EXTRAÑAS LUCES EN EL CIELO

EXTRAÑAS LUCES EN EL CIELO

Por Adrián González Cabrera

 

Ahora que los trabajos de adecuación de la galería que hemos excavado durante mucho tiempo en el fondo del Gran Cráter -la cual habitamos- han sido detenidos temporalmente, he tenido tiempo libre para meditar acerca de las condiciones en las que vive nuestro clan y hacia dónde vamos como grupo. He meditado, también, acerca de nuestra existencia como especie. Ignoro cómo o cual es nuestro origen. Somos los únicos seres vivos en este cuerpo celeste que hemos dado en denominar Selene. ¿Cómo fue nuestra creación como especie?... ¿de dónde llegamos, si ese fuera el caso? Mi memoria no registra datos al respecto aun con la referencia que nos proporcionan esas pinturas que encontramos en unas rocas al fondo de la galería y que tal vez son el registro de un acontecimiento terrible; parecen ser antiquísimas. La única noción de tiempo con que contamos es el que tardamos en ver, desde Selene, aparecer y desaparecer ese planeta azul que en este momento tenemos enfrente. Ni tú ni yo, querida esposa, hemos sabido jamás de nuestros orígenes; Solo sabemos que somos muy longevos puesto que hemos vivido 5 generaciones: la nuestra y cuatro de descendientes.

Ignoro desde cuando estamos habitando Selene. No hemos logrado reproducirnos más allá de 350 especímenes, mismos que tienen su origen en nosotros dos. Tenemos aproximadamente 340 descendientes, entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Para lograr sobrevivir hemos tenido que excavar durante mucho tiempo y con gran esfuerzo esa enorme galería a partir del fondo del Cráter Mayor. De esa forma hemos podido obtener agua y alimentos. Nuestra evolución como especie ha sido muy lenta. No nos hemos preocupado por dejar registro alguno de nuestro paso por esta vida, pero creo que ya es tiempo de empezar a hacerlo.

Te comunico, querida esposa, que he estado profundamente preocupado por lo que he estado observando en los últimos tiempos en el cielo, y aquí mismo en Selene. Todo inició una noche cuando, por primera vez, llamó mi atención un pequeño grupo de extrañas luces en el firmamento, cuya movilidad me hacía suponer que no eran estrellas fijas o fugaces, pues su movimiento era irregular: ya fijo, ya móvil, sin trayectoria inercial. Al principio pensé que se trataba de nuestros protectores dioses que nos querían dar un mensaje, pero poco después de que dichas luces desaparecieron en el cielo, empecé a tener muchas dudas al respecto, empezando a creer que podría no tratarse de nuestras deidades, sino que se trataba de algún extraño tipo de objetos voladores que brillaban en la noche por efecto de la luz del Gran Astro.

 

“…dominan la fuerza de gravedad...”


Desde entonces, he venido dando seguimiento a esos extraños objetos voladores que aparecen de pronto en el cielo, al grado tal que me han intrigado y atemorizado sobremanera, pues es cierto que lo desconocido siempre genera miedo, así como también es cierto que el empezar a entrar en contacto con lo desconocido va reduciendo paulatinamente los temores.

Al paso del tiempo las apariciones de dichos objetos voladores en el cielo se fueron haciendo frecuentes, hasta que una noche observé que uno de ellos empezó a descender. Fue así que, venciendo mis miedos y asumiendo la responsabilidad que implica mi carácter de jefe de nuestro clan, emprendí una larga caminata en la noche hasta acercarme al sitio en que había descendido y se había posado en la superficie selénica. Era un objeto como nunca lo había visto: de gran tamaño y forma alargada, que estaba hecho con materiales desconocidos y de apariencia hermética; se apoyaba en la superficie selénica con tres enormes patas.

Después de un tiempo de estar escondido entre rocas, sigilosamente me acerqué lo más que pude y observé que el objeto desplegó unos elementos muy raros y se abrió una puerta lateral. Vi que un ser extraselenita descendió de dicho objeto volador mediante un elemento vertical. Durante un lapso indefinido de tiempo estuvo realizando maniobras y, al término de éstas, el ser subió al objeto, que replegó los elementos anteriormente desplegados y, en medio de fuego y gran estruendo, se retiró volando, al tiempo que replegaba, también, sus enormes patas. Eso me impacto fuertemente y llenó de grandes temores mi alma.

Me pregunté: ¿de dónde vienen? ¿a qué vienen? ¿vienen huyendo de algo o de alguien? Una posibilidad es que vengan del planeta azul, ese aterrador cuerpo celeste siempre cubierto por gases, que es el más cercano a Selene. Eso me preocupa sobremanera porque siento que, de proseguir la llegada de dichos objetos, poco a poco va a haber más y más extraselenitas en nuestro planeta.

Tiempo después se fueron haciendo realidad mis temores. Han ido llegando a Selene más objetos voladores, mismos que han traído más seres extraselenítas que han empezado a trabajar en dos cráteres. Empiezan a construir sobre las laderas de uno de los cráteres pequeños algo que creo que son unidades -que ya traen construidas, por partes, en las naves- para habitarlas; asimismo, en otro cráter pequeño empiezan a sembrar lo que parece ser alimento para ellos; de igual manera, están construyendo -sobre ambos cráteres- gigantescos techos semi esféricos, transparentes, brillantes, supongo que con fines de aislamiento y protección y para crear al interior las condiciones ambientales adecuadas a sus propósitos. Están trabajando con materiales que yo nunca había visto. Algunos elementos los traen preparados para montaje, diversos materiales los traen para trabajarlos aquí, y otros más los obtienen de transformar -con unos cuerpos extraños- rocas que obtienen del cráter. Otros elementos los obtienen de unos cubos que vomitan una sustancia pastosa amarillenta que al irse acomodando -en forma muy ordenada- se va haciendo sólida.

