MIAU RICIO

MIAU RICIO

Por Martín Borboa Gómez 


Algo salió mal en el hechizo Mauricio, algo falló.

Se supone que tú y yo nos íbamos a convertir en gatos al mismo tiempo, y así íbamos a poder escapar de esta fortaleza que nos detiene. Ya son muchos años y nadie ha podido escapar de aquí.

Tú dijiste que la pócima iba a funcionar parejito en ambos, que cuando cayéramos al suelo íbamos a poder ver al otro retorciéndose, transformándose, que las ropas nos iban a quedar flojas, y sólo era cosa de salir de ellas, que siendo gatos, nada nos iba a detener. Que una camisa o un pantalón jamás detendrían a un gato.

Ya teníamos el plan: 

beber pócima

correr a la barda

trepar la pared

saltar hacia afuera

y ser libres.


Íbamos a correr juntos hacía la libertad.

Y si algo nos amenazaba en el camino, y tuviéramos que separarnos, nos reuniríamos en el oasis cercano. El calor de la zona es insoportable. Dentro de la fortaleza al menos hay un pozo, pero allá afuera, el oasis debería ser la primera escala.

Todo estaba planeado Mauricio.

Tú siempre acomedido, dando sorpresas positivas y ayudando.

Tú aprendiste la receta, tú hiciste pruebas, tu escondiste los ingredientes, y sólo tú sabías que iba cocido, que iba asado, que iba en mayor o menos cantidad, tú hiciste todo.

Para mí fue muy cómodo, como siempre, dejarte las riendas del asunto, y yo haciéndome el cansado, el estresado, el ocupado, el distraído, para evitar responsabilidades. 

Admito que era muy sabroso hacerme el atareado, y mágicamente ya estaba la cena, o la ropa limpia.

¡Ay Mauricio!

 Tú hiciste la pócima que nos iba a transformar en gatitos para salir huyendo, juntos, libres, y ser felices.

Por una vez se me ocurrió tener un detalle contigo.

Cuando me ofreciste el trago de la pócima, te dije haciéndome el gracioso: “Los genios primero”.

Le diste un trago, la mitad. Dejabas en el vaso la otra mitad para mí.

¡A y Mauricio!

Enseguida te dolió gachísimo en la panza, vi como te retorciste,  gritaste durísimo, y aventaste el vaso muy lejos.

Ya no supe si se rompió contra la pared o contra el suelo. Nada más escuché cristal rompiéndose.

Y claro, mi parte de la pócima se esparció derramada entre pedacitos de vidrio, que no me animé a lamer del suelo.

Qué lástima haber sido un completo inútil y no haberte ayudado a elaborar la pócima.

No tengo la menor idea de que lleva, ni donde habrás dejado la receta.

Hasta creo que dijiste que la ibas a romper pues ya la sabías de memoria. No te puse mucha atención, pues ya no sé si lo dijiste o así me cuento yo la historia.

Ahora simplemente te consigo croquetas aquí dentro de la fortaleza, nadie sabe a dónde te fuiste Mauricio, ni saben cómo conseguí este gato que duerme conmigo todas las noches.

Y por más que te pregunto por la receta o los ingredientes, tú solo te tallas contra mi pierna y maullas.

¡Ay Mauricio!

He sido un completo inútil.

Ahora todo lo debo hacer yo.

Todas las noches te abrazo y te agradezco que no te fuiste.

Sigues aquí a mi lado.

Seguramente estás esperando que me ponga las pilas, haga la pócima, y al fin nos escapemos los dos juntos.

No sé ni por dónde empezar.

No tengo ánimo emprendedor ni aventurero. Tampoco retaré al destino.

No voy a averiguar de pócimas.

Quizá será más fácil buscar quien me haga de comer, lave mi ropa y yo ocuparme nada más de tus croquetas.

Ya me lo decían desde chiquito, soy un inútil que acepta su destino, o un flojo que se deja caer donde sea más cómodo. Cómo sea, ese he sido yo.

Hasta aquí llegué con el tema de la pócima. La verdad.

En la madrugada creo que tú sí saltas la pared de la fortaleza y has de llegar hasta el oasis.

Y luego regresas.

Y si regresas, es porque allá afuera ha de estar peor.

O porque estas esperando que le eche ganitas y logre hacer la pócima.

No lo sé.

Mira Mauricio, aquí ya te puse agua y tus croquetas. 

Otro día lo pienso.




(Imagen del autor)

Entradas más populares de este blog

TRES TEMPORADAS DE FANTASMAS EN LA UNIDAD TLATILCO, AZCAPOTZALCO, CDMX

GRACIAS PADRE ANSELMO

MARÍA FRANCISCA LÓPEZ SUÁREZ