino.

 

El fraile es el Beato Fray Sebastián de Aparicio, y estar en el escudo hace memoria de que él construyó el camino de la Ciudad de México hacia Zacatecas. Es el escudo de armas oficial del poblado, por lo que está en la sede del gobierno y en cada banca del parque.

 




Al respecto de que es el Beato Fray Sebastián de Aparicio quien está representado como fraile en el escudo, se tiene la siguiente información. Se cita la fuente:

 

“ESCUDO DE ARMAS

Ojuelos de Xalisco carecía de Escudo de Armas, hasta el periodo presidencial del C. Prof. Joaquín Ibarra Alcalá, quien convocó en el año de 1978 a que se presentasen en concurso bosquejos de dicho escudo, siendo dos los participantes: Francisco Rodríguez Alférez y el ganador Ubaldo Montiel Vázquez, presentando lo que es el actual escudo. 

Formado en cuatro cuarteles donde se plasman el origen del nombre de Ojuelos en su cuartel izquierdo “Ojos de agua”.

En el cuartel superior derecho una perspectiva de “El Fuerte”, primer construcción el Ojuelos en 1570.  

Cuartel inferior izquierdo Un Camino y Un Monje en él, que representa el camino de México a Zacatecas y al monje Fray Sebastián de Aparicio, primer carretero de México; 

Cuartel inferior derecho “Un Nopal”, símbolo de nuestra semiarídez y el gran tunal.

En la parte superior del mismo cuartel, el símbolo de la intervención española, al lado izquierdo las cabezas de una Res y una Oveja, en la parte derecha una Planta de Maíz, que simbolizan la ganadería y la agricultura de nuestra región. Enmarcando dicho escudo la leyenda:

“Mis hombres me llevan al progreso con su esfuerzo e inteligencia”

Y en la parte inferior la leyenda:

“Ojuelos de Xalisco” con X.

Tomado del libro: “Ojuelos de Xalisco. Mis hombres me llevan al progreso…”. Monografía, Profr. Joaquín Ibarra Alcalá, Primera edición, COMPPRIME, H. Ayuntamiento 1995-1997

 

Así, el Beato Fray Sebastián de Aparicio, es reconocido como el autor de esa monumental obra de ingeniería civil que es el gran “Camino de la Plata”, después llamado “Camino Real de Tierra Adentro”, y orgullosamente, en Ojuelos de Jalisco, en el Estado de Jalisco, su figura e imagen, representan a la localidad.

En Ojuelos de Jalisco, se tiene además, el llamado "Puente de la Plata". Quien ideó, trazó y construyó el camino desde la Ciudad de México hasta Zacatecas, fue ese gran hombre, Sebastián de Aparicio, y si en el trayecto había que sortear obstáculos como ríos, es de fácil conclusión entender que él ideó los puentes.

Sebastián de Aparicio se ocupó de la construcción de este y otros puentes en esa ruta. Lo enormemente valioso de este "Puente de la Plata" en Ojuelos de Jalisco, es que sigue en pie, y por ello, se acompañan algunas imágenes para apreciarlo:




 

 

BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO EN SAN MIGUEL DE ALLENDE, GUANAJUATO

En el gran camino con que Sebastián de Aparicio unió a la capital de la Nueva España, con los centros de extracción de plata, como Zacatecas, hay muchas poblaciones hermosas, grandes, importantes y destacadas. En aquella época, al camino se le dotó de fortalezas militares, se engarzaron poblaciones españolas que se habían ido fundando antes, se desarrollaron haciendas proveedoras de alimentos para esos fuertes, poblaciones y viajeros, y favoreció a la economía facilitando el comercio, la expansión cultural, y la adaptación de las personas a nuevas geografías.

Una de esas poblaciones es San Miguel el Grande, hoy San Miguel de Allende. Fue fundada en 1542 por el Padre Fray Juan de San Miguel. Fue un sitio importante en el trayecto del “Camino real” mencionado, y no es casualidad que su ubicación y conectividad establecida desde ese siglo XVI, favoreciera a los pensadores y actores principales de la guerra de independencia, llegado su tiempo.

Así como los trenes conectaron a los actores de la guerra de la Revolución Mexicana, en su época, los personajes de la guerra de Independencia aprovecharon los caminos hechos para el traslado de minerales y extracciones mineras en la época colonial.

Sebastián de Aparicio, quien trazó y construyó el “Camino de la Plata”, fue un visitante frecuente en San Miguel el Grande en ese periodo. El gran camino atravesaba zonas semi áridas antes de llegar a San Miguel.

Para los viajeros, era un trayecto que se dirigía directo al poblado, pero para los habitantes, era un camino que servía entre otras cosas, para sacar y llevar a caminar y pastar al ganado que tuvieran, y por ello, lo que para el viajero sería “la entrada a San Miguel”, para el habitante local, era “el camino ovejero”. Para sacar a al ganado y regresarlo, en esa operación cotidiana del cuidado de los animales. 

