UN ASUNTO MONUMENTAL, LAS TORRES DE SATÉLITE
UN ASUNTO MONUMENTAL
Las Torres de Satélite
Por Adrián González Cabrera
AZCAPOTZALCOGRAFÍA.
El jueves 07 de agosto de este 2025 por la tarde, me
encontraba en la biblioteca Fray Bartolomé de las Casas, ubicada en el Centro
de Azcapotzalco, ante un grupo de compañeros leyendo en voz alta el texto “Los
Vitrales de la Catedral de Azcapotzalco” —que refiere dicha obra del artista
alemán Mathias Goeritz llegado a México en 1949— y, al momento de mencionar que
dicho artista era autor, también, de las Torres de Satélite, ubicadas en
Naucalpan, Estado de México, un compañero me interrumpió para preguntar:
—¿Qué las Torres de Satélite no son obra de Luis Barragán?
Interrumpiendo mi lectura le pregunté al compañero si no
tenía inconveniente en que yo, por cuestiones de tiempo, contestara su pregunta
al término de la sesión, por separado, prometiendo hacerlo extensivo, a los
demás: asintió.
Terminó la sesión y busqué al compañero para contestar a su
pregunta. Nos sentamos en una mesa e iniciamos el diálogo.
—Jorge, quiero decirte que la aseveración de qué Mathias
Goeritz (1915-1990) es autor de las Torres de Satélite tiene su origen en lo
siguiente:
El primer lunes hábil de 1970 escuché por primera vez los
nombres de Mathias Goeritz y de Juan O’Gorman de boca de un arquitecto. Este me
platicó, entre otras cosas, que las Torres de Satélite eran obra de Mathias
Goeritz y me sugirió visitarlas. Al domingo siguiente llevé a cabo la visita a
las Torres de Satélite. Ostentaban una placa que decía “Conjunto Torres de
Satélite…Autor: Mathias Goeritz…en colaboración con Luis Barragán…”
En el año 2000 un amigo que visitó las torres, me platicó
que hoy en día ostentan una placa que dice “…Autor: Luis Barragán…”
Hace diez años vi un programa televisivo en el cuál
entrevistaban al famoso escultor y pintor mexicano Manuel Felguerez
(1928-2020), conocido por ser uno de los principales exponentes del arte
abstracto en México y figura clave de la generación de la ruptura. A pregunta
concreta del entrevistador el escultor dijo: “El autor de las Torres de Satélite
es el Arquitecto, pintor y escultor alemán. Mathias Goeritz.”
En seguida busque literatura al respecto, encontrando un
libro que se llama “El Eco de Mathias Goeritz” de María Leonor Cuahonte
Rodríguez (compiladora), doctora en historia del arte por la Sorbona en París,
editado en 2007 por el Instituto de investigaciones Estéticas de la Universidad
Nacional Autónoma de México.
En el PREFACIO de dicho libro, escrito por Ida Rodríguez
Prampolini, que fue amiga de Mathias desde 1948 y vivió con él catorce años,
relata que lo conoció dentro de las Cuevas de Altamira, en Santillana del Mar,
España. Refiere que Mathias era despreocupado por sus éxitos. Sufrió
traiciones, plagios, destrucción de sus obras, incomprensión de sus ideas,
injusticias que le ocasionó ser extranjero en el contexto absolutamente
nacionalista del México que encontró a su
llegada al país. Goeritz fue producto de su formación en el
expresionismo alemán, purificado en la visión primigenia de los bisontes de
Altamira, acabó por insertarse en una línea de creación que parte de las bases
que sustentaron los maestros de la Bauhaus. La Bauhaus aniquiló el muro que
separa al artesano del artista. Goeritz había sido, entre otros, el diseñador
único de la Torres de Satélite, así como los vitrales de la Catedral de México
y la capilla de las Capuchinas Sacramentarias del Purísimo Corazón de María,
esa sí en conjunto con el Arq. Luis Barragán. Mathias en sus últimos años
estaba convencido de que la carencia de moral en la sociedad actual se debe a la
pérdida del sentido religioso de la vida y que la falta de fe en Dios conduce a
la ausencia de valores trascendentes. En cada lugar en que trabajó Mathias
Goeritz propició cambios en el desarrollo de la plástica.
En los AGRADECIMIENTOS del libro, la autora Leonor Cuahonte
(compiladora) relata que el libro es una antología (colección escogida de
fragmentos literarios) para cuya elaboración se presentaron muchos problemas
por la dispersión de los escritos y la rareza de tantas publicaciones en las
que colaboró Goeritz.
