XICUCO ENCANTADO
XICUCO ENCANTADO
Virginia
Hernández Vázquez
En 1900, el tío de mi padre llamado Crispín,
tocaba en una pequeña orquesta de Hidalgo,
habían tocado en la celebración patronal cerca de Tezontepec de Aldama, no
habían juntado el suficiente dinero, así que tristes y preocupados, caminaban
de regreso a su pueblo. Escucharon de una gran fiesta en un cerro cercano, en
voz de un hombre que les salió al paso. Así que decidieron subir a ver si los
contrataban, llegaron al pie del cerro y siguieron un sendero oscuro, había un
total silencio, se voltearon a ver para preguntarse con la mirada si seguían,
Valentín los incitó diciendo que había mujeres, alcohol, buen pago y comida,
los demás con dudas y encomendándose a Dios.
Lo siguieron por la necesidad del dinero. No
encontraban dicha fiesta, creyeron qué los habían engañado y decidieron irse,
unos minutos después se comenzó a oír música, voces, a lo lejos vieron una gran
casa con mucha luz, conforme se
acercaron se oían carcajadas, maldiciones y gritos de euforia, Crispín
tenía un sentimiento de incomodidad y miedo. Se asomaron por las ventanas,
había candiles elegantes, mesas llenas de comida, jarras y barriles de bebidas,
botellas de licor, la gente estaba vestida de charros y escaramuzas, ellas hermosas y sirviendo a los
hombres a las que abrazaban y con las que bailaban, el aroma de la comida era
esplendido.
Un charro vestido de negro, se presentó como el dueño y les contrato, los invitó a pasar y ellos se maravillaron del lujo y la riqueza, una orquesta más grande que ellos tocaba, el dueño les dijo que disfrutarán.
El Señor
Crispín se percató que en las mesas había charolas llenas de oro y plata igual
que los adornos del traje del dueño, hasta el fondo de esa gran habitación,
había un tesoro y objetos valiosos.
El dueño tomó del hombro a Crispín y le ofreció bellas mujeres, monedas y bebida, pero algo no le dio confianza y dijo que más tarde lo haría.
Luego de tocar, en su descanso, tres de los músicos gozaban y tomaban de todo lo que había, a Crispín y su compañero Fermín, quienes no habían tomado más que un vaso de agua, el dueño les dio un costalito con monedas de plata, pero les pagaría el triple si se quedaban otro rato, ellos no aceptaron. Sus compañeros no querían irse, así que Crispín y Fermín salieron con sus instrumentos para hacer sus necesidades fuera de la casa, ambos estaban de acuerdo que algo estaba mal, cuando regresaron por sus compañeros, no encontraron la puerta de entrada, por más vueltas que le dieron, solo ventanas que dejaban ver a sus amigos con mujeres con patas de gallo y hombres con patas de chivo, ¡Estaban horrorizados!, con desespero tocaban y hasta trataban de romper las ventanas para advertirles pero no pudieron.
De la
nada se escuchó el canto de un gallo y
ante sus ojos vieron cómo salían cuernos de las cabezas de aquella gente y en
ese momento la casa desapareció con todo adentro. Ambos músicos, no entendían
lo que pasaba, alguien les habló y les ofreció instrumentos nuevos y una
orquesta mas grande, era el dueño de la casa, ahí entendieron que no era algo
bueno ese ente, Crispín arrojo la magnífica que traía en su bolsillo, el charro
negro, dio un grito estremecedor y desapareció.
Se fueron lo más rápido que pudieron, llegaron a
una iglesia aterrados, le contaron todo al sacerdote y a los familiares, se
enteraron que habían desaparecido por tres días.
Contaba Crispín que hubo quien fue a buscar a
los desaparecidos pero no encontraron nada, por el mismo miedo ya no intentaron
más.
Luego de un año, uno de los compañeros más jóvenes regresó al pueblo contando que el dueño le pidió deshacerse de su escapulario y este no quiso, amaneciendo en la cueva del diablo en el cerro, pero al enterarse de la verdad y que había pasado tanto tiempo, el chico enfermó y se fue de su pueblo, el señor Fermín perdió la razón y murió luego de un tiempo, mientras que Crispín cayó enfermo y aún con limpias, falleció, no sin antes contarle a mi padre su historia.
Contaba otro familiar de mi padre, que 35 años después otro de los músicos apareció sin rastros de la edad que debía tener, dicen que solo llegó a confesarse y morir, de Valentín no se supo más.
Mi padre me decía “nunca vayas a ese cerro, la gente de mi edad que sabe sus secretos no voltea ni a verlo, hay tesoros de los antiguos hombres Toltecas, era un lugar sagrado, está habitado por brujas, espíritus protectores, otros piden ayuda o venganza, hay fiestas de charros negros y almas perdidas, en la cueva y el cerro se abren los encantos no solo el 21 de junio”.
Por cierto fue el modelo para hacer la nueva basílica de Guadalupe. Y dicen que en la noche de luna llena es cuando más eventos pasan.
Siempre que voy al pueblo de mi papá, (nunca he entendido por qué a pesar de temerle), me llama a conocer sus secretos, ese cerro misterioso del Xicuco. (Lugar del ombligo” o “En el ombligo”).