BIBLIOTECA FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, ALGUNOS DE SUS PROBLEMAS

BIBLIOTECA FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, ALGUNOS DE SUS PROBLEMAS

Por Martín Borboa Gómez 


La Biblioteca Fray Bartolomé de las Casas, en pleno centro de Azcapotzalco, Cdmx, es un espacio contiguo a la Casa de la Cultura de la alcaldía, y juntos, forman un mismo bloque antiguo que comparten la cuadra, entre otras cosas, con la Catedral de Azcapotzalco.

Decir esto, ya es bastante.

Y todo ese grupo, da a la Avenida Azcapotzalco, la más importante en antigüedad de la zona.

Este es el corazón histórico de Azcapotzalco, aunado al Jardín Hidalgo que tiene enfrente, y a toda la historia que representa, tanto la que quedó enterrada, la que fue destruida, las acciones nacionales que ahí se definieron, más toda la cultura y tradición que vibra en este gran bloque urbano, el arraigo y cariño que se ha ganado en las emociones de quienes ahí bailan, hacen procesiones, conversan, exponen, venden, descansan, ofrecen servicios, lustran calzado, pasean en familia, entre miles de acciones que le dan significado y valor, hacen de todo este conjunto, el corazón de Azcapotzalco.

Otro muy diferente y más reciente, sería el centro donde se halla el edificio de gobierno, la explanada Fernando Montes de Oca, su estatua, la de Tezozómoc, el parque hundido, el corredor comercial “Paseo de las hormigas”, etc.

Ese es otro corazón, uno más reciente.

Y entre ambos corazones ésta el mercado.

Hoy me referiré a la biblioteca ubicada en corazón más antiguo.

Lo hago desde mi punto de vista limitado, parcial y carrereado de transeúnte, de visitante ocasional y de habitante local.

Y me referiré a su circunstancia como inmueble, como jardín, como banqueta, como edificio, como colindancia con importantes sitios.

Este texto no tocará en ningún momento lo relacionado a la extraordinaria labor que hacen quienes laboran en esa biblioteca. Saben que se reconoce su demostrado profesionalismo. 

No tocaré ese tema, pues en esta ocasión deseo atraer la mirada del lector en otro sentido.

Paso al punto. 


La Biblioteca Fray Bartolomé de las Casas, tiene para muchos de nosotros, habitantes de Azcapotzalco, y para muchos de otras zonas, un gran valor.

Y por eso la vemos en nuestra mente: ordenada, lustrosa, brillante, fresca, blanca por fuera y acogedora por dentro, con maravillosos murales.

Y tenemos esas impresiones, porque la hemos visto así, sabemos que ha sido así.






Aquí las pruebas visibles y recientes de que las cosas pueden estar en orden.
Estas anteriores imágenes las tomé yo con mi cámara, para ilustrar que este aspecto es posible.

Las imágenes que se muestran a continuación no las tomé yo, pero me fueron facilitadas por una amistad para este artículo, (que son tomas de escenas que yo he visto y me constan), de modo que el crédito es para quien corresponda.


Y si mentalmente tenemos un recuerdo bonito o acomodado del lugar, después viene la cruel realidad, y en ocasiones cuando uno pasa por fuera, o asiste a la biblioteca por un libro, consulta, informe, actividad, etc, puede suceder que esa imagen bella, ordenada y casi romántica, se haga trizas desde que se acerca uno por la banqueta, o caiga literalmente en una trampa.



La gente mal intencionada, la que actúa al amparo de la soledad, la oscuridad, que aprovecha la ausencia de un vigilante en la puerta de la biblioteca, el escaso tránsito vehicular y peatonal de la calle Morelos en que se encuentra su entrada, la falta de rondines de vigilancia formal, la total apertura de la jardinera hacia la banqueta, la ausencia de una reja, la falta de servicios sanitarios cercanos, la tapa del ducto de electricidad que no es segura, entre otros factores, hacen (al menos del exterior) de la Biblioteca Fray Bartolomé de las Casas, un rincón peligroso, tóxico, desamparado, lamentable y maloliente.

La basura que dejan entre sus arbustos, en costales o suelta, (gran atractivo alimenticio para ratones, ratas y cucarachas), los orines que han bañado su gran jardinera, el excremento que dejan en su vegetación y pasillos, y toda la cantidad de bacterias que flotan en el aire por ello...


