PASEANDO POR EL IZTACCÍHUATL

PASEANDO POR EL IZTACCÍHUATL

Por Joel Luna Mendoza

 Era el año de 1973 cuando un vecino aficionado al alpinismo, el chavo Luis, nos invitó a ir de excursión al volcán Iztaccíhuatl. Por varias semanas fuimos preparando el viaje y en total seríamos seis los chavos que iríamos a la excursión: Noé, Sixto, Daniel, Luis, Esteban y yo.




Salimos del Condominio Cobre de México en Azcapotzalco, CDMX, muy temprano, sería nuestro primer ascenso de alta montaña, pero no tocaríamos la nieve, pues no teníamos equipo, ni entrenamiento, como dije antes solo Luis sabía un poco de alpinismo.

 Llegamos a San Rafael, Edomex, y después de un desayuno ligero marchamos por el camino de terracería hacia la ‘’Mujer Dormida’’.

 Nuestra meta era llegar al refugio de Chalchoapan que estaba a 4,610 m. s. n. m, era el primer refugio donde comenzaba la nieve y de ahí solo faltaban 220 metros para alcanzar, por el lado del pecho, la cumbre del Iztaccíhuatl, pues este tiene una altura de 5,230 m. s. n. m.

 El ascenso comenzó por el tubo que conduce el agua de la montaña y tras un rato de caminata comenzó a llegar la fatiga, mi compañero y guía recomendó consumir un dulce porque reanimaba, así lo hicimos y comprobamos su recomendación.

 Después del tubo llegamos con el Güero, un lugar donde había servicio telefónico y tienda, ahí se podían comprar comida y comestibles, fue el lugar de descanso, relajación y comida. Platicamos sobre el trayecto realizado, del bosque, de la naturaleza. Ahí era una planicie y al lado opuesto de las cabañas estaba una poza o alberca enorme donde se concentraba el agua que bajaba de la montaña, al fondo se veía la cabeza y cabellera de la mujer dormida.

 Al dejar el Güero, tras un rato de camino, llegamos al alberque de trancas el cual estaba destruido, pues una gran roca le cayó encima, seguimos por un leve ascenso y llegamos al mirador, ahí descansamos y nos tomamos algunas fotos.

 El siguiente trayecto fue por Loma Larga y como su nombre lo indica, es una loma con una inclinación cercana a los 45 grados y en verdad es muy larga y lleva mucho tiempo y esfuerzo es ascender por ella, finalmente llegamos al albergue de láminas en donde cenamos y pasamos la noche.

 Antes de dormir platicamos de varios temas, había luna llena y el cráter del Popocatépetl con su parte nevada se veía resplandeciente e impresionante a la luz de la luna.

FUENTE: https://es.123rf.com/photo_78686034_pico-de-monta%C3%B1a-dibujado-a-mano.html


Llegó la mañana y con ella el desayuno, después comenzamos el ascenso por una vereda y entre zacatales, continuamos y llegamos al famoso lugar conocido como El Tumba Burros, un lugar de mucha inclinación y de arena suelta, das un paso y retro-cedes tres, finalmente pisando entre lajas se consigue subir.

 A esa altura ya no hay vegetación, tras de una caminata llegamos a Chalchoapan, la vista desde esa altura era panorámica y la recomendación que hizo Luis fue, que no viéramos la nieve por mucho tiempo porque podría causarnos desde una ceguera parcial hasta una total, pues llegan y se reflejan de una manera directa los rayos UV, lo más recomendable para estos casos era haber llevado gogles.

 Arriba soplaba el viento ciclónicamente y mis compañeros querían subir un poco más, la nieve estaba cristalizada, lo cual hacia más difícil el ascenso, más sin embargo mis compañeros se fueron subiendo entre las piedras y yo me quedé por el frío en el interior del albergue.

 Pasaba el tiempo y salí y vi en un momento que había nubes a muy baja altura que al juntarse por debajo del nivel al que estaba el refugio, formaron una especie de alfombra blanca y arriba el cielo estaba totalmente despejado con un color azul intenso acompañado de un sol radiante.

 El tiempo no se detenía y vi unos alpinistas que venían descendiendo, por fin llegaron y nos saludamos, tras una breve plática les pregunte si habían visto a mis compañeros y me dijeron que no, ellos permanecieron un tiempo más y se despidieron.

 Paso un poco más de tiempo y mis compañeros no llegaban, ya era tarde y después de unas horas llegaron y comentaron que no podían bajar, estaban atrapados y me gritaban para que buscara ayuda, pero yo ni alcanzaba a verlos y menos a escucharlos.

 Finalmente comimos y nos preparamos para el viaje de retorno antes de que nos ganara el día.

 Descender es de lo más fácil y rápido que pueda haber, llegamos a San Rafael, tomamos el transporte y llegamos en la noche a nuestra unidad habitacional con cansancio, pero con la satisfacción que deja una nueva experiencia que se suma a las salidas anteriores del Ajusco, La Marquesa, Valle de Bravo, ‘’La Peña Bailadora’’ por el rumbo de Amecameca, el Telapón y las Laguna de Zempoala.

 Hoy, en este nuevo siglo, me entero que el refugio de Chalchapan está destruido y que el de Láminas está muy deteriorado, pero ahí está el paisaje, ahí está el volcán que me hace buscar un tiempo para nuevamente hacer ese maravilloso paseo de montaña.

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MARÍA FRANCISCA LÓPEZ SUÁREZ