“EL IMPERIO DE LA HORMIGA”, LIBRO UNO, ETAPA PREHISPÁNICA (INTRODUCCIÓN GENERAL Y AL LIBRO UNO)

“EL IMPERIO DE LA HORMIGA”, LIBRO UNO, ETAPA PREHISPÁNICA

(INTRODUCCIÓN GENERAL Y AL LIBRO UNO)

Por Amalia Elorduy Elorduy

AZCAPOTZALCOGRAFÍA.

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

“El imperio de la hormiga, Relatos históricos de la comarca de Azcapotzalco, Libro primero, Los palacios de piedra, Etapa prehispánica” México 2025, de la Maestra Amalia Elorduy, nativa de Azcapotzalco, Cdmx, es una amplia obra histórica que gracias a la autorización de su autora, se publica desde ahora en la revista digital “Escribosfera”. La obra se compone de varios capítulos, y cada entrega será un capítulo. En esta ocasión comenzamos con la Introducción general a la obra, y con la introducción al Libro primero.

 

Introducción General

Tras una ausencia de quince años en que fui a residir en el Centro Histórico de la Ciudad de México, regresé a mi pueblo natal: barrio de San Lucas Atenco en Azcapotzalco.

A mi retorno, en el año de 1980, me encontré con un Azcapotzalco algo diferente de como yo lo había conocido.

El hermoso Camino Real a Tlalnepantla que pasaba por frente a la entrada al casco de la Hacienda de El Rosario se había convertido en una ancha avenida de asfalto y de su añoso arbolado sólo quedaba una angosta hilera sobre una larga banqueta.

Los extensos alfalfares de esta Hacienda, que refrescaban y adornaban de verde perenne los campos de Azcapotzalco, habían desaparecido dando lugar a multifamiliares edificaciones.

La que fuera casa familiar de nuestro Niño Héroe Fernando Montes de Oca, desaparecida también.

¿Dónde había quedado la antigua vereda de tierra por la que, partiendo del Jardín Hidalgo a San Juan, solían llevarnos nuestros padres de paseo a Los Ahuehuetes? Nunca pude encontrarla.

Y ¿los Ahuehuetes? Se habían secado, presos del cemento.

Azcapotzalco había sido partido en dos por una ancha vía rápida desde Tacuba hasta Puente de Vigas: Parque Vía Aquiles Serdán.

Muchas riquezas arqueológicas, históricas y artísticas fueron demolidas para satisfacer las necesidades de la modernidad.

Sin embargo, aún se conservó la mayor parte de ellas.

En 1986 El Gobierno de la República, decretó una Zona de Monumentos Históricos en Azcapotzalco, así como un listado de sus correspondientes bienes inmuebles. Con este motivo, un grupo de vecinos asentados en esta Zona nos constituimos ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia como sus auxiliares para la preservación del acervo patrimonial de Azcapotzalco.

Fue así que, al transcurso de nuestro trabajo, nos percatamos de que la gran mayoría de gente desconocía la existencia y el valor de este acervo, el cual, además, se extendía por toda nuestra comarca más allá de la Zona decretada.

Este patrimonio material era producto del trabajo de generaciones anteriores y, a través del tiempo, había generado en la población un modo de vida tradicional y provinciano.

Aún hoy podemos disfrutar en Azcapotzalco de paz y tranquilidad, aislados del barullo citadino, en los patios de nuestras antiguas casonas     o nuestras pequeñas casas de un solo piso, llenos de flores, enredaderas, árboles y pájaros.

¿Cómo contribuir a preservar estas riquezas?

Este patrimonio material había generado en el transcurso del tiempo otro patrimonio, intangible e igualmente valioso, apacibles y cordiales costumbres cotidianas dentro de esta gran urbe de la  Ciudad de México, que aún hoy en nuestros días disfrutamos en Azcapotzalco.

¿Qué utilidad social tendría la publicación y difusión de esta Historia?

Buena parte de esta riqueza le era ajena al interés de la mayoría. Niños y jóvenes estudiantes no tenían idea de su existencia.

El presente trabajo tiene como objeto contribuir a conservar este patrimonio material proveniente y forjador, a su vez, de tradiciones y costumbres que marcan nuestra identidad. Está dedicado a las generaciones presentes y futuras para generar en ellas el conocimiento y aprecio de sus valores patrimoniales. Intentamos redactarlo en una forma sencilla y accesible para los lectores de todas las edades y todos los niveles culturales.

