XANCOPINCA, EL MANANTIAL ESCONDIDO (Capítulo 3 de 7)

XANCOPINCA, EL MANANTIAL ESCONDIDO (Capítulo 3 de 7)

 Por David Briones

 

AZCAPOTZALCOGRAFÍA.

  

III. La misión de madre e hija

La pequeña Xicomoyahual estuvo con su madre viviendo un tiempo en el palacio. Siendo despreciada por las nodrizas, por ser hija de una casi esclava, su madre tiene que amamantar a la hija del rey para que pueda sobrevivir. 

Imagen generada con IA

Cuando la niña puede comer otras cosas, se le pide a Iztacxóchitl que se retire del palacio y hasta que la niña cumpla 10 años podrá decidir si vive con su padre o se retira a vivir en la isla de Huacalco.

Azcapotzalco ya era una ciudad esplendorosa, su influencia llega a muchos lugares más allá del lago, el nombre de su señor es temido y venerado en lugares donde ni los ojos del propio rey se han posado. Los enormes palacios han hecho acrecentar el ego de sus pobladores que ahora se hacen llamar tecpanecas, los señores que habitan en los palacios. (Antes se decían tepanecas, “sobre la piedra”). Los templos de Ocotecuhtli(1) dios del fuego, de Tláloc dios del agua, de Tonantzin diosa madre de la tierra eran de una belleza y elegancia que rompía los cánones hasta entonces establecidos, elegancia que sería copiada por los mexicas tiempo después. Tezozómoc quería que su ciudad representara la grandeza que hasta ese momento él había conseguido y la capital tepaneca lucía como tal vez llegó a verse alguna vez Teotihuacan (la mítica Tollán) la ciudad de dioses y como probablemente nunca se llegará a ver Tenochtitlán.

 

Imagen generada con IA

La envidia de los demás poblados nahuas hace que empiecen a hacer mofa de los tepanecas, diciendo que pasan más tiempo sentados en sus tronos de piedra que haciendo la guerra que les están empezando a crecer las nalgas, llamándolos ‘chintololos' (los de las nalgas grandes).

En esos días, Tezozómoc se une a Ilhuicaxotzin “la de pies en el cielo” princesa de Coyohuacán, pues Chalchiuhcozcatzin (la primera esposa del rey) murió al dar a luz a su hijo Quetzalayatzin, “el del manto de quetzal”, y la nueva esposa desprecia al pequeño llamándolo despectivamente Tayatzin.

Representación de Tayatzin
Crédito de imagen a quien corresponda


Cuando Iztacxóchitl estuvo en el palacio también llegó a alimentar a Quetzalayatzin, y esto los unió junto con Xicomoyahual. Le llamaba cariñosamente ‘mi chichinantzin' (mamá de leche).

En los siguientes años nace Maxtlatzin (de noble taparrabo) hijo de Tezozómoc e Ilhuicaxotzin, y desde su nacimiento no se despega de su madre. Sintiéndose lo suficientemente poderosa en el palacio, Ilhuicaxotzin, desprecia a todos los hijos de Tezozómoc por considerarlos indignos de su hijo Maxtla, y su desprecio se ensaña con la pobre Xicomoyahual quien carecía de protección materna, solo tenía como amigo a su hermano de nodriza el príncipe Tayatzin.

A los diez años, aun con su amigo en el palacio, y el poder hablarle a su padre, el mismo Tezozómoc, decide irse con su madre a vivir y aprender del culto de Cihuacóatl. Sabe, sin saber porqué, que su deber es aprender para ayudar.

·       Madre, estoy aquí, me ha traído un guardián de palacio de mi padre, el Tepanecatéuctli

·       ¡¡¡Mi hija, la que habla desde el ombligo!!! Te he extrañado mucho… pensé por un momento que no regresarías a la isla de Huacalco…

·       Quiero que me enseñes a escuchar a la mujer serpiente que puedo ver en sueños.


Iztacxóchitl ve con agrado el pedimento y le dice a su hija que mañana antes que Tonatiuh, saldrán al manantial a llevar un tributo al agua sagrada;

·       Con suerte, Cihuacóatl te hablará…- dice Iztacxóchitl al final de la conversación.

 

Diez años después, Xicomoyahual es una mujer tan hermosa como lo fue su madre, que, al verla orgullosa, recuerda que su misma belleza ayudó a que el señor ahora todopoderoso conquistador del lago, el Tepanecatéuctli Tezozómoc, se dejara seducir y así concebirla. El viejo padre de Iztacxóchitl apenas ha dejado de trabajar en la ladrillera pues a su edad ya no puede competir con los jóvenes ladrilleros. Los cambios se aprecian en el estrecho donde se fabrican los adobes y que ahora tiene diez veces más trabajadores que cuando era joven, la gran mayoría esclavos de los tepanecas conseguidos en sus sangrientas guerras de conquista.

