PROLOGO DE LA OBRA “XANCOPINCA, EL MANANTIAL ESCONDIDO”
PROLOGO DE LA OBRA “XANCOPINCA, EL MANANTIAL ESCONDIDO”
Por Martín Borboa
Gómez
La obra de David
Briones Villaseñor, “Xancopinca, el manantial escondido” tuvo su etapa de
creación, luego por algunos años estuvo guardada, y ahora sale a la luz en dos
formas.
Primero, recientemente
en siete capítulos de entrega semanal en la publicación electrónica
“Escribosfera”, y ahora en formato impreso. El tiempo dirá que nuevas maneras
logra su autor para difundir tan