Una importancia de Azcapotzalco en la historia de México es que constituye la base del Imperio mexica (azteca). Los primeros dirigentes mexicas fueron vasallos y discípulos de los señores tepanecas de Azcapotzalco. Tenochtitlan heredó el poderío hegemónico tepaneca en la Cuenca Central de México que abarcaba hasta las inmediaciones de los hoy estados de Puebla, Morelos, Guerrero, Hidalgo y Estado de México. Las estrategias políticas tepanecas sirvieron de modelo a los tenochcas.

No hemos encontrado hasta ahora una publicación formal sobre la Historia General de Azcapotzalco, salvo Azcapotzalco en el Tiempo, compendio editado por las autoridades locales resguardado en la biblioteca delegacional, y Los Dominicos en Azcapotzalco, tesis de licenciatura en Historia del Arte de don Jorge Alberto Manrique Castañeda que versa sobre el convento dominico en Azcapotzalco del que encontramos solamente dos ejemplares, uno en la UNAM y otro en la Biblioteca Nacional de México.

No obstante, aunque no constituyen la historia completa, existen múltiples fuentes de información.

Diversos folletos y artículos de temas parciales diseminados en diferentes publicaciones editoriales.

Ciertos documentos originales, y vestigios arqueológicos, conservados celosamente en alguna biblioteca o casa particular.

Las crónicas del siglo XVI y posteriores, así como historiadores como Charles Gibson, María Castañeda de la Paz, Carlos Santamarina Novillo, Barlow, Carrasco o Boturini, por mencionar sólo algunos entre varios, sobre diversos temas aislados.

De gran mérito la paleografía y traducción de Anales de pueblos prehispánicos, por Rafael Tena, CONACULTA. Se menciona parcialmente a Azcapotzalco por su relación con dichos pueblos.

De la etapa prehispánica tenemos los estudios arqueológicos de don Manuel Gamio, Luis Córdoba Barradas, María Teresa Castillo Mangas, Román Aurelio Chávez T., Raúl García Chávez y varias aportaciones parciales de diversos antropólogos y arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.

Asimismo, los cronistas novohispanos de los siglos XVI y XVII aportan numerosos e importantes datos sobre la historia tepaneca, aunque en relación con la de otros pueblos y, además, al basarse en la información recibida de los descendientes indígenas de las épocas anteriores, en muchos casos no coinciden en los fechamientos y algunas particularidades. Al mismo tiempo, hay que observar en los diferentes autores, cierta tendencia a favor del pueblo de sus ancestros, como es el caso de Alvarado Tezozómoc y Alva Ixtlilxóchitl. También es de considerarse que sus informantes pertenecen a generaciones muy posteriores a los hechos relatados y no fueron testigos de dichos hechos, sino que repiten la historia oficial de Itzcóatl.

Los códices relativos a esta misma etapa, de los cuales consideramos al Códice Xólotl como uno de los más claros en su información y coherentes con los acontecimientos de la región.

Del virreinato de la Nueva España, múltiple información diseminada en documentos en el Archivo General de la Nación y en el Archivo Histórico de Notarías, El Archivo Histórico de la Ciudad de México, El Archivo de la Arquidiócesis de la Ciudad de México y las crónicas de los siglos XVI y XVII.

Sobre los acontecimientos del siglo XIX y la etapa independiente: “México a través de los Siglos” de don Vicente Riva Palacio; La Secretaría de la Defensa Nacional, sobre la intervención de Azcapotzalco en nuestra guerra de independencia y contra la invasión norteamericana de 1847. La Hemeroteca Nacional sobre la creación de las primeras colonias residenciales. De Las actas del Ayuntamiento de la Ciudad de México y diversas investigaciones y publicaciones de la UAM Azcapotzalco.

De sumo interés las publicaciones de Emma Pérez Rocha, UNAM y las de José Antonio González Gómez, INAH ENAH, sobre el desarrollo socio-económico de Azcapotzalco durante los siglos XVI-XIX.

Las actas del Ayuntamiento de la Ciudad de México sobre el gobierno en Azcapotzalco; también el archivo de la Arquidiócesis citada, así como crónicas particulares de vecinos de Azcapotzalco sobre tradiciones de sus barrios y el arribo de familias inmigrantes.

La estructura de la narración se divide en dos conjuntos principales que comprenden diferentes etapas históricas por periodos cronológicos; cada una de las cuales es, además, escenario de sus propias transformaciones sociales, económicas y políticas que la distinguen de las demás.

