ANCESTRALES ENTIERROS Y OFRENDAS EN AZCAPOTZALCO
ANCESTRALES ENTIERROS Y OFRENDAS EN AZCAPOTZALCO
Por Amalia Elorduy
AZCAPOTZALCOGRAFÍA.
Existe en el
antiguo calpulli de Ixquitlan, hoy barrio de San Marcos Evangelista, en
Azcapotzalco, Cdmx, una importante zona de entierros de la época prehispánica descubierta
a finales del pasado siglo XX, durante las obras de excavación para la
construcción de la línea 6 del Metro de la Ciudad de México.
Román Aurelio Chávez Torres, quien estaba por concluir sus estudios en arqueología, no solo participó en los trabajos, sino que fue además testigo presencial de lo descubierto.
Esta riqueza de Azcapotzalco fue el tema de su tesis de licenciatura en Arqueología: “Una Zona de Entierros Humanos del Postclásico en Azcapotzalco” , Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH 1992.
Según dicha tesis, esta zona de entierros:
-Es la única del periodo postclásico tardío prehispánico que se usó para individuos de todas las edades y sexos, dividido en tres secciones por edades:
A) infantiles,
B)adultos y
adolescentes y
C) adultos y
secundarios.
-Situado en una región pantanosa al Oriente del barrio, este gran cementerio se construyó sobre un apisonado, en varias capas separadas igualmente por placas apisonadas que le daban solidez y, además, evitaban los malos olores por la descomposición de los cuerpos.
-La única de tan
grandes dimensiones, que aloja varios cientos de entierros individuales, se
destinó para la población común, no de altas jerarquías ni gobernantes.
Sólo el entierro 240 fue quizá de alguien de alta posición social según el tipo de ofrenda que se le encontró.de jade y objetos preciosos.
En los islotes
al oriente de Azcapotzalco, hoy convertidos en los barrios de Las Salinas, se
detectó una gran cantidad de cerámica
asociada al uso de la sal.
Es posible que en esos tiempos, Azcapotzalco fuera un distribuidor comercial de la sal en la Cuenca de México.
Las ofrendas de los entierros, además de presentar objetos relacionados con el oficio del calpulli, contenían pequeñas ánforas o recipientes llenos de sal.
En tiempos prehispánicos, los habitantes de Azcapotzalco recorrían un largo camino que atravesaba por los calpulli de Xochinahuac, Tetlalman, Yopico y Atzacoalco para llegar hasta la región salitrosa del Gran Lago, y obtener la sal que colocaban en sus ofrendas mortuorias, las cuales acompañaban a sus deudos en su viaje hacia el Inframundo.
Así sucedió durante muchos siglos. Hasta que, apenas pasada la conquista por los españoles, la costumbre de las ofrendas en México cambió.
La primera Ofrenda de Muertos, tal como la acostumbramos hoy, nació por primera vez en México y en toda América en los años 50s del siglo XVI, en la Hacienda de San Nicolás, propiedad de Sebastián de Aparicio, en Azcapotzalco.
Hacia 1552, Sebastián de Aparicio, después de trazar el Camino Real y Nuestra Señora de los Zacatecos a la Ciudad de México, y establecer su negocio como carretero que transportaba los metales de las minas a la Casa de Moneda y regresaba con mercancías para los mineros, adquirió las tierras que componían a la Hacienda de San Nicolás, en Tlanepantla y Azcapotzalco.
En las tierras de este último lugar, por donde pasaban sus carretas rumbo a la Capital, mandó construir su casa, en la que habitó durante más de veinte años cultivando los productos de la región así como otros traídos de su lugar de origen, España.
De esta manera, al igual que en otros aspectos, empezó a generarse una sincretización de las costumbres y creencias.
Sebastián de Aparicio fue un hombre sencillo y bondadoso, muy reconocido por su comprensión, trato amigable y amable hacia los indígenas, quienes le profesaban por tal motivo respeto y cariño.
Un día 2 de noviembre, en la sexta década del siglo XVI, dedicado por el Santoral Cristiano a los Santos Difuntos, se colocó en la hacienda de San Nicolás de Azcapotzalco la primera ofrenda a ellos, en la que participó Sebastián de Aparicio junto con sus trabajadores indígenas.
En ella se ofreció a sus muertos los antiguos manjares autóctonos, como la calabaza y el camote en miel de maguey, las tortillas de maíz, el huauzontle, las salsas de chile y tomate, el atole de maíz, chocolate, el nopal y el pulque, entre otros, combinando la verdolaga indígena con la carne de cerdo hispana y con productos de la tierra de Sebastián, como el vino, el pan de muerto de trigo, los dulces de leche, queso, platillos de res, cordero y pollo. Y variedad de frutas: manzanas, uvas, tejocotes, capulines , mandarinas, naranjas, limones y aguacate.
También el copal y las “cempaxochitl“ ( “ flor de los veinte pétalos“ , del nahuatl cempa-veinte y xochitl-flor)
Se recorrió el antiguo camino para recoger la sal para la Ofrenda, que atravesaba los calpulli, ya entonces nombrados barrios con un Santo Patrono: San Martín-Xochinahuac, San Andrés-Tetlalman, Santa Barbara-Yopico y Santa Catarina-Atzacoalco.
Iban entonando cánticos prehispánicos mezclados con salmos católicos-
Regresaron con la sal que se colocó en pequeñas ánforas en la Ofrenda de San Nicolás, donde Sebastián mandó oficiar una Misa y todos recordaron a sus muertos.
El camino recorrido para recoger la sal tomó el nombre de Calzada de las Ánimas, el cual se conservó durante muchos siglos.
GALERÍA DE IMÁGENES
Entierro infantil con ofrenda de sal
(Imagen
de Román Aurelio Chávez Torres)
(Imagen
en tesis de Román Aurelio Chávez Torres)
Ala
habitacional
(Imagen de la autora)