En el texto del LIBRO, Mathias Goeritz refiere (a través de
sus documentos):
“La primera escultura-torre que construí en 1952-1953 era
una pared casi triangular de aproximadamente 11 m de altura; estaba colocada en
el patio del Museo Experimental El Eco de la Ciudad de México…”
“…El elemento más alto de la composición de las torres se
redujo, primero de 180 a 70 m, y después nuevamente (¡un 20%!) hasta 57 m. Esto
limitó la altura de la torre más pequeña hasta 37 m. Mi idea de instalar
flautas y silbatos en las esquinas superiores de las torres, que se activaran
con el viento, fue eliminada...”
“…Afortunadamente, en 1967 las torres se volvieron a pintar
en cinco tonos de naranja-rojo, como se propuso en el proyecto original...”
“…Durante diez años, el amigo (se refiere a Luis Barragán)
que me había llamado para concebir una fuente escultórica destinada a la
entrada de la nueva Ciudad Satélite —obviamente porque a él no se le había
ocurrido algo sobresaliente (lo que no me pareció grave ya que a mí también me
sucede con frecuencia)— opinó que lo justo era que mi nombre (el de Mathias
Goeritz) figurara en primer lugar en la lista de créditos. Fue en 1968 cuando
de repente ese mismo señor escribió un memorándum haciendo constar que la
“paternidad” nos correspondía a los dos por igual. Con mucho gusto le hice
saber que nunca había pensado yo otra cosa. Desde luego creí que con esto se
evitaría un pleito de compadres…”
“…Ahora, en 1975, es decir otros siete años más tarde, el
señor publica un segundo memorándum en “Plural” diciendo textualmente que las
torres son una obra suya cuya concepción artística corresponde básicamente a
él…”
“…La principal intervención, muy personal, por cierto, del
arquitecto y paisajista Luis Barragán en el diseño del proyecto de las Torres
de Ciudad Satélite, consistió en unos escalones y un espejo de agua, al pie de
las esculturas monumentales, elementos que se veían en las maquetas, pero que,
afortunadamente, nunca se realizaron...”
“…Y si le molestó que en una revista francesa se dijo que
‘el eligió los colores’, con gusto aclararé que tampoco él eligió los colores…”
“…Fue hasta el momento en que empezaron a tener divulgación
y éxito internacional cuando se despertó su codicia por adueñarse del mérito
artístico de este conjunto escultórico monumental...”
“…El texto dice que la escultura perteneció a una serie que
yo había llamado ‘Arquitectura Emocional’ (concepto mío del que Barragán ha
echado mano muchas veces posteriormente)...”
“…Hay quienes opinan que Barragán, con el transcurso de los
años, empezó a creer en sus propias ilusiones, como por ejemplo que las Torres
fueron inventadas y diseñadas por él, y que yo era simplemente un diabólico
personaje que ha tratado de despojarlo de su riqueza espiritual…”
El EDITOR, dice en la cubierta posterior, entre otras cosas:
“En el cincuenta aniversario de la construcción de su obra
más emblemática, las Torres de Satélite…”
—Como verás mi querido Jorge, considerando que lo anterior
fue compilado de textos escritos por Mathias o publicaciones en español e
inglés, solo te puedo decir que lo único que me consta son dos cosas: la placa
que yo vi en 1970: “Conjunto Torres de Satélite…Autor: Mathias Goeritz…en
colaboración con Luis Barragán…”; y lo dicho por Manuel Felguerez hace diez
años en una entrevista televisiva: “El autor de las Torres de Satélite es
Mathias Goeritz.”
De acuerdo a lo anterior, este asunto refleja la eterna lucha
por los créditos de un diseño entre el consultor o contratista (en este caso
Luis Barragán) y el verdadero autor del diseño: Mathias Goeritz.
En mi opinión, Jorge, en materia de arquitectura, es muy
común que el consultor o contratista quiera para sí los reflectores, y que el
verdadero creador del diseño quede en el anonimato.
—No cabe duda, esto es un asunto Monumental, dijo Jorge.
Finalmente, y después de un breve intercambio de ideas entre
Jorge y yo, ambos nos despedimos de los demás compañeros y nos retiramos de la
biblioteca Fray Bartolomé de las Casas rumbo a nuestros respectivos hogares.