La soledad y falta de vigilancia que conviene para que indigentes, ebrios o intoxicados se acomoden en su entrada, tapándola incluso a veces por completo, los envases de las bebidas que ingieren antes de dormir y dejan ahí entre las plantas, son elementos que exhiben lo abandonado a su suerte que está ese valioso rincón, en pleno centro de Azcapotzalco.




El edificio es histórico.

La biblioteca fue la primera de Azcapotzalco.

Su mural de Juan O´Gorman cumplirá 100 años el próximo año.

Está ubicada en la que es quizá la cuadra más importante de Azcapotzalco, no solo de su centro.

No tengo el detalle de cuantos ordenamientos le protegen por ser patrimonio artístico e histórico, pero seguro son varios y de muy alto nivel.

No puedo enlistar todos los motivos por los que esa biblioteca, con esta historia, con ese mural, en ese edificio, en esa cuadra, con esos edificios vecinos, en esa ubicación, con esa función y un sinfín de características más, debería tener mejores condiciones.

Es entre otras cosas, desinterés, desamparo, descuido, desdén.

Parece que me he quedado solo con palabras que inician con “des”.

O se queda uno sin palabras.

¿Còmo algo tan bonito y valioso, puede por abandono, ir decayendo ante nuestra mirada, la de todos, y pasar a ser excusado, bote de basura, escupidera, cama, trampa de coladera que se sume, comedero de ratas, colección de malos olores que por su procedencia se vuelven tóxicos demasiado rápido?.

En esta ocasión tengo imágenes, tristeza y voluntad de compartir lo que ahí sucede.

No me interesa entrar en el terreno del señalamiento político, porque además, el medio en el que  he colocado mi artículo para difundirlo, tiene como lineamiento no entrar en ese terreno, y lo respeto.

Para denuncias, criticas, señalamientos, observaciones, opiniones, etc, de índole político, de verdad, hay miles de mejores sitios para expresarlas que éste blog. Y miles de personas que lo expondrían mucho mejor que yo.



Aquí lo que deseo mostrar sólo es un problema actual que puede ser resulto, unas condiciones que pueden ser cambiadas, un abandono que puede ser atendido, una soledad que puede ser disuelta, una toxicidad que puede ser eliminada, un jardín que puede ser protegido y enrejado, un sanitario que puede ser clausurado, un dormitorio que puede ser desalojado, una entrada que puede quedar libre de obstáculos (es la única salida de emergencia del lugar), un rincón solitario que puede ser vigilado, una coladera de trampa que puede ser asegurada, y en suma…

Una biblioteca que puede ser idónea y modelo en su interior como en su exterior.

Tiene todo para serlo: contenido, ubicación, historia, servicio, patrimonio, reconocimiento, acervo, vías de acceso, etc.

En la negación, no hace falta la acción.

Pero si se acepta que aquí hay un problema, puede entonces ser accesible la decisión de solucionar y actuar.

Y con mi descripción, buena o mala, y las imágenes, elocuentes o limitadas, pretendo invitar a la reflexión y aceptar que hay varios factores que deben ser atendidos en este lugar tan emblemático de Azcapotzalco.

No suelo elaborar artículos con contenido como en esta ocasión, y disculpen las fotos tan explícitas, pero de ir tanto al centro de Azcapotzalco, y a la biblioteca (para documentrme y hacer otros textos), y mirar con frecuencia esta problemática en el mismo sitio, es dìficil no dedicarle unas líneas al tema.

Ya he compartido también mi alegría por el próximo segundo aniversario del "Taller de Relatos de Azcapotzalco" que tiene sus reuniones justamente en esa biblioteca, y los asistentes nos damos cuenta en cada ocasión, de estos puntos, entre otros.

Y si los asistentes a un taller semanal lo notamos, que será quienes llevan a sus hijos entre semana a las instituciones cercanas, de quienes viven en esa calle Morelos, de los estudiantes de enfermería de enfrente, etc.


El año que viene habrá que celebrar el primer centenario de la biblioteca y de su mural.

Todo lo bonito y limpio que se pueda imaginar tener este sitio para ese festejo, debería ser una aspiración cotidiana, habitual, continua, permanente.

 

 


(Crédito de las imágenes a quien corresponda)

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