OSCLINADO SOBRE EL VOLCÁN

OSCILANDO SOBRE EL VOLCÁN

Por Martina Rodríguez García


El universo se cubre con capas de silencio, la noche en calma, se apagaron las voces, el sueño pesa y los cuerpos lo descargan sobre la cama, afuera en el infinito no se mueven ni los cuerpos celestes, el pensamineto cruza las galaxias acompañado de la imaginación.

En la Ciudad de México es domingo, algunos de sus habitantes se ven felices contemplando los luceros que centellean, transmitiendo su alegría, a románticos y científicos atrapándolos esa noche en Azcapotzalco.

Desde una ventana de su departamento, una familia observa y compara los movimientos de un "enorme lucero chispeante" según sus palabras, se escapa el aroma del café de las tazas que están sobre la mesa.

El radio encendido con música en el romántico mes de octubre, luego se escucha la voz del locutor del programa "Monitor", que con voz fuerte anuncia: 

"Hemos recibido una llamada desde Contreras, nos dicen que varias personas ven con dirección al Centro de la ciudad, un objeto de colores brillantes, y cambia momentáneamente de dirección. Vamos a investigar y luego daremos más noticias".

- Ya oiste Javier, no somos los únicos que estamos viendo "eso". Pero parece que ahora va en dirección a los volcanes-.

- ¿Qué será? a lo mejor ahora sí llegan los extraterrestres-.

- ¿Recuerdas aquella vez cuando ibamos al velorio de mi tío? Los posibles ovnis solo cruzaron la ciudad-.

- Si, fue en 1972 cuando vivíamos en la Colonia Porvenir, en Azcapotzalco. Mira, ya se ven más cerca, ya hasta me dio frío, esa vez no nos creyeron tus tíos hasta que leyeron el periódico que decía: "Ovnis sobre la Ciudad de México", "Los vieron atravesar por el Seguro Social de la Raza, y se perdieron con dirección al aeropuerto"-.

- Mira mamá, ahora las luces se ven más largas, parecen cables luminosos-.

- Bueno, en el ovni del 72 vimos muchas ventanitas, se abrían como un enorme girasol-.

- Tu papá no cree en los ovnis, ya se fue a dormir-.

- ¡Qué tal! ahora ya nos visitan más seguido, no puede ser malo-.


En la calle los perros comenzaron a ladrar, y gruñían como si vieran "algo".

De nuevo un largo silencio y ya ni ern la radio se escuchó ninguna noticia.

El reloj marcaba las 01:30 a.m., hora en que el sueño es mayor. Ella regresó a su habitación, preparó la grabadora y la cámara fotográfica, por aquello de las dudas, pues pensaba que para algo le podrían servir a su hijo Javier.

También preparó pluma y papel, se acurrucó en la cama con los lentes en la mano y se quedó dormida.

Javier seguía vigilante, junto a la ventana, mirando hacia la calle, observando el "chispeante lucero", pensando "ya le dio miedo a mi mamá y por eso ya no regresó".

Los perros seguían con gruñidos y aullidos, de pronto, se lanzaron al ataque, normalmente habría sido sobre alguna rata, pero esta vez fue sobre una figura alargada, un ser cubierto con un traje que parecía de "aluminio" delgado. 

En un instante, uno de los perros ya lo tenía en su poder, mordidas y jalones.

Otros perros lo sacudían de sus extremidades, el delgado ser estaba indefenso, siendo víctima flexible de la jauría de perros.

Uno de ellos le arrancó un botón al traje de aquel extraño ser.

Lo llamaré "personaje N".

Cuando tuvo el botón en el hocico, al perro se le cayó la dentadura, quedando desgranada como mazorca, junto con una "roca chispeante".

El "personaje N" llevaba en sus larguchas manos un raro aparato.

Javier regresó como sonámbulo hasta su cama, con torpeza encendió el televisor, tal vez para ver si ya tenían imágenes de los extraterrestres.

Aquellos extraños seres ya deambulaban por varios rumbos de la ciudad, la imagen de la televisión desapareció, una débil luz advirtió la falla en el flujo eléctrico, días anteriores habían dado una noticia de que en otras ciudades de la República mexicana, las termoeléctricas e hidroeléctricas lanzaron un SOS ya que algunos reactores de alta potencia habían sufrido averías.