Cuando Sebastián de Aparicio construyó ese camino, fue conocido entre los pobladores, con quienes seguramente compartió la sal y la mesa. La relación habrá sido positiva y de gran afecto, al grado que en esa zona del trayecto que va de la ciudad de México hacia la entrada a San Miguel, hay una comunidad que se llama “Aparicio”, a menos de diez kilómetros al noreste del actual centro de San Miguel. Justo en el “camino ovejero”.


Además, en el barrio del tecolote, (uno de los más antiguos de San Miguel, que se pobló inicialmente por otomíes), está la calle de “Aparicio”. Se extiende por algunas cuadras, desde su esquina con la calle Núñez, hasta la esquina con la de Homobono.


En esta calle se encuentra aun la casa (esquina con la calle Núñez), a la que solía llegar Sebastián de Aparicio en sus visitas a San Miguel.


Y en esa misma cuadra, y misma calle, a un par de predios de distancia, está el sitio a donde llevaba y guardaba sus animales.


Esa arteria vial “Aparicio”, en la esquina con la calle Núñez, cambia de nombre a “Mesones”, que es el nombre antiguo para los sitios que cumplían la función de restaurante y hospedaje. En ella, se encuentra el acogedor Hotel “San Sebastián de Aparicio”.




Es para mí muy importante mencionar mi agradecimiento a los asistentes a la “Tertulia cultural Caminando por las Calles de San Miguel”, que conduce el Señor Luis Antonio López Torres, y particularmente a él, por permitir la exposición acerca de la vida y obra del Beato Sebastián de Aparicio, y por la información que en ese evento aprendí de ellos.

Del Señor Antonio López pude escuchar la siguiente narración:

“Cuenta la leyenda que Sebastián de Aparicio, cuando transitaba por esto lugares, en lo que actualmente es la Comunidad o Rancho de Aparicio, había una herrería. Venía el fraile con su burro, ya un poco desgastado de sus herraduras. Y al pasar por la herrería, le pide al herrero que le cambie las herraduras, éste accedió, pero cuando el trabajo estuvo concluido, Sebastián le agradeció con su bendición, diciéndole que Dios le pagaría. Con lo que el herrero no estuvo de acuerdo. Y le dijo: “usted me pidió el trabajo, usted tiene que pagar por mi trabajo”.

Entristecido el fraile volteó a ver a su burro, y le dijo: “burrito, tenemos que entregar lo que no es nuestro”. Entonces el burro levantó una pata, y la empezó a sacudir hasta que se zafó la herradura. Y así con las cuatro patas. Y devolvieron las herraduras. Al ver el herrero el milagro de lo que había sucedido con el burro, el herrero recapacitó, y al final le dio las herraduras a Fray Sebastián”.

“Se dio después el momento de que Fray Sebastián de Aparicio regresó, y el herrero decidió irse con él, para hacerse religioso también, por haber conocido a un hombre verdaderamente elegido por Dios”.

Este relato me fue compartido, a partir de una ilustración del libro “Lorenzo Barajas Moreno, con 100 dibujos y grabados”, página 37, llamada “Fray Sebastián y su burro”, editado por la “Tertulia Cultural Caminando por las Calles de San Miguel”.

El Señor Ignacio Chávez Espino, me comentó que Sebastián de Aparicio llegaba con sus carretas desde Querétaro, se iba internando a San Miguel, y terminaba su acceso por la calle que actualmente se llama “Aparicio”, en el barrio del tecolote. Es una familiar de él, su prima hermana, quien tiene el mencionado hotel.

El Señor Juan José Villa fue quien me explicó que la casa con la imagen de San José, en la esquina de Aparicio con Núñez, es la que habitó Sebastián de Aparicio., y que a tres puertas está el predio donde eran las caballerizas que nuestro personaje utilizaba.

El señor Antonio López muy amablemente me llevó a conocer la comunidad de Aparicio, al noreste del centro de San Miguel de Allende.

Aquel día 24 de mayo de 2023, en el que me permitieron exponer el tema sobre el Beato Fray Sebastián de Aparicio en su tertulia cultural, les comenté que en donde fuera una propiedad del Beato, (en su tiempo llamada Hacienda de San Nicolás, luego hacienda del Rosario), se filmó la película “Allá en el Rancho Grande”, en sus dos versiones.

Afortunadamente me hicieron saber que el autor de esa canción que da nombre a la película, la canción “Allá en el Rancho Grande”, es don Braulio Zavala, oriundo de San Miguel de Allende. Así que en Azcapotzalco se filmó parte de la película, y de San Miguel salió la inspiración creadora de la canción. Un hermanamiento cultural muy bello.

Agradezco mucho a la entusiasta agrupación que da vida a la mencionada tertulia, a su amable conductor Señor Luis Antonio López Torres, por toda la información, apoyo y facilidades para la difusión del tema del Beato. A continuación una foto del recuerdo:

 


 

BEATO FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO.

PATRONO DE LA CHARRERÍA MEXICANA

 

Originalmente, tras la conquista, los indígenas tenían prohibido montar a caballo. Sebastián de Aparicio se encargó de que la corona española, a través del virrey instalado en la ciudad de México, permitiera que los indígenas de Nueva España, montaran a caballos, pues Sebastián de Aparicio, requería que sus trabajadores pudieran ayudarle en la crianza y doma de animales de tiro, los cuales empleaba para jalar sus carretas, y entre otras cosas, construir los caminos que le encargaba la misma autoridad virreinal.