Los mexicas son ahora más aliados que tributarios de los de Azcapotzalco, van juntos a las guerras y son los más feroces de los mercenarios. Tezozómoc busca formas de agenciarse su favor ya no con mano dura, sino emparentar con los señores Tlatoanis del Islote. Además, corre el rumor que la esposa de Acamapichtli no es fértil, así muchos señores del lago le mandan princesas y concubinas para ser la madre del futuro sucesor del trono de Tenoch(2). Ha nacido solo un hijo de Acamapichtli de una de sus concubinas; el joven Huitzilihuitl; pero en una sociedad donde la vida es frágil, y la muerte es constante, tener un hijo no es garantía de sucesión dinástica. Algo muy parecido a los reyes y reinos europeos en la misma época (siglo XIV).

Tezozómoc manda un mensaje a Iztacxóchitl por medio de su cacique, que lleve a Xicomoyahual a la presencia de Acamapichtli.

·       Dígale al señor del palacio que le obedeceré, Xicomoyahual irá al palacio de México a conocer al Tlatoani.

 

Iztacxóchitl sintió miedo de perder a su hija, pero, sobre todo, pensó que estaría faltando a su enseñanza del culto de la aconsejadora de hombres. Antes de llevar a su hija, preguntó a la guardiana del manantial en la siguiente madrugada…

Imagen generada con IA

·       Niña, ahora se acerca la verdadera misión de tu hija, estará en el palacio del rey mexica para ser madre del futuro señor, pero la maldición de ser hija de un señor ambicioso le despojará de su nombre en la memoria de sus futuros hijos…

·       ¡¡Señora mía!! Tristes noticias me das, ¿qué debo hacer para ayudarla?

·       Nada. Tu misión en la tierra de los hombres está llegando a su fin… y tu futura misión es estar en mi lugar, donde verás cosas y aconsejarás a los hombres, pues mi espíritu cansado necesita ir al Tlalocan Tamoanchan(3) a descansar.

 

Acamapichtli toma a la hija de Tezozómoc como una de sus concubinas, pero por su ascendencia materna poco noble, no le toma mucho en cuenta. Sin embargo, en una de las ocasiones en que el tlatoani descansa a un lado de Xicomoyahual, presta atención a sus palabras, de esta forma:


  • ¿Y dices, hermosa, que Cihuacóatl aconseja porque puede ver más allá del lugar sin puertas ni ventanas(4)?

  • ·       Si mi señor, yo fui criada en una isla pequeña de la rivera del lago en camino a Azcapotzalco, y mi madre venera a la guardiana de los manantiales, que se aparece en uno que está ahí, de purísima agua fresca y siempre perenne, habla para aconsejar, y yo, rey mío, soy adoradora de ella y conozco su ritual.

  • Pues me gustaría que enseñaras ese conocimiento a mi hijo Huitzilihuitl, para que se convierta en un gran señor, ya que desde el Calmécac es fuerte y gran guerrero, ya forma parte de las incursiones de la Alianza a todas las orillas del lago, además de que ya es padre, necesita ser aconsejado él y su hijo…

  • Claro señor. Yo personalmente enseñaré a él y a sus hijos tanto como a los míos que serán tuyos.

 

Así Xicomoyahual, se convierte en maestra del culto de Cihuacóatl, siempre bajo la mirada recelosa de los sacerdotes de Huitzilopochtli, que consideran más importante su culto a la guerra que a la consejería. 

Los sacerdotes Tlalocalli ven con agrado a Cihuacóatl, pues la consideran hija del dios de la vida y el agua. Por ende, Xicomoyahual es bien recibida en el gran templo para la enseñanza de su culto. 

Representación de Tláloc
Crédito de imagen a quien corresponda


Huitzilihuitl está poco interesado en el aprendizaje, pero la sacerdotisa, aun cuando está encinta de su primer hijo, toma bajo su tutela al pequeño hijo del príncipe a quien llaman Atecpanécatl (futuro Tlacaélel) quien, con el tiempo, se convertiría en su mejor alumno.

Xicomoyahual está a punto de dar a luz y al sentir el momento; se traslada en una lancha a Huacalco para que sea su madre quien traiga al mundo a su hijo. 

Imagen generada con IA

Ella sabe, porque la mujer serpiente le habló en sueño, que su hijo será varón y será el libertador de su pueblo. La tarde es bella, el sol refleja tristemente su silueta en las calmadas ondas del agua del lago, tratando de dejarle un poco de luz en su interior, para que se combinen con los rayos de la luna que seguramente, duermen en el fondo de éste, el ombligo de la luna.