El primero de los dos conjuntos comprende tres libros:

 

LIBRO Primero. Época prehispánica. Del Pleistoceno a 1521.

LIBRO Segundo. Época virreinal. De 1521 a 1820.

LIBRO Tercero. Época independiente. De 1821 a 1910.

 

El segundo conjunto, constituido por el Libro Cuarto:

Libro Cuarto. Época  Contemporánea, en dos etapas:

Primera Etapa de  1911 a 1970

Segunda Etapa de 1971 a 2026

 

En nuestra metodología partimos de lo general a lo particular, así como del tiempo largo al tiempo corto. En el proceso de investigación se realizó una búsqueda de fuentes acorde al tema seleccionado o de interés. Una vez leídas las fuentes, se procedió a seleccionar los textos que se consideraron más importantes, algunos de los cuales diferían entre una fuente y otra; por lo cual se ha presentado la transcripción de los párrafos correspondientes y en cuestión, a fin de que el lector pueda contar con estos diferentes puntos de vista y formar su propio criterio.

He aquí nuestra historia.

 

 

Introducción al Libro Primero

La etapa del México Antiguo comienza con la llegada progresiva de grupos de seres humanos nómadas provenientes de la zona Polar Ártica de América.

Con el paso de un largo tiempo, se formaron grupos de cazadores recolectores que paulatinamente se fueron desplazando en diversas regiones adoptando el sedentarismo y desarrollando tradiciones culturales.

Durante la larga duración de esta etapa, que termina hasta la llegada de los europeos en el siglo XVI, los habitantes del México Antiguo no tuvieron contacto con otras partes del mundo fuera de América.

Con la domesticación del maíz, hace 7,000 años, se inicia el sedentarismo y se desarrollan a través del tiempo diversas culturas que en tres superáreas que Paul Kirkhof define como:

Aridoamérica, Mesoamérica  y Oasisamérica.

El sedentarismo origina la modificación de las costumbres, la economía y la política.

Cada una de las superáreas, comparte ciertas características culturales particulares en costumbres, cultivos agrícolas, organización social, económica y política.

Los sucesos históricos de la época Prehispánica pertenecen a la etapa del México Antiguo.

El Altiplano Central de México, en el cual se localiza Azcapotzalco, pertenece a la superárea de Mesoamérica.

No contamos con muchas fuentes primarias para la historia tepaneca en la época Prehispánica. Solamente las arqueológicas y las pictográficas.  Las primeras están constituidas por una diversidad de vestigios paleológicos y arqueológicos encontrados en múltiples exploraciones efectuadas muy posteriormente, y las segundas, en algunos de los Códices, como la Tira de la Peregrinación, entre otros.

La mayor parte de la información se halla en fuentes secundarias tales como otros Códices posteriores y la historiografía de los siglos XVI y XVII en adelante, incluyendo algunos historiadores y antropólogos contemporáneos del XX y XXI.

Se inicia este libro con un panorama general de la Cuenca de México en el citado Altiplano, de los recursos naturales como el clima, la vegetación, la fauna, que fueron tan atractivos para su poblamiento y el desarrollo en importantes civilizaciones, de las cuales ofrecemos una breve reseña al lector a fin de que pueda comprender       mejor o tener una visión más amplia de los acontecimientos narrados.

Uno de los responsables de que no existan fuentes escritas de los tepanecas es Itzcohuatl (Itzcóatl), tlatoani Mexica que en 1428 arrasa su capital Azcapotzalco y ordena quemar las historias tepanecas.

De tal modo, tenemos que acudir a las fuentes Texcocanas, Mexicas y Cuauhtitlanecas, que usualmente son antitepanecas y antiotomianas; pero que, aunque tomando esto en cuenta nos ofrecen información valiosa.

Los historiadores en su mayoría, coinciden en que en Azcapotzalco vivían gentes de orígenes muy distintos:

Además de los otomíes, matlatzincas, mazahuas y mexicas, los tepanecas, igualmente, tenían relaciones comerciales o de parentesco con otros pueblos de la Cuenca como los acolhuaque, los huejotzincas y los chalcas.

Con la llegada de los tepanecas se sentaron las bases de la organización de un gran imperio, frecuentemente olvidadas por la historiografía moderna.

Bases que se sustentaron, a su vez, en los recursos naturales de la región, utilización, poblamiento y un sistema de dominio cuyo ejercicio inicial se convirtió en pilar de su futura expansión.

 

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