Logró así que los indígenas convivieran legalmente con los caballos y otros animales de ganadería. Nació la oportunidad de que los nativos jinetearan a los animales, hicieran cabalgatas. Con el tiempo y la convivencia se atrevieron a hacer maniobras o “suertes” y de esa forma nació la charrería, que es orgullosamente el deporte nacional de nuestro país.

 

Por este motivo, a Sebastián de Aparicio se le reconoce como el patrono protector de los charros mexicanos y de los ganaderos.

 

Más adelante, cuando concluyó la construcción de esos largos caminos descritos, Sebastián de Aparicio, compró algunas propiedades, como una hacienda entre Azcapotzalco y Tlalnepantla a la que llamó Hacienda de San Nicolás, y otra por Chapultepec.

En ellas desarrolló la ganadería que ya había ejercido, y también la agricultura, la cual conocía desde su infancia.

Referente a la siembra, su niñez y juventud fue en el campo, al llegar a Nueva España, ya desde Veracruz había fabricado el primer arado, y ahora en su hacienda de Azcapotzalco, capacitaba a los nativos en nuevas formas de aprovechar la agricultura, ya que él tenía tierras, ganado y nuevas responsabilidades: mantener sus haciendas con su producción.

Para él trabajaron algunos de los vecinos de los pueblos de San Martín Xochinahuac y San Juan Tlilhuaca, que ya de por sí, tenían la agricultura como una de sus principales actividades económicas, y les capacitó en formas de aprovechar mejor todo el proceso y desarrollar los cultivos.

 

Por ese motivo, el Beato Fray Sebastián de Aparicio, también es reconocido como patrono protector de los agricultores.

 

En su hacienda en Azcapotzalco, la parte en donde se guardaba el grano, dice el cronista local Marcelino Peña, que aun pueden verse las paredes dentro de la tienda de telas “La Parisina”, en del complejo comercial Rosario Town Center, lo cual efectivamente es así. Y además, la calle exterior, cuyo trazo va a dar directo al establecimiento, todavía se llama “de los ángeles”, nombre que le dio a ese camino Sebastián de Aparicio.

En aquel tiempo, las carretas de carga salían con mercancía, granos, y los productos que cultivaban en la hacienda de Sebastián de Aparicio, y por confiar en ellas el producto de todo su esfuerzo, llamaba a sus carretas, “sus ángeles”. Por ese motivo, el camino por el que se alejaban (o regresaban) dichas carretas, se llamaba y sigue llamando “de los ángeles”. Es una arteria muy utilizada en el pueblo de San Martín Xochinahuac. Casi cinco siglos de existencia y con el mismo nombre.

 

SEBASTIÁN  DE APARICIO Y LA OFRENDA DE MUERTOS


En su hacienda de Azcapotzalco, donde vivió aproximadamente 20 años, (1552 a 1572), formó una especie de escuela técnica de oficios, sería la primera en estas tierras, para capacitar a sus trabajadores en diferentes labores como herrería, curtido de pieles, fabricación y cuidado de herramientas, y probablemente elaboración de productos lácteos básicos. Y no solo a sus trabajadores, sino también a gente de las diferentes poblaciones que eran sus vecinas. Tuvo gran amistad con gente de San Juan Tlilhuaca, San Martín Xochinahuac, de Tlalnepantla, del centro de Azcapotzalco, entre otras.


Por este motivo, se le reconoce como un auténtico profesor de capacitación técnica, fundador de la primera escuela de oficios, y se le ha llegado a considerar también patrono protector del gremio docente: los maestros.


Siendo sus amigos, y varios de ellos sus trabajadores, tuvo cercanía con sus costumbres, y pudo notar que en ciertos periodos del año, los nativos seguían algunas tradiciones, y algunas de ellas no eran necesariamente de observancia cristiana.

Un ejemplo de ello fue que vio cómo en la intimidad de sus hogares, en la temporada en que honraban a sus difuntos, colocaban platillos que eran del gusto del pariente fallecido, con la idea de viniera a disfrutarlos, en color o aroma, y saber que era recordado con cariño.

Sebastián de Aparicio, consideró que una tradición tal como la estaban conservando, podría traer problemas con la autoridad eclesiástica, la religiosa, y sus amigos y trabajadores, podrían llegar a ser castigados. Como amigo, no deseaba ningún mal para sus amistades. Como empresario, no quería que su personal calificado y capacitado, tuviera problemas.

Por ambos motivos, les sugirió profundamente, que colocaran una gran cruz al centro de sus ofrendas, que rezaran oraciones católicas, y pidieran a manera cristiana por el descanso del alma de sus difuntos. Que consideraran hacer rezos por las Ánimas del purgatorio, es decir no solo por sus muertos, sino por esas almas en pena necesitadas de oración.