Científicos y técnicos nucleares buscaban e investigaban tratando de componer los reactores, sin encontrar alguna falla - nada se movía- hasta que localizaron afuera como posible motivo, una "nave nodriza" con "personajes N" que habían invadido presas, bosques, mares y la Ciudad de México y sus alrededores.


Todo era silencio.

Ni los automóviles ni las fábricas, nada se escuchaba.

El silencio era irrevocable, nuevamente a varios kilómetros los perros seguían despertando gente con sus ladridos, la gente no se dio cuenta de lo que veía en el cielo, solo algunos renegaban entre las cobijas al no comprender por qué ladraban incansables los perros.

Así se distribuyeron por la ciudad los "personajes N", bamboleándose con extraños objetos en sus manos, sobre los prados dejaban sus huellas de varios centímetros de profundidad.

El "chispeante lucero" dejó caer los alargados cuerpos para que entraran a registrar las principales oficinas de gobierno, las sirenas de alarma no podían ulular sin fluído eléctrico, luego entraron a Palacio, aunque se opusieron los guardias y las enormes puertas de madera, pero "ellos" con sus pequeñas y potentes máquinas, registraron desde un ladrillo, hasta los respaldos informáticos guardados.

Revolvieron documentos en las embajadas, secretarías, en los museos, también registraron los túneles del Metro, pero en ellos, las ratas se encargaron de los entrometidos "personajes N". Sí alguno salió bien librado de las ratas, sería difícil que pudiera volver hasta su nave.

Los edificios con cristal refulgente dejaban al descubierto toda información, además de sus murales y su historia.

La tenue luz de las farolas de la Alameda y las sombras de los árboles, fueron los mudos testigos de como los "personajes N", en pequeños grupos, abordaron varias "esferas centelleantes".

Las "esferas" levantaron con unas tenazas a algunos trasnochadores que escuchaban música de mariachi en Garibaldi.

De los "personajes N" de a pie, algunos se quedaron en la zona roja, olvidándose de regresar a su nave. 

Otros se quedaron por rumbos de riesgo y fueron probablemente víctimas de algún contratiempo. Quizá después veremos sus prendas a la venta en algún tianguis.

El "personaje N" que recorrió Azcapotzalco con uno de sus escuadrones, también fue atacado, se ocuparon de él y los suyos, un enorme ejército de hormigas que los desterraron, ahuyentándolos hacia su nave, la cual se enfiló rumbo a los volcanes.

Se le llegó a ver casi sobre el Popocatépetl, las hormigas ayudadas por las abejas, habitantes de los ahuehuetes, se cominucaron a todas sus centrales, mostrando así a los "personajes N" todo su poder.

Algunos de estos invasores no pudieron subir a salvo a su nave y cayeron al cráter del volcán, tronando como chinampinas.

En otros lugares, las "esferas" emprendían la retirada hacia la "nave nodriza", la madrugada comenzaba a cubrirse de smog y neblina.


Las fumarolas del volcán Popocatépetl se levantaban más alto, preocupando a los científicos que no se dieron cuenta de los "personajes N".

La estación de radio del noticiero "Monitor" dio otra noticia.

Se estudiaría el subsuelo próximo al volcán, pues las fumarolas causan alarma entre los ciudadanos que ocupan las áreas ecológicas de Puebla y la Ciudad de México.

La ciudad y sus habitantes estuvieron en grave peligro, pero la poca gente que vio la "nave", ahora como buenos mexicanos, que a veces llegan a tomar a broma la muerte, hacen mofa luciendo camisetas con los "personajes N" a todo color.

Las hay de todo tipo y contenido.


Algunos venden posters con la panorámica del volcán Popocatépetl con una enorme nave sobre su cráter.


Otros piensan (para no desaprovechar la nieve del volcán que se derritió sobre la tierra), embotellar el lodo y exportarlo, poniendo a los envases una etiqueta, con al silueta de un perro, sosteniendo en su hocico el botón del "personaje N" que semejaba una pequeña "roca chispeante", y forma al igual que nosotros, parte del universo.



Escrito el 16 de noviembre de 1994

Imagen de internet

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