  

“…empiezan a construir sobre las laderas de uno de los cráteres pequeños…”

“gigantescos techos semi esféricos, transparentes, brillantes…”

 

Los extraselenitas que he visto son de una estatura casi el doble de la nuestra, tienen, al igual que nosotros, dos extremidades superiores y dos extremidades inferiores, pegadas a un tronco; con estas últimas se desplazan. Su cabeza, pegada a la parte superior del tronco, es una esfera muy lisa que emite destellos. Su piel es diferente, pues es arrugada y color gris -la nuestra es verde- además de brillar bajo la luz que emiten los cuerpos celestes cercanos a Selene. Son muy feos y desproporcionados con respecto a nosotros, pero, sobre todo, se ven muy… muy… muy amenazantes, ya muchos de ellos portan unos bastones que son capaces de fragmentar materiales sólidos con solo emitir un haz de luz azul. Traen unos cubos que son capaces de generar luz, oscuridad, calor, frío, hacer sólido o gaseoso lo líquido y viceversa…lo cual me aterra. Se desplazan en grupo o individualmente, unas veces caminando, otras veces al interior de unos pequeños bloques que flotan a corta distancia del piso, y, eso, les permite alcanzar grandes velocidades.

He observado que algunos seres se comportan como nosotros, en forma consciente -son los que coordinan a los demás- pero muchos otros parecen carecer de alma, pues al término de la jornada los encierran en unos sitios en los cuales permanecen de pie durante la noche. Estos últimos son los que hacen los trabajos manuales.

Si al paso del tiempo logran adaptarse a las condiciones de Selene, y, particularmente, a las condiciones de los cráteres, van a venir muchos más, independientemente de la velocidad con que se reproduzcan los que, para entonces, ya estén aquí. La diferencia es que nosotros nos hemos adaptado a vivir en la galería subterránea y ellos pretenden adaptarse a vivir en la superficie de este cuerpo celeste. Van a necesitar mucha agua, y por ello creo que ya están empezando a trabajar para encontrarla en el fondo de dos cráteres. Cuentan con muchas herramientas y materiales que nosotros no poseemos. Creo que, si empiezan a buscar el agua excavando en el fondo de diferentes cráteres, tarde o temprano van a encontrar el Cráter Mayor, en que vive nuestro clan.

Me aflige mucho darme cuenta que, en caso de que nos localicen no vamos a poder defendernos adecuadamente contra el poder de sus armas. Sin duda se va a desatar una desigual y terrible lucha. Al principio van a tratar de aniquilarnos, pero, finalmente, los que no seamos aniquilados seremos sometidos.

Con sigilo, he estado acercándome a los objetos voladores para saber de qué materiales están hechos. También he estado tratando de investigar sobre la variedad de armas que poseen, y que pudieran utilizar contra nosotros.

Han desarrollado conocimientos que les han permitido construir esos objetos voladores enormes, dominan la fuerza de gravedad; asimismo, han generado un tipo de energía que da impulso a los objetos para desplazarse enormes distancias entre planetas.


“…conocimientos que les han permitido construir esos objetos voladores tan enormes…”


Hasta antes de tener un poco más de conocimiento respecto a dichos objetos voladores y sus ocupantes, yo seguía manteniendo viva en mi mente la idea de que eso solo podían ser nuestros dioses, que tienen la facultad de volar por el cielo vigilando a nuestra especie, pero, aunque conservo la esperanza de que así sea, me asaltan muchas dudas, y creo que más vale pensar en prepararnos para una lucha encarnizada contra los extraselenitas, aunque sé que vamos a tener que combatir también a otro enemigo formidable: las creencias religiosas de nuestro propio clan.

Mi suposición inicial acerca de que los extraños eran dioses ha ido desvaneciéndose poco a poco. Vi a uno de ellos sangrar de una mano al sufrir un accidente; y he visto a otro quedarse inmóvil repentinamente.

Dados los recientes acontecimientos, mi pareja y yo hemos convenido en que debemos convocar de inmediato a nuestro clan para enterarlos al respecto y empezar por crear un grupo especializado que se dedique a dar seguimiento de cerca a las actividades del grupo de extraños, lo que nos servirá -en caso de una agresión por parte del grupo extraselenita- para planear la salvaguarda de nuestra especie. No poseemos armas -solo algunas herramientas menores- ya que no hemos tenido necesidad de desarrollarlas puesto que no tenemos enemigos grupales ni depredadores.

Paso largos ratos frente al altar que hemos esculpido en la roca, para venerar a nuestros dioses -mismo que hemos adornado con las piedras brillantes duras y el metal blando amarillo que hemos encontrado al ir excavando nuestra galería- buscando una mística comunicación con el Gran Dios para solicitar consejo y protección, sin embargo, creo firmemente que la solución a los infortunios que están por venírsenos encima va más allá de invocar a nuestras deidades.

De similar manera, desde hace tiempo paso buena parte de las noches con la vista fija en el firmamento y, sobre todo, en ese enigmático planeta azul, que, sospecho, es la fuente de todas nuestras futuras desgracias.

Debo planear la arenga a nuestro clan para predisponerlos a la defensa de nuestra especie, antes de que se precipiten los acontecimientos.

¡¡¡Que los Dioses nos protejan!!!

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