De esta manera, las creencias antiguas y la nueva religión no tuvieron conflicto en ese colorido, aromático y cariñoso montaje, que además de ser estructura espiritual, es altar de oración por el fallecido y las demás almas. Aun hoy en día, México disfruta con los sentidos y los sentimientos de esa conexión tan peculiar, que se combina en las Ofrendas de muertos. Y esto es gracias a las consideraciones de Sebastián de Aparicio para con sus amigos y vecinos en Azcapotzalco, quienes a su vez le dieron su confianza para reorientar el montaje de sus ofrendas, los elementos integrantes, y la dirección de sus plegarias.

 

Por ello se considera al Beato Sebastián de Aparicio, facilitador de esta linda y muy mexicana tradición de la Ofrenda de Muertos.

 

Desde la población de Azcapotzalco, Sebastián de Aparicio hizo sus visitas al Tepeyac, sitio de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, ya que sólo las separa una distancia de 6 kilómetros aproximadamente. Muy seguramente Sebastián de Aparicio, mejoró el camino que unía a Azcapotzalco con el Tepeyac desde tiempo prehispánico, y lo amplió para el paso de carretas, y traslado de peregrinos.

Sebastián de Aparicio, tuvo oportunidad de conocer a Juan Diego, principal testigo de dichas apariciones de 1531. Juan Diego vivió en el Tepeyac desde ese año hasta su muerte, en 1548.

Es importante resaltar, que en noviembre del año 1532, salió justamente de Azcapotzalco, la primera peregrinación de nativos hacia el Tepeyac para visitar a la Virgen de Guadalupe. Esta peregrinación sigue efectuándose, y se conoce con el nombre de “Peregrinación de los Naturales”. Cada mes de noviembre se lleva a cabo. Está próxima a tener su edición número 500.

Sebastián de Aparicio también convivió con Don Antonio Valeriano, que fue gobernante de una parcialidad de Azcapotzalco, y fue quien escribió el llamado “Nican Mopohua”, en donde se describen las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Este personaje nativo de Azcapotzalco, maestro en la escuela de Santiago Tlatelolco, hablante de náhuatl, latín y castellano, vivió hasta el año 1605. Sebastián de Aparicio hasta el 1600.

Como puede entenderse, la larga vida de Sebastián de Aparicio en Azcapotzalco, la ocupó en desarrollar una vida de empresario hacendado, famoso ya entonces por haber construido tan importantes caminos en la inmensidad de la Nueva España, facilitó enormemente la vida laboral y productiva de los nativos con el arado, la carreta, la escuela de oficios, la naciente charrería, también se ocupó de la parte espiritual, al difundir el guadalupanismo en sus largos recorridos y de solucionar que las Ofrendas de Muertos tuvieran manera de seguirse colocando, integradas ahora en una modalidad católica de honrar a los muertos y pedir por su alma.

 

En sus largos recorridos llevando materiales para nuevas iglesias, también transportó imágenes religiosas, y entre ellas varias de la Virgen de Guadalupe, por lo que se le reconoce como importante difusor del culto a la guadalupana. No es casualidad que muy cerca de la ciudad de Zacatecas, que Sebastián de Aparicio ayudó a conectar con caminos, se haya fundado la población con el nombre de Guadalupe.

 

Su larga vida (98 años) en una época en que la expectativa de vida no era para nada similar a la actual, y aun ahora no es un promedio de vida los 98, habrá llegado la soledad tras la muerte de amistades. Con su larga y exitosa vida de empresario carretero y caminero, amasó una gran fortuna. Vendría aparentemente una vida de soledad y necesidades, poseedor de un caudal considerable.

 

MÁS SOBRE SU VIDA EN AZCAPOTZALCO


Se casó a los 60 años de edad con una chica muy joven, de extracción sencilla y más bien humilde, del rumbo de Chapultepec. Lo hizo con la condición de poder mantener él su castidad. Lamentablemente quedó viudo al año. La dama fue enterrada en la parroquia de Tacuba, donde un año antes se había casado.

Volvió a casarse a los 63 años, ésta vez con una jovencita de la cercanía de Azcapotzalco, hija de un hacendado vecino, igualmente bajo la condición de poder él mantener su castidad. La mujer también falleció casi al año de casados. Ella fue enterrada en el atrio de la Parroquia de Azcapotzalco.

Continuó su vida en Azcapotzalco, sus labores de ganadería y agricultura, ocupándose de sus haciendas. Solía ir a Tlalnepantla en donde estaba su confesor que era franciscano. (Actualmente, en la Catedral de Chorpus Christi en Tlalnepantla, hay una imagen grande del Beato Sebastián de Aparicio).




Cabe mencionar que Tlalnepantla, población vecina de Azcapotzalco, también forma parte del “Camino de la plata”, después llamado “Camino Real de Tierra Adentro”. Es de notar entonces que para su vida privada, Sebastián de Aparicio eligió un lugar que le permitía estar al lado del camino que él construyó.

