A CIEN AÑOS DE ROSARIO CASTELLANOS, ROSARIO Y LA CIUDAD DE MÉXICO, La década de 1950
A CIEN AÑOS DE ROSARIO CASTELLANOS
ROSARIO Y LA CIUDAD DE MÉXICO
La década de 1950
Por Marco Antonio Orozco Zuarth
Como señalamos en la entrega anterior, Rosario terminó su maestría en Filosofía en 1950, a los 25 años, y luego viajó a la Universidad de Madrid para cursar un posgrado en Estética. En 1951 regresó a México para iniciar su labor docente y periodística, además de continuar con su producción literaria.
Analicemos ahora su trayectoria.
Sus primeras publicaciones nacionales aparecieron en la revista América, patrocinada por la Secretaría de Educación Pública y dirigida por el poeta Roberto Guzmán Araujo y el cuentista Efrén Hernández. Esta revista fue un referente en la literatura y la cultura mexicana de mediados del siglo XX. En sus páginas publicaron autores como Agustín Yáñez, Alfonso Reyes, Alí Chumacero, Andrés Henestrosa, Efraín Huerta, Emilio Carballido, Fernando Benítez, Jaime Torres Bodet, José Revueltas, José Vasconcelos, Juan de la Cabada, Juan Rulfo, Leopoldo Zea, Luis Spota, Manuel Gamio, Octavio Paz, Ramón Rubín, Ramón Xirau, Rodolfo Usigli, Rubén Salazar Mallén y Sergio Magaña, entre otros.
También dio espacio a numerosas escritoras como Margarita Michelena, Guadalupe Amor, Gabriela Mistral, Rosario Castellanos, Luisa Josefina Hernández, Dolores Castro, Carmen Toscano, Magdalena Mondragón, Margarita Paz Paredes y la propia Rosario Castellanos, entre otras.
En América, Rosario publicó en 1946, a los 22 años, su poema Apuntes para una declaración de fe. En 1952 apareció en la misma revista su obra teatral Tablero de damas.
En 1948, a los 23 años, publicó Trayectoria del polvo en la editorial Costa-Amic, un poema que varios críticos consideran un tímido inicio en su obra, aunque discrepo, pues es sólido y bien desarrollado.
En 1950, Ediciones de América, Revista Antológica, publicó su poemario De la vigilia estéril. Un año después, en Madrid, apareció Presentación en el templo, un poemario cuya edición original es difícil de localizar, pero que tuvo una segunda publicación en Revista Antológica, México, en 1952.
A su regreso de España, en 1952, publicó El rescate del mundo, con el apoyo del Gobierno del Estado de Chiapas. En esta obra, su lenguaje sencillo potencia la lírica y transforma lo cotidiano en imágenes vivas y dinámicas. Ese mismo año, América, Revista Antológica, publicó su obra dramática Tablero de damas.
Entre 1954 y 1955, una beca de la Fundación Rockefeller en el Centro Mexicano de Escritores le permitió consolidar su obra.
En 1955 participó en la antología Ocho Poetas Mexicanos, junto con Alejandro Avilés, Roberto Cabral del Hoyo, Dolores Castro, Efrén Hernández, Honorato Ignacio Magaloni, Octavio Novaro y Javier Peñalosa.
En 1957 publicó su primera novela, Balún Canán, una obra magistral que abordaremos en la próxima entrega. Gracias a esta, el Gobierno del Estado de Chiapas le otorgó el Premio Chiapas al año siguiente, cuando tenía 33 años. También en 1958 publicó Poemas: 1953-1955, en la Colección Metáfora.
En 1959, la Universidad Veracruzana publicó su poemario Al pie de la letra, donde exhibe una musicalidad y lirismo excepcionales. Ese mismo año, Editorial Jus editó Salomé y Judith, una obra dramática que reflexiona sobre la condición femenina.
Como podemos ver, la década de 1950 fue especialmente prolífica para Rosario, consolidando su madurez literaria.
Década durante la cual la Ciudad de México vivió un intenso proceso de modernización y expansión. Se construyeron importantes infraestructuras como Ciudad Universitaria (1952), la Torre Latinoamericana (1956) y el Centro Médico La Raza (1950). La industria se concentró en Azcapotzalco, y la población alcanzó los tres millones de habitantes.