Al llegar ya entrado el crepúsculo, su madre la recuesta en el mismo petate donde ella nació; y empieza la labor de la próxima madre. Casi al amanecer, nace su hijo, pero el esfuerzo fue tanto, que Xicomoyahual cae desfallecida en un desmayo donde se funden imágenes de muerte, venganza, terror, su hijo, su madre, la diosa…

 

Imagen generada con IA

Iztacxóchitl toma al niño en sus brazos, y recostó a su hija en el petate para que se recuperara, colocándole una manta y dejándola descansar. 

Imagen generada con IA

Se da cuenta que ese momento es el horario propicio para llevar al hijo de su hija al manantial a ser conocido por la guardiana. Su anciano padre decide acompañarla. Juntos recorren en oscuridad sólo con una raja grande de ocote, el camino al manantial y al llegar, el anciano siente un aliento en la nuca que le eriza la piel; al voltear, trastabilla en la orilla, cae y contra un pedernal grueso, se golpea la cabeza, cayendo boca abajo en el riachuelo, ahogándose inconsciente.

La abuela del niño apenas vio cómo se apagó el ocote al caer al agua y sin saber que su padre estaba a punto de fallecer ahogado, siguió caminando hasta el nacimiento del manantial, pensando, seguramente que su padre se detenía a cierta distancia por respeto. Procedió a hacer el mismo ritual que había hecho con su hija años atrás. En ese momento y de forma sorpresiva, la diosa apareció a su espalda, dando un alarido. Al voltear Iztacxóchitl, vio una imagen que la recorrió de escalofríos: el rostro de la aparición se mostró descarnado, sus ojos no tenían iris y solo se veía el fondo negro como de un pozo en cada uno; los dientes sin encías hacían de su boca abierta de grito, una mueca de horror indescriptible. La guardiana se tornaba implacable acreedora y tomaría cuerpo y alma de su sucesora como lo había prometido. De repente, la Cihuacóatl se acercó a toda velocidad hacia la asustada mujer que sintió un golpe como de un viento fortísimo que la levantó en vilo y le arrancó al niño de los brazos, sintió que su último aliento salía de su boca y que todo el cuerpo le quemaba. Horrorizada alcanzó a ver como el espíritu se fundía con ella y su carne y huesos iba desapareciendo. La explosión que vio por último Iztacxóchitl le hizo saber que era ése el momento de dar su vida por la de su hija. Pasó un millón de años a una velocidad infinita frente a sus ojos y vio lo que pasaba en el pasado y en el futuro al mismo tiempo. De repente caminaba descalza sobre el agua sin hundirse, todo iluminado a su alrededor por una luz que brotaba de plantas, rocas y agua mismos, como se ilumina el fuego o más bien la luciérnaga.

 

Imagen generada con IA

Descubrió a su nieto que estaba en la orilla del manantial casi destapado, lo cubrió con la misma manta que portaba y le dijo a su hija como si estuviera ahí mismo para escucharla:

·       Xicomoyahual, despierta, soy tu madre y guardiana del manantial, ve por tu hijo que está sólo y cuídalo, que él será señor y no merece dormir en la tierra rasa. Llámale por nombre Itzcóatl: La Serpiente afilada de obsidiana.

 

Imagen del autor

Fin del capítulo III

 

(1) Ocotecuhtli - En náhuatl "Señor del Pino". Deidad del fuego, específicamente asociado con el dios Xiuhtecuhtli entre los Tepanecas. También es conocido como Otontecuhtli por los otomíes, matlatzincas y mazahuas, y se le vinculaba con el dios Huehuetéotl. Fue el dios del fuego para los otomís, matlatzincas, mazahuas y tepanecas, era llamado Cuecuex por los tepanecas. Las ciudades tepanecas de Coyoacán, Azcapotzalco y Tlacopan celebraban una fiesta llamada Xocotl huetzi en honor a Otontecuhtli.

(2) Tenoch - Caudillo mexica, considerado el último Cuauhtlahtoani, puesto que precedió al Tlatoani durante la época de migración de los mexicas. Su nombre significa "tuna de piedra" en náhuatl.

(3) Tlalocan Tamoanchan - Lugares míticos del pensamiento mesoamericano. Tlalocan, asociado al dios Tláloc, es un paraíso terrenal relacionado con la lluvia, la fertilidad y la muerte por causas acuáticas. Tamoanchan, es el lugar de origen, asociado con la creación, el maíz y la vida. Ambos son conceptos complejos y ricos en simbolismo, y a menudo se les han relacionado entre sí.

(4) Lugar sin puertas ni ventanas – Otra forma de decirle al Mictlán, aunque descrito como un lugar sin puertas ni ventanas, era un concepto complejo y simbólico en la cosmovisión mesoamericana, representando el viaje espiritual de las almas después de la muerte.

Entradas más populares de este blog

MUJERES CRONISTAS DE AZCAPOTZALCO, CDMX (primera parte)

VIERNES DE DOLORES

TRES TEMPORADAS DE FANTASMAS EN LA UNIDAD TLATILCO, AZCAPOTZALCO, CDMX