 

PUENTE FRAY SEBASTIÁN DE APARICIO, SAN NICOLÁS, TEQUISQUIAPAN, QUERÉTARO


No por haber fincado sus haciendas en Chapultepec y Azcapotzalco, significa que este hombre que había recorrido España de norte a sur, que cruzó el Océano Atlántico, y que atravesó la Nueva España en diferentes direcciones trazando caminos, se iba a quedar encerrado en su propiedad. Vivió ahí de 1552 a 1572, pero ocasionalmente viajó.


Por ejemplo, en el año de 1561, cuenta el cronista de San Juan del Río, Querétaro, Ubaldo Neftalí Sáenz Bárcenas, que Sebastián de Aparicio construyó el primer puente de aquella localidad, que actualmente se considera la construcción más antigua de todo el estado de Querétaro.

 

Dice la fuente https://www.sanjuandelrio.gob.mx/files/2018_2021/Rio_San_Juan_y_sus_Puentes.pdf

“El primer puente sobre el río (1561).

A partir de la fundación castiza de San Juan del Río en 1531, con el propósito de continuar la conquista y evangelización de los pueblos hacia el norte de la Nueva España, pero sobre todo de explotar las riquezas de las minas de Zacatecas, surgió la necesidad de dar tránsito permanente al Camino Real de Tierra Adentro que se veía afectado por las crecientes del río San Juan.

El caudal del río era muy grande y la corriente de sus aguas muy fuerte, sobre todo en tiempos de lluvia, lo que hacía imposible el cruzarlo dejando varados a los viajeros y sus cargas en ambos lados. Se dice que eran semanas, incluso meses los que tenían que esperar a que bajara el caudal y la fuerza del agua para poder hacerlo.

Esto acarreaba varios problemas, entre ellos, asaltos a las cargas, desabasto de víveres mas allá de San Juan del Río hacia el norte, etc. Las grandes crecidas y venidas del río eran motivo de quejas por parte de dueños de recuas, así como de comerciantes y viajeros, que les imposibilitaba seguir su camino mientras el río no bajara, estando obligados a pasar varios días en el pueblo, con los consiguientes gastos imprevistos.

Para atender el problema, sobre todo de inseguridad hacia el lado poniente del río, es que se pide la autorización al rey para construir una Venta y con ello brindar hospedaje y resguardo a los viajeros que quedaran varados en ese lado. En efecto se autoriza y se construye la Venta, como mesón, lo que aliviana el asunto.

Pero la necesidad de construir un puente sólido que diera tránsito permanente era imperante.

Para resolver este problema, en el año 1561, un fraile franciscano de nombre Sebastián de Aparicio, gestionó la construcción de un puente sobre el río San Juan. Sebastián buscó el tramo más angosto del río, pero que estuviera lo más cercano posible al pueblo de San Juan del Río.

“En inmediaciones de La Llave se construyó un pequeño puente, de un solo arco, hecho con materiales obtenidos de los cerros cercanos al lugar: cantera labrada para el arco, piedra de ópalo para el pavimento, piedra y tepetate para los muretes; tepetate, arena y gravilla para el mortero con que fue unido todo.

Treinta años habían pasado desde la fundación. Los permisos para la construcción de este puente fueron concedidos por el virrey Luis de Velasco, quién gobernó la Nueva España entre 1550 y 1564. El puente ostentó en una piedra de cantera colocada en su parte central, una inscripción con la siguiente leyenda: “reinando la majestad del gran Carlos V nuestro señor que Dios guarde muchos años se empezó por don Luis de Velasco gobernador y capitán general de esta Nueva España… a quien le dedicó… Benjamín R. de Sotomayor. 1561 años”.

Benjamín, fue el constructor de la obra por encargo. En documentos antiguos se le menciona como "La puente que va a las zacatecas" (sic).

Aunque la placa de cantera no mencionaba a Sebastián de Aparicio, a él se debe su construcción; a este personaje también se le atribuye el trazado de la actual Avenida Juárez, conocida anteriormente como el Camino Real de Tierra Adentro.

El puente de Fray Sebastián de Aparicio es considerado la construcción colonial sobreviviente más antigua de todo el estado de Querétaro, razón por la cual se le tomó como referencia de todo lo que se construyó posteriormente.

Conforme los años pasaban, aumentaba el tráfico y las cargas por el Camino Real de Tierra Adentro. El tener que salirse del camino y trasladarse hasta este puente para poder cruzar el río, después tener que regresar al pueblo para volver a encontrarse con el camino no era lo más efectivo, afectaba los intereses del gobierno virreinal.

Dado que el tránsito por el puente además de ser pesado era constante, en 1621 tuvo que ser reconstruido y una vez más a principios del siglo XVIII. En la segunda mitad del siglo XVII, los clérigos del hospital y convento de San Juan de Dios, así como los frailes del convento de Santo Domingo, brindaban el servicio de canoas para conseguir cruzar a personas y cargas sobre el río, de los cuales obtenían fondos para su manutención general. El servicio de canoas fue concesionado a la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, esta cofradía fue una de las instituciones más importantes de San Juan del Río, sobrevivió hasta mediados del siglo XX.”

