MADRES, LES CANTA EL POETA TAGORE, Y NOSOTR@S CON ÉL
MADRES, LES CANTA EL POETA TAGORE, Y NOSOTR@S CON ÉL
Por Martín Borboa Gómez
AZCAPOTZALCOGRAFÍA.
El poeta, educador, músico e ideólogo Rabindranath Tagore, nació el 6 de mayo de 1861, en Calcuta, India. Algunas fuentes dicen que el día 7.
Fue el primer hombre no europeo, ganador del Premio Nobel, en 1913. En algún momento de su trayectoria fue nombrado Sir por la realeza inglesa, pero luego renunció a ese título. Cuando el gran Mahatma Gandhi estuvo en la cárcel, Tagore lo visitó. Cuando Tagore estuvo enfermo al final de su vida, Gandhi lo visitó. Se le otorgó el grado de Doctor en la Universidad de Oxford.
Tiene un monumento en su honor en Azcapotzalco, Cdmx, en el gran cruce de Salónica y Camarones, ahí, en un sector donde alguna vez fluía el Río Camarones, a lo largo del trayecto de la hoy calzada.
En el año 2018, cuando comencé a leer su libro, de la Editorial Porrúa, Colección “Sepan cuantos…”, Número 33, decimo octava edición, México, enseguida noté que varias de sus obras eran un claro, definitivo y muy amoroso canto a su madre.
Es un autor que desde los 16 años ya había publicado su primer poema y su primer artículo, y dado que después, alcanzó el máximo premio mundial de literatura, llamó bastante mi atención, ya que he leído a algunos (pocos) autores así premiados, y no les había visto esa inclinación a dedicar palabras tan bellas a sus mamás.
Por ejemplo, un fragmento:
“Si quisiera, el niño podría volar ahora mismo al cielo.
Pero tiene sus razones para no dejarnos.
Toda su felicidad consiste en descansar su cabeza en el seno de su madre, por nada del mundo dejaría de verla…”.
De modo que leí buena parte de ese libro de Tagore con bastante interés. En ese tiempo yo acompañaba mucho a mi mamá, y cuando ella dormitaba en las tardes, yo avanzaba en esta lectura.
Ahora que lo retomo para este artículo, me pregunto:
¿Habrá otro libro de alguna persona ganadora del Premio Nobel, que desde las páginas iniciales, lo primero que salta a la vista es su gran amor por su madre, y el de ella por él o ella, página tras página?
Para compartir algo de esto que menciono, transcribo el primer texto de ese libro, que ya desde la entrada (pág. 5 "El principio") subraya el tamaño del amor de una madre.
También transcribo un par más (pág. 9 "Mala fama" y pág. 11 "Nubes y olas").
Serían varios los que debería copiar aquí si me propusiera ofrecerles cada poema en que Tagore enaltece el amor y el valor de una madre, y cuanto se le quiere a ella.
No es posible. Pero al menos unos botones de muestra.
Me llena de emoción transcribirlos, pues es volver a leerlos, y recordar.
Qué maravilla un autor que vaya que le cantó a su madre, cuanto la amó, cuanto ella a él, y en la poesía de Tagore, madre y amor son sinónimos.
La poesía es para decir verdades. Grandes verdades.
EL PRINCIPIO
“¿De dónde vine yo? ¿Dónde me encontraste?”, pregunta el niño a su madre.
Ella llora y ríe al mismo tiempo, y estrechándolo contra su pecho, le responde:
Tú estabas escondido en mi corazón, amor mío, tú eras su deseo.
Estabas en las muñecas de mi infancia, y cuando, cada mañana, yo modelaba con arcilla la imagen de mi Dios con barro, en verdad te hacía y deshacía a ti.
Estabas en el altar junto a la divinidad de nuestro hogar, al adorarla, a ti te adoraba.
Has vivido en todas mis esperanzas, en todos mis amores, en toda mi vida y en la vida de mi madre.
El espíritu inmortal que preside nuestro hogar te ha albergado en su seno desde el principio de los tiempos.
En mi adolescencia cuando mi corazón abría sus pétalos, tú lo envolvías como un flotante perfume.
Tu delicada suavidad aterciopelaba mis carnes juveniles, como el reflejo rosado que precede a la aurora.
Tú, el predilecto del cielo, tú que tienes por hermana gemela la primera luz del alba, has sido traído por la corriente de la vida universal, que al fin te ha deposita sobre mi corazón.
Mientras contemplo tu rostro, me siento sumergida en una ola de misterio: tú, que a todos perteneces, te has hecho mío.
Te estrecho contra mi corazón, temerosa de que escapes.
¿Qué magia ha entregado el tesoro del mundo a mis frágiles brazos?”.
MALA FAMA
¿Por qué lloras hijo mío?
¡Qué malos son, pues siempre te regañan sin motivo!
Mientras escribías, te has manchado de tinta la cara y las manos; ¿por esto te han llamado sucio?
¡Cómo se atreven! ¿Se les ocurrirá decir que la luna nueva es sucia porque tiene la cara negra de tinta?
Te acusan por cualquier tontería, hijo mío; siempre están
dispuestos a meter ruido por nada.
Jugando te rompiste tu vestido: ¿por esto te llaman destrozón? ¡Cómo se atreven! ¿Qué dirían de la mañana de otoño que sonríe a través de las nubes rasgadas?
No te preocupen sus regañinas, hijo mío, ni la perfecta y
minuciosa cuenta que llevan de tus faltas.
Todos sabemos que te gustan los dulces. ¿Y por esto te llaman goloso?
¡Cómo se atreven! Pues, ¿qué nombre nos darán a los que encontramos tanto gusto en besarte?
NUBES Y OLAS
Este cuento me gusta mucho. Trata de un niño que aunque recibe las más fascinantes invitaciones a distraerse y alejarse, él sabe muy bien lo que es superior a eso: disfrutar la presencia y el cariño de su madre.
Aprovechar esa enorme oportunidad de acompañar y apapachar a nuestra madre. Eso es sabiduría.
A continuación, el cuento:
Madre, los que viven allá arriba, en las nubes, me llaman:
“Nosotros jugamos desde que despertamos hasta el anochecer” dicen-.
“Jugamos con el alba de oro y con la luna de plata”.
Yo les pregunto: “Pero ¿cómo subiré hasta vosotros?”
Y me contestan: “Ven hasta el borde de la tierra, levanta
entonces las manos al cielo y te subiremos con las nubes”.
Pero yo les digo: “Mi madre me espera en casa, ¿cómo podría
dejarla para venir?”
Entonces sonríen y se van flotando.
Pero conozco un juego más bonito que ése.
Yo seré la nube y tú la luna.
Yo cubriré tu rostro con mis dos manos y el techo de nuestra casa será el cielo azul.
Los que viven en las olas me llaman:
“Nosotros cantamos desde el alba al crepúsculo; avanzamos
siempre, siempre, sin saber por dónde pasamos”.
Yo les pregunto: “Pero, ¿cómo me uniré a vosotros?”
“Ven” dicen, “ven hasta la orilla de la playa, cierra los
ojos y serás arrebatado por las olas”.
Yo respondo: “Pero cuando llega la noche mi madre me quiere
a su lado; ¿cómo podría dejarla para venir?”
Entonces sonríen, y se van bailando.
¡Pero yo conozco un juego más divertido que ése! Yo seré las
olas y tú una playa lejana.
Yo rodaré, rodaré, y como una ola que se rompe, mi risa
rodeará tus rodillas.
Y nadie sabrá, en todo el mundo, dónde estamos tú o yo.
💖💗¡¡ FELIZ DÍA DE LAS MADRES !! 💗💖