EL NIÑO DE LA PLAYERA ROJA
EL NIÑO DE LA PLAYERA ROJA
Por Raquel Rodríguez Sandoval
AZCAPOTZALCOGRAFÍA.
Cuando se estaba terminando de construir la casa de mi hermana aquí en San Juan Tlilhuaca, Azcapotzalco, Cdmx, en una ocasión citaron al herrero para que colocara la escalera de caracol.
Mi hermana se fue
para dejar trabajar al señor,
cuando estuvo de regreso el
herrero quien ya había concluido su trabajo le dijo a mi hermana:
-"Aquí todo ha estado bien ya está colocada la
escalera, pero quiero comentarle que no
se preocupe por el niño, estuvo todo el tiempo aquí conmigo jugando".
A lo que mi hermana
preguntó: “¿Cuál niño? Cuando salí me llevé a mis hijos”.
El señor le respondió: "No, aquí se quedó un niño
y estuvo todo el tiempo conmigo hasta
platicó".
“¿Cómo es el niño?” Preguntó ella.
“El Niño es como de cinco años, viste una playera roja y un
pantalón de mezclilla”, respondió el herrero.
En ese entonces en casa, no había alguien con tales
características.
Sin embargo a partir de ese día siguió apareciendo, lo notamos porque en ese tiempo mi sobrina pequeña tenía 2 o 3 años, y le compraban muebles pequeños, como si fueran para una casita chiquita.
Llegaban a ver al niño desde el piso de arriba, pasando de una habitación a otra, mirando por la escalera se daban cuenta que ese niño vestido tal cual el señor lo había descrito, estaba sentado en el sillón de la salita de la niña.
En otras ocasiones la aparición acostumbraba esconderse atrás de las lavadoras, pero lo más aterrador fue cuando en una ocasión, mientras comían, se les cayó algo, se asomaron debajo de la mesa del comedor, y ahí estaba sentado acompañándolos, mirándolos.
El susto mayor se lo llevó la entonces pequeña Yoci, quien
entró corriendo despavorida a la recámara de su mamá gritando al ser correteada
por el pequeño, mi hermana solo alcanzó a ver las cortinas moverse como si
alguien hubiera salido.
En otra ocasión, estando en los ensayos de los bailes de XV años de la hija mayor de esta familia, un chico chambelán al enterarse de lo ocurrido después de haber visto también al niño, decidió hacer lo siguiente:
Le hablaba al niño y jugaba con él, y nos daba mucho miedo cuando se encendía y apagaban las luces. Esto dejó de ocurrir una vez que este chico chambelán lo invitó a irse diciendo:
"Amiguito ya descansa, ya te puedes ir"
Sorprendentemente las luces se prendían y apagaban,
parpadeando o bajando de intensidad.
No lo sabíamos en ese momento, pero fue su forma de
despedirse.
Afortunadamente
después de ese suceso por lo menos lo
del niño dejó de pasar.
Aunque no es el único fantasma que se manifiesta en esta casa...
(Imagen de internet, crédito a quien correpsonda)