 

Imágenes de dicho puente (de cuando todavía estaba semi enterrado) han sido difundidas en distintas publicaciones, principalmente queretanas, por ejemplo:

Esta es una fotografía publicada el “El sol de San Juan del Río” el 13 de septiembre de 2019, versión digital en https://www.elsoldesanjuandelrio.com.mx/cultura/visitan-puente-fray-sebastian-de-aparicio-4174031.html

En ese interesante y valioso artículo de la reportera Laura Olguín C. explica que asistentes a una conferencia del cronista Ubaldo Neftalí Sáenz, le escucharon lo siguiente acerca de dicha construcción:

“Es un puente de un solo arco, en la cantera central se encontraba una leyenda “reinando la majestad del gran Carlos V nuestro señor que Dios guarde muchos años se empezó por don Luis de Velasco gobernador y capitán general de esta Nueva España… a quien le dedicó… Benjamín R. de Sotomayor. 1561 años”.

“Los permisos para la construcción fueron otorgados por el virrey don Luis de Velasco, quien gobernó la Nueva España de 1550 a 1564, a quien se hace alusión en la citada leyenda.

Entre los datos que expuso el cronista, citó que el puente está construido con materiales de cantera rosa y tepetate, en bardas y piedra de ópalo en el empedrado del camino, todo unido con argamasa artesanal (mortero hecho con baba de nopal, tepetate y arena), estos materiales, dijo, no son del sitio, tuvieron que haber sido transportados de los cerros cercanos como el de La Llave, que se conforma de ópalo del cerro de San Nicolás que integra tepetate, y las piezas de cantera para el arco, fueron labradas.

También hizo referencia a que fue Sebastián de Aparicio, quien dijo, él pidió permiso al gobierno virreinal para abrir un nuevo camino que traería prosperidad y progreso para todos, “se propuso nada menos que abrir el camino real de tierra adentro de México hasta Zacatecas que empezaba a manar plata de sus entrañas” -comentó- se admira esta obra titánica de Sebastián de Aparicio por sus vastas y grandiosas proporciones”.

Hasta aquí la transcripción del artículo periodístico.

 

De una visita del autor a San Nicolás, Tequisquiapan, Qro, las siguientes fotos del aspecto actual (mayo 2023) de dicho puente, que lleva por nombre oficial “Puente Fray Sebastián de Aparicio”:

 


 Un agradecimiento profundo y sincero a la Familia Álvarez Rodríguez que me guió hasta este lugar, de importancia nacional.

 

EN 1572 SEBASTIÁN DE APARICIO INICIÓ SU VIDA NETAMENTE RELIGIOSA


Luego de una larga vida de titánicos logros, en 1572, a la edad de 70 años, y por consejo de su confesor de Tlalnepantla, Sebastián de Aparicio decidió vender sus haciendas y propiedades, y donar casi toda su fortuna a las Madres Clarisas, de inspiración franciscana, orden religiosa que entonces atravesaba serias dificultades económicas para continuar existiendo. Con ese dinero, ellas solucionaban sus problemas. El caudal quedó formalmente entregado con escritura de diciembre de 1573. Sebastián de Aparicio puso como única condición que lo aceptaran como donado, es decir entregarse él con su persona al servicio de las monjas. Estuvo ocupado en la limpieza del monasterio y como portero.

Luego, el 09 de junio de 1574 fue al Templo de San Francisco en la ciudad de México, a solicitar su ingreso como novicio entre los hermanos franciscanos, en donde hay una placa:


Tras un año de noviciado, plazo que vencía el primer tercio de junio de 1575, debían votar sus compañeros frailes, si lo aceptaban como uno más. Por su edad dudaban si aceptarlo o no, pues creían que iban a tener que estar cuidando al anciano. Tres días deliberaron si ameritaba el hábito o no. Finalmente no se opusieron, y fue aceptado como fraile, el 13 de junio de 1575. A Fray Sebastián esto le dio mucho gusto, pues ingreso formalmente como fraile el 13 de junio, día de San Antonio de Padua, quien fuera gran amigo de San Francisco, líder y patrono de la orden a la que ingresó.

San Antonio era natal de Lisboa, Portugal, y Sebastián de Aparicio lo era de Galicia, y si entre el español y el portugués hay similitudes profundas, las hay más entre gallego y portugués. Finalmente Galicia y Portugal son tierras vecinas, mucho compartían. Sebastián se sintió bendecido por ingresar el día de tan gran y Santo hermano franciscano.

Por instrucciones de sus superiores, a la semana fue enviado a Puebla, específicamente a la población de Tecali. Cabe decir que ese lugar es de clima y paisaje áspero, y aun con la mitad de edad, ya la pasa uno difícil para ese trayecto. Pero no lo sufrió Fray Sebastián, de 73 años, pues entrenado estaba desde antes, cuando construyó el camino atravesando partes de Querétaro, Jalisco y Zacatecas, en zonas de semi aridez marcada.

Luego de casi un año, fue llamado a regresar a Puebla, en donde permaneció el resto de su vida, laborando como fraile limosnero, yendo con su carreta a recoger limosna a las diferentes poblaciones cercanas a la capital poblana.

