LA NOCHE

LA NOCHE

Por Martina Rodríguez García

AZCAPOTZALCOGRAFÍA.

 


Impresionante noche de Octubre oscura, sombría, así la recuerdo, fría una de las noches que algunas personas llaman La Noche de Tlatelolco.

Es la noche que vio a una multitud en la Plaza de las Tres Culturas; la noche que pensaron que estallaron las estrellas.

Que un Dios desconocido desató su odio reprimido, clamando guerra, se retorció como demonio y pidió a sus súbditos sacrificaran a todos los jóvenes ahí reunidos frente al tótem de los malditos.    La Noche enmudeció no supo nada.    

2 de octubre de 1968.

Voces Apagadas.

¿Cuántos libros se cerraron? 

¿Cuántos cuadernos quedaron con las páginas en blanco?

Enmudecieron ellos, cerraron las manos, detuvieron el movimiento los dedos, los lápices rígidos ya no pudieron escribir la Historia. Las palabras quedaron encerradas en la garganta de los jóvenes estudiantes; aquella noche, simplemente sus ojos vieron el cielo.

Voces Apagadas en Azcapotzalco, allá por el lado sur, donde colinda con, con la Delegación Cuauhtémoc, en el año de 1968 el día 2 de Octubre, algunos vecinos que llegaban cerca de la Iglesia de San Francisco de Asís, en el pueblo de San Francisco Xocotitla ( lugar de fruta ácida), habían bajado del camión en la Calzada Vallejo, transporte público que pasaba por Tlatelolco viniendo por San Juan de Letrán hoy Eje Central Lázaro Cárdenas, daban vuelta hacia el lado norte frente al Monumento a "La  Raza", hasta tomar la Calzada Vallejo.

Esa tarde brotaba la angustia en los rostros de la gente porque vinieron reunidos para formar parte del mitin frente a la Iglesia de Tlatelolco (plaza de las Tres Culturas). 

Se cerró el paso a todo transporte, a las 4 de la tarde ya se hablaba que estaban dispersando a los jóvenes con gases lacrimógenos por el lado Norte de los edificios de Tlatelolco, era muy grande el grupo de jóvenes que llegaban para manifestarse junto con sus compañeros y pedir el derecho de Libertad de Expresión, y por la injusticia del gobierno dictatorial, como ya lo habían manifestado los estudiantes en desfiles y pláticas con el Rector Barros Sierra de la Universidad.

En  los periódicos las noticias de primera plana eran relacionadas al movimiento estudiantil del 68.

En el memorable desfile de casi un millón de personas inconformes por la opresión social. Se señaló el movimiento estudiantil del 68. Había coincidido en el tiempo histórico con otros movimientos estudiantiles, en Europa y en América. Pero su causa particular en el de México fue luchar por la democracia y la libre expresión. Un cambio que se exigió para todo el país. Las demandas de los Estudiantes atendieron dos aspectos: el inmediato castigo de la policía, y otro de mayor alcance: que se abrogaran dos artículos en el código penal, contrarios al espíritu de nuestra Constitución. Esta fue la raíz del movimiento estudiantil Universitario, solo estudiantes y profesores podían señalar algunas de las causas de la opresión Social.

El desfile que se llevó a cabo el 1 de Agosto de 1968, fue una respuesta inesperada. Estudiantes, Profesores y trabajadores se unieron a la marcha que significó romper simbólicamente con el orden establecido. Desde 1958 ningún mexicano había protestado en la calle. Fue un desfile aterrador, no hubo voces sino un rostro de furia contenida; la boca tapada.

Eran los finales de agosto, el 1 de Septiembre, en su Informe a la Nación, el entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz se refirió al movimiento estudiantil y señaló algunas soluciones menores y lanzó nuevas amenazas.

El 16 de Septiembre, día de la Independencia Nacional, hubo un despliegue de fuerzas Militares. La prensa, en esos días, inició otra campaña contra la Universidad con el pretexto de los juegos Olímpicos. No podrían contemplarse en paz las competencias atléticas por la protesta juvenil.

Su propósito, decían, era que los estudiantes deseaban desprestigiar a México ante el Mundo. 

Los argumentos extravagantes se manifestaron y nadie atendió el más sencillo: Satisfacer la demanda de los estudiantes legalmente.

"No pretendíamos otro camino. Acostumbrados a hablar con el Rector, a dialogar y discutir con las Autoridades de Nuestra Casa de Estudios, exigimos una respuesta similar del Presidente.

Esto se tomó como desafío.

El día 18 de Septiembre al anochecer, el ejército ocupó la Ciudad Universitaria; más de 10 soldados y cuatro generales invadieron escuelas y facultades, apresaron profesores, alumnos y empleados. La Universidad fue humillada cuando las negociaciones del Rector manifestaban la razón y la ley en defensa de nuestra Casa de Estudios el 2 de Octubre.

El mitin del Consejo Nacional de Huelga en la plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, fue barrido durante más de cinco horas por disparos de policías y soldados.

Los vecinos de la colonia Porvenir de Azcapotzalco y de muchos otros lugares escucharon los estruendos de los ataques con que habían rodeado la Plaza de Tlatelolco, y el estallido nos llenó de dolor por la furia desatada en contra de los jóvenes, niños y gente de todas las edades que recibieron la tormenta de balas, por aquella inconsciente orden  de lanzar luces, por las que todos los asistentes a la plaza, fijaron su vista en el cielo y después cayeron como parvada de aves rociando con su sangre la piedra, y más tarde se mezcló con el agua de la lluvia y las lágrimas de miles de personas.

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