LA TERTULIA, Leyendas de la Colonia San Álvaro

LA TERTULIA, Leyendas de la Colonia San Álvaro

Por Adrián González Cabrera

AZCAPOTZALCOGRAFÍA.

 

Los días fríos que se presentaron en el mes de octubre de 1980 nos inspiraron, a un par de amigos y a mí, a formar un grupo tertuliano que se reuniera el viernes de cada semana con el propósito de convivir, beber un café y conversar. La idea maduró, y para el primer viernes de noviembre de ese mismo año iniciamos las reuniones en el departamento de uno de los amigos, ubicado en la Colonia San Álvaro, hoy Alcaldía Azcapotzalco. Para la tercera reunión, el tema programado para abordar ese día “Fantasmas en la Colonia San Álvaro”.

El moderador otorgó la palabra al primer expositor. Mi hermano Eduardo, hoy en día ya fallecido, expuso los hechos acaecidos al interior de lo que queda de la Hacienda Clavería, mismos que presenció en su niñez, y relató de la siguiente manera:

“Durante los años 1950’s y principios de los 60’s, en lo que fue parte del casco de la Hacienda Clavería (que es lo que se conserva en la actualidad, principalmente la zona de la Casa Grande) en diciembre de cada año se llevaba a cabo una posada que organizaba la ANDA (asociación Nacional de Actores).

A efecto de atender, en dicha posada, los puestos de quesadillas, pozole, pambazos, dulces, etc., los organizadores contrataban a varias señoras (una de ellas era mi mamá). A su vez las señoras llevaban a uno de sus hijos (niños) para que las auxiliaran en las actividades misceláneas. Una de las actividades misceláneas con que tenían que cumplir los niños era proveer el carbón para los anafres y la leña para la fogata, para lo cual tenían que ir a recogerlos al sitio en que se encontraban cortada la leña y encostalado el carbón: en la parte interna del que antiguamente fue el portón principal de acceso peatonal y vehicular de la Hacienda, ubicado en la calle Juárez, limítrofe entre las colonias San Álvaro y Clavería (este portón nunca lo vimos abierto en esos años. No se usaba, ya que la entrada peatonal y vehicular a las instalaciones, en los años 1950’s y 60’s era por la calle Floresta, Col. Clavería).

Avanzada la noche, los niños ya no querían ir por el carbón o la leña pues decían que a la medianoche se aparecía un monje vestido con un hábito religioso color café y parecía caminar, pero que realmente lo veían desplazarse en la zona del portón sin mover los pies, lo cual los asustaba mucho”. 


La mujer de blanco que se aparecía en la parte exterior del portón de antiguo acceso peatonal y vehicular de la Hacienda Clavería.


Eduardo contestaba algunas preguntas que, al respecto, le hacían los presentes, cuando un segundo expositor, sin esperar su turno, tomó la palabra y narró lo siguiente:

“Es importante mencionar que en esos años existía un gran terreno baldío sin barda enfrente de dicho portón, al otro lado de la calle Juárez, y que no existían banquetas ni carpeta asfáltica. Asimismo, las calles de la colonia San Álvaro eran iluminadas por la noche con bombillas incandescentes de 250 watts, por lo que las calles se encontraban casi en penumbras.

En ese mismo portón, pero por la parte externa, en los mismos años 1950’s y 60’s, al acercarse la medianoche se aparecía de pie una mujer vestida de blanco, que, al momento en que un automóvil ingresaba a la Calle Juárez viniendo por Av. Azcapotzalco, dicha mujer le empezaba a cerrar el paso invadiendo la zona de rodadura, lo que obligaba a los empavorecidos conductores a manejar en reversa para regresar a Av. Azcapotzalco (que para entonces ya estaba asfaltada) para ingresar a la colonia San Álvaro por Av. Clavería.”

El segundo expositor contestaba las preguntas de los presentes, cuando un tercer expositor, sin esperar a que el moderador le otorgara la palabra, relató lo siguiente:

“A 100 metros de distancia del portón mencionado por los expositores primero y segundo, en la esquina de Calle Mar del Norte y 1ª. Cerrada de Mar del Norte, durante los años 1940’s, por las madrugadas, cuando las personas salían de sus casas y, por diversos motivos tenían necesidad de pasar por dicho lugar, empezaron a ver, por el lado de la 1ª. Cerrada de Mar del Norte, en la esquina, un pequeño grupo de siluetas-sombras femeninas.

La gente empezó a murmurar que dichas sombras femeninas seguramente eran las almas de las mujeres que Goyo Cárdenas —entonces estudiante de la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, que en aquel tiempo se ubicada en Calle Ferrocarriles Nacionales esquina con calle Mar del Norte, Colonia San Álvaro— había asesinado en 1942 en la casa de un nivel ubicada justo en la esquina de la Calle Mar del Norte esq. 1ª. Cerrada de Mar del Norte…”

Entrada principal de la Escuela Nacional de Ciencias Químicas, en la que en 1942 estudiaba Goyo Cárdenas.

“…La casa en la que fueron cometidos los crímenes de las jovencitas en 1942 a manos de Goyo Cárdenas, se encuentra hoy en día abandonada.”

 

Casa que habitó Goyo Cárdenas en 1942, en donde cometió sus crímenes.

Finalmente, un cuarto expositor comentó que:

  “Al paso de los años, las instalaciones de la Hacienda Clavería fueron vendidas a la Universidad Panamericana, que instaló ahí el IPADE (Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa), con lo que, poco a poco, fueron disminuyendo las versiones de apariciones fantasmales en la Hacienda.

Así mismo, con la modernización urbana de la colonia San Álvaro se fueron extinguiendo las visiones espectrales en la esquina en la cual se encuentra ubicada la casa que entonces habitó Goyo Cárdenas.

De la misma manera, con la muerte de la gente que residió en la colonia San Álvaro en los años 1950’s, y con el reciclamiento poblacional, las versiones de visiones aterradoras han ido, poco a poco, disminuyendo y, por tanto, pasando a formar parte de las Leyendas de la Colonia San Álvaro.”

 

La tertulia terminó, el moderador agradeció, y todos los asistentes nos retiramos hacia nuestras respectivas casas.

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