Los caminos de aquella región, ya lo habían visto pasar décadas antes con sus carretas, y lo vieron construir buenos caminos entre Puebla y Huejotzingo, Cholula, etc., de modo que el territorio le era demasiado familiar, y las nuevas generaciones de pobladores, valoraban la presencia de ese hombre cuya fama quedaba, por lo que brindaban buenas limosnas a tan noble y emprendedor personaje.

En alguna ocasión, una mujer pidió al fraile Sebastián de Aparicio le diera por favor su cordón franciscano, para ayudarla a tener un buen parto. Él accedió.

La mujer tuvo un buen alumbramiento, y la voz se pasó entre la población, de manera que en vida se le llegó a considerar con santas virtudes.


Por ello, en el Templo franciscano de las cinco llagas, en Puebla, se venden replicas del cordón del Beato Sebastián de Aparicio, para acompañar con su intercesión a las futuras madres.


Fray Sebastián acostumbraba pasar tiempo en un sitio muy cercano al Templo de las cinco llagas en Puebla. Prefería pernoctar fuera de edificaciones, al aire libre. Ese sitio está como a 6 kilómetros del Templo. Hoy se llama ese lugar “San Sebastián de Aparicio”.

Si, ya con el “San”.


Resulta que ese lugar, tenía un hermoso gran árbol, y tras él una ligera hondonada, en cuyo fondo pasaba un río. Cuando Fray Sebastián regresaba de recolectar la limosna por diferentes poblados, al enfilarse hacia el Templo destino, paraba en este lugar, dejaba a sus animales bajar hasta el río a beber agua, y pastar en la orilla del mismo.

Mientras él se acomodaba a la sombra de aquel árbol, agradecía a Dios y descansaba, pasaba la noche mirando las estrellas, y al día siguiente terminaba de llegar al Templo.

Esta frecuente acción, advertida por los vecinos, dio pie a que con el tiempo, pusieran su nombre al poblado. Hoy se llama “San Sebastián de Aparicio”, su imagen la tienen en la Parroquia de Nuestra Señora del Destierro.


El nombre de la parroquia hace alusión a la parte de la vida de Sebastián de Aparicio, que de joven dejó su casa y a los 31 años de edad tuvo que dejar su tierra natal, para buscar mejorar su vida. Se embarcó en España, a donde nunca volvió, y llegó a Veracruz sin nada en las bolsas. Solo su ánimo y la Fe en Dios.


Por este motivo, se le ha reconocido al Beato Fray Sebastián de Aparicio, como patrono de los Migrantes.


Sobre él, (quizá por orden alfabético de apellidos), es el primer capítulo del libro “Fui extranjero y me acogiste. Santos y beatos en el mundo de la migración”, Varios autores, editado por la Pastoral de Migrantes y Movilidad Humana. El capítulo de Sebastián de Aparicio lo redactó Fr. Cosme Juárez Delgado, OFM., dice:

“Esta movilidad, relacionada con el cruce de fronteras en su vida, es la que me lleva a proponerlo como ejemplo de perseverancia y búsqueda de nuevas opciones para alcanzar una vida más digna, y entre estas formas, el fenómeno de la migración que tiene como causas estructurales la pobreza y la violencia”.


El árbol antiguo ya murió, pero uno nuevo se colocó. Y en la base de la jardinera que lo contiene, pusieron una placa que dice:

“Aquí oraba el insigne varón franciscano –Fray Sebastián de Aparicio- pídale usted por todos los necesitados”.


 

SU MUERTE, SU CUERPO, SU BEATIFICACIÓN, SU HOMENAJE, SU FUTURO

 


Fray Sebastián de Aparicio falleció el 25 de febrero del año 1600, entre sus hermanos franciscanos, en Puebla. Cinco días antes de su muerte, había regresado de ir por limosna a Tlaxcala. Es decir, trabajó en beneficio del prójimo hasta casi su último día de aliento, y todo su esfuerzo y recompensa material terminó en manos de guardianes de la Fe.

Su cuerpo fue enterrado. Cinco meses después, fue desenterrado y se observó que no se había descompuesto. Fue vuelto a enterrar. Más adelante nuevamente fue abierta su sepultura y continuaba incorrupto el cuerpo.

Este y otros motivos de peculiar consideración, y los méritos concedidos a través de él como intercesor ante Dios, es decir milagros, le valieron que fuera elevado a Venerable Siervo de Dios, el 2 de mayo de 1768. Posteriormente, fue elevado a la categoría de Beato el 17 de mayo de 1789. Su cuerpo incorrupto se conserva en una urna de cristal, en el Templo franciscano de las Cinco llagas, en Puebla.


 

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Los fieles acuden a él a pedir su intercesión ante Dios para innumerables favores, su fiesta es el 25 de febrero, y grandes cantidades de choferes acuden al templo a bendecir sus vehículos a lo largo del año.

Una réplica completa de su cuerpo se tiene en la Parroquia de Santiago Tlaltelolco, en la ciudad de México.


