SIRENA RAPTÓ AL TLATOANI DE AZCAPOTZALCO
SIRENA RAPTÓ AL TLATOANI DE AZCAPOTZALCO
Por Martín Borboa Gómez
En la “Alameda Norte”, en el Pueblo de Santa Bárbara Tetlalman Yopico, en Azcapotzalco, Cdmx, hay placas que hacen referencias a los pueblos originarios de la alcaldía.
En la placa que
habla de Izquitlán, dice que su nombre en náhuatl que significa “lugar de maíz
tostado o esquites”.
Dice que el lugar
también se conoce como Tezcacoac, que en náhuatl significa, dice: “serpiente de
espejo”.
Y que desde el
siglo XVI, se llama también Los Santos Reyes Magos, y que actualmente solo se le
dice Los Reyes.
Ahora pasemos a
la Leyenda.
SIRENA RAPTÓ AL TLATOANI
Dice que: “Izquitlán:
lugar de palacios tepanecas, zona agrícola, famosa por sus huertos, sitio de
leyenda, en donde estando en una comida “El Tlatohuane” (Tlatoani) de Azcapotzalco,
es raptado por una sirena de la fuente de Zancopinca, dando a cambio cada año
una bandeja de legumbres y fruta como pago por el hombre que se llevaba”.
En ocasiones, acerca
de la fuente o manantial de Xancopinca, se hace referencia a la antigua presencia
de una mujer atractiva en el tiempo que esa fuente existía, época prehispánica,
que estaría ubicada dentro de lo que hoy son los terrenos de la actual Unidad
habitacional Cuiltáhuac.
Casi siempre, esa
referencia señala lo atractiva que era ella, la seducción que ejercía sobre los
varones, y el mortal destino de éstos al caer en sus manos, y ser llevados bajo
el agua en la corriente subterránea.
Sin embargo, el
acontecimiento que menciona la placa, es de otro nivel, pues para empezar, la
identifica como sirena (las otras referencias solo como mujer buena nadadora),
el sitio donde lleva a cabo su malévolo plan fue en Izquitlán, no en Huacalco donde
estaba la fuente y ella solía atacar, y además, la placa señala que se llevó ni más
ni menos que al más importante varón de Azcapotalco, al tlatoani.
Así que la sirena
de Xancopinca salió de su zona de confort (Huacalco), y se atrevió a hacer
víctima al más importante personaje de la región, al gobernante, y luego
imponer un tributo anual al pueblo.
Dicho de esa
forma, quise compartirlo, porque me parece un dato singular que por algo lo
dice la placa metálica en la Alameda Norte.
Las otras
versiones que he escuchado, suelen narrar la leyenda con mero impacto en Huacalco
y solo con varones que van pasando, digamos, transeúntes incautos, y nunca del
rango cómo el de la leyenda aquí expuesta.
En fin.
Para terminar, acompaño el artículo con imágenes que tomé en una reciente visita a la Alameda Norte, hermoso pulmón que entre semana suele lucir solitario y callado, y en fin de semana, las fiestas familiares se instalan una junto a otra en cierta zona del parque, con su respectivo sonido.