DOS MARIPOSAS EN AZCAPOTZALCO

DOS MARIPOSAS EN AZCAPOTZALCO

Por María Cristina Flores Medrano y David Flores

AZCAPOTZALCOGRAFÍA


Un día íbamos mi hijo y yo hacia un centro de Salud en Azcapotzalco, Cdmx, por el rumbo del parque Azcatl Paqui, cerca de las 11:00 am, y nos detuvimos a ver precisamente una mariposa igual  a la de la foto.

Ella se detuvo en el pavimento pasando un tope, y observábamos la escena, cuando de repente venía un coche, y todo fue cuestión de segundos.

Pensamos que iba a volar oportunamente, pero también consideramos que era muy tarde para acercarnos a motivarla a irse o rescatarla, y por otro lado, teníamos la esperanza de que escuchara el ruido del motor o sintiera el calorcito del coche, algo que la alertara y se alejara, pero zaz, que la aplasta.

Fue una sensación muy triste.

Primero por la impotencia de que no la rescatamos y segundo, nos preguntamos por qué ella no reaccionó.

Nos dimos cuenta de que fue muy corto el tiempo que disfrutamos su existencia.

Y angustiante.

Hoy veníamos de la escuela, cerca de la zona del relato anterior, y vimos algo que parecía la misma escena: una mariposa en la calle a la altura donde pasan los coches.

Justo cuando la vimos, ambos recordamos la otra mariposa.

Esta vez si teníamos la posibilidad de evitar un desastre para ella. Como un impulso, le dije a mi hijo que se quedara en la banqueta, yo miré hacia ambos lados de la calle (la calzada tiene circulación en ambos sentidos).

De un lado no venían coches, y del otro acababa de pasar un coche al lado de ella, parecía que si la había lastimado, ahora venia un taxi como a unos 20 metros, le hice la seña de que se detuviera.

La mariposa parecía como que no podía volar, la recogí tomándola cuidadosamente de sus alas, así como se ve en la foto.


Mi hijo y yo caminamos apresurados a un jardín cercano que cuidamos, pues ese lugar nos pareció apropiado para soltarla.

Durante el camino que ya era corto, mi hijo me pedía que no fuera a ejercer mucha fuerza para no lastimar las alas de la mariposa. Le dije que no sentía que ella hiciera el esfuerzo de moverlas.

Luego ya sentí la vibración de su intento, y nos apresuramos aún más.

Pensamos incluso en dejarla en una maceta grande que estaba sobre la calle, pero creímos que no era buena opción, pues estaba cerca de donde pasaban los coches. Que tal que se bajara de la maceta.

Por fin llegamos al jardín y ahí la soltamos, y esa es la foto que  comparto a continuación (ella está al centro de la foto).


Al dejarla en ese jardín, tal vez la salvamos de que la atropellaran y le dimos unos minutos “humanos” de vida, que para ella quizá pudieron representar más tiempo, debido al corto tiempo de vida que en general alcanzan las mayoría de las mariposas 🙂


(Imàgenes de los autores)

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