 

Por ejemplo en la ciudad de Celaya, Guanajuato, en su Catedral, dedicada a la Purísima Concepción, todo el interior fue remodelado al estilo neoclásico por el afamado arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras. En uno de los nichos del lugar, está la imagen del Beato Sebastián de Aparicio.

 




Entrando a la Catedral de Celaya, del lado izquierdo, en el primer nicho, está la imagen del Beato Fray Sebastián de Aparicio. Frente a él, en el primer nicho del lado derecho, está la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuya devoción fue muy difundida por él.

La imagen del Beato Fray Sebastián de Aparicio esta en varios sitios religiosos. Algunos de ellos ya fueron mencionados en el texto, y otros más son por ejemplo:

-       La Capilla de la Vingen de Zapopan, en la Catedral Metropolitana, en la Ciudad de México, un cuadro.

-       La parroquia de San Juan Bautista, en Coyoacán, Cdmx, una imagen

-       En el monasterio de San José y Santa María de Guadalupe (Madres clarisas), en San Juan Tlilhuaca, Azcapotzalco, una imagen.

-       En el monasterio de San Juan de la Penitencia, (Madres clarisas), en San Juan Tlilhuaca, Azcapotzalco, una imagen.

-       En la Capilla de San Salvador Nextengo, en Azcapotzalco, un cuadro. Hace memoria de que en esa zona, Sebastián de Aparicio llevaba a beber agua a su ganado desde su hacienda, y ahí se detenía. Narra el cronista de Azcapotzalco y de la Ciudad de México, José Carbajal Cortés, que fue en esa capilla, en donde varios años después, se hicieron las reuniones para juntar testimonios y material para su consideración en el Vaticano, para el proceso de ascenderlo en categoría religiosa.

 

Con el nombre de Sebastián de Aparicio, existe un arco en Amecameca, Edomex. Está justo en el centro de dicha población, en la Avenida Fray Martín de Valencia, Sector Sacromonte. La construcción de dicho arco se atribuye al Beato. Alguna vez en el siglo XX, un camión de pasajeros chocó contra una base del arco. En la remodelación, dejó de tener un distintivo que lo vinculaba con el Beato.

En la Alcaldía Álvaro Obregón, en la Colonia Minas de Cristo, está la calle “Sebastián de Aparicio”, y cerca de ella, en la misma Colonia, el Andador Carretelas.





Muy cerca de la Basílica de Guadalupe, en la Alcaldía Gustavo A. Madero, en el Pueblo de Santiago Atzacoalco, está la calle “Fray Sebastián de Aparicio”.


La calle se extiende hasta la colonia aledaña, llamada Vasco de Quiroga, en la misma alcaldía.



Incluso hay una sección con un letrero antiguo, de cuando se utilizaban “zonas postales”, antes de los códigos postales, en donde la calle se nombra “San Sebastián de Aparicio”.



 

EQUIPO DE FÚTBOL INFANTIL, "DEPORTIVO SEBASTIÁN DE APARICIO", CANCHA "LOS OLVIDADOS", AZCAPOTZALCO 

 

En Azcapotzalco, Cdmx, en la liga de fútbol de la Cancha “Los olvidados”, hay un equipo de categoría infantil, que participa desde 2023 con el nombre de “Deportivo Sebastián de Aparicio”, en cuyo emblema tiene a un niño con aureola y uniforme café con cordón franciscano. El patrocinio de ese equipo es por parte del autor del presente texto. El diseño del escudo fue obra de Faty Kim Mingi.



 

VIDEOS Y OBRA DE TEATRO, SOBRE VIDA Y OBRA DEL BEATO SEBASTIÁN DE APARICIO 

 

En la misma alcaldía de la Ciudad de México, el colectivo “Guardianes del Patrimonio Tlilhuaca”, con la tutela de Raquel Rodríguez Sandoval, la activa participación de María Trinidad Rodríguez Sandoval y Fátima Guadalupe Uribe Rodríguez, en conjunto con Martín Borboa Gómez, (autor de esta publicación), han hecho algunos videos acerca de la vida y obra del Beato Sebastián de Aparicio, publicándolos desde el 25 de febrero de 2023 (día de la fiesta del Beato), en diferentes foros. Igualmente, lo han montado como representación teatral, a manera de "entrevista" al Beato.



Seguramente en México, hay más cosas relacionadas al Beato de las aquí incluidas. Es del interés del autor, seguir conociendo y reuniendo información. Todo con el ánimo de seguir difundiendo el alcance de la obra terrenal de Sebastián de Aparicio, así como difundir lo relacionado a su intercesión ante la Divinidad, y el interés por elevarlo a Santo.

 

La Comisión para la Causa de los Santos, de la APM (Arquidiócesis Primada de México) está trabajando en reunir testimonios, actos y material, que ayuden a cubrir los requisitos, para que el Beato Fray Sebastián de Aparicio, suba a la categoría de SANTO.

 

Por ello, es también importante que las poblaciones que tengan algo relacionado al Beato Sebastián de Aparicio, conozcan lo más posible de su historia y su obra, pues en materia eclesiástica, lo veremos subir a los altares.

Habrá que estar preparados.

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MARÍA FRANCISCA LÓPEZ SUÁREZ