La ciudad también enfrentó desastres naturales, como las inundaciones de 1951 y el fuerte sismo de 1957, que provocó daños significativos y derribó la escultura del Ángel de la Independencia.
En términos de desarrollo urbano, surgieron grandes unidades habitacionales como Narvarte (1955), Santa Fe (1957) y Ciudad Satélite (1958), además del Conjunto Urbano Nonoalco-Tlatelolco (1959). Se impulsaron el deporte y el comercio con la inauguración de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca (1957) y el nuevo mercado central de La Merced (1957).
Este periodo de auge económico y social consolidó a la Ciudad de México como una metrópoli moderna, con cambios que aún marcan su desarrollo.
En el ámbito político, Miguel Alemán dejó la presidencia en 1952, siendo sucedido por Adolfo Ruiz Cortines, quien aprobó el voto a la mujer. En 1958 asumió la presidencia Adolfo López Mateos, quien enfrentó huelgas como la de los ferrocarrileros.
La vida cotidiana reflejaba un equilibrio entre tradición y modernidad. Aunque la radio seguía siendo el principal medio de comunicación, la expansión de los supermercados y el crecimiento urbano transformaron el estilo de vida. Paralelamente, Octavio Paz publicó una obra clave sobre la identidad mexicana (El laberinto de la soledad, 1950), mientras que los medios de comunicación difundían con mayor intensidad la cultura estadounidense, sobre todo a través de la música, a la moda y la comida.
En el arte se experimentó una transformación significativa, abriéndose a nuevas expresiones y estilos. Surgió una generación de artistas influenciados por las vanguardias internacionales, pero sin perder la identidad mexicana. A la par, la Ciudad de México vivió un auge arquitectónico y la expansión de los medios de comunicación, destacando el nacimiento de la televisión en 1950.
El ambiente artístico se polarizó entre los defensores del nacionalismo y quienes impulsaban nuevas corrientes. Mientras David Alfaro Siqueiros defendía el realismo social, artistas como Rufino Tamayo promovían una visión más cosmopolita. La exposición de arte se centralizó en la capital con la proliferación de galerías y el crecimiento del mercado artístico, donde la burguesía comenzó a adquirir obras como símbolo de estatus.
En la literatura destacaron autores como Xavier Villaurrutia, Mauricio Magdaleno, Rodolfo Usigli, Julio Torri, Nelly Campobello, Juan de la Cabada, Gregorio López y Fuentes, Enrique Asúnsolo, Antonio Magaña, Andrés Henestrosa, Agustín Yáñez y Mariano Azuela.
Rosario Castellanos formó parte de la Generación del 50, junto a escritores como Jaime Sabines y Carlos Fuentes. Ezequiel Maldonado y Concepción Álvarez Casas identifican en su obra dos rasgos distintivos: la reflexión crítica sobre la mujer mexicana y la visibilización de la presencia indígena contemporánea, temas ignorados por la ideología dominante de la época. Con el tiempo, su literatura ha cobrado mayor relevancia y se considera adelantada a su tiempo. Emilio Carballido amplía este contexto literario al mencionar la relación de Castellanos con escritores centroamericanos como Augusto Monterroso, Otto Raúl González y Ernesto Cardenal.
En el ámbito del movimiento feminista, en 1952, el candidato Adolfo Ruiz Cortines prometió ante 20 mil mujeres impulsar reformas para garantizarles los mismos derechos políticos que los hombres. En 1953, se aprobaron las reformas constitucionales que otorgaron a las mujeres la ciudadanía plena, permitiéndoles participar en la vida política del país. El 6 de octubre de 1953 se modificaron los artículos 34 y 115 de la Constitución, y el 17 de octubre se publicó el nuevo texto, reconociendo los derechos políticos de las mujeres.
En 1954, Aurora Jiménez de Palacios se convirtió en la primera diputada federal. Un año después, en 1955, las mujeres votaron por primera vez en elecciones federales. Finalmente, en 1958, Macrina Rabadán se convirtió en la primera diputada de oposición. Estos acontecimientos marcaron avances fundamentales en la participación política femenina en México.
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. (2015). Historia de las mujeres en México. México, D.F.
Galeana, P. (s.f.).
La historia del feminismo en México. Biblioteca Jurídica Virtual del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Recuperado de https://www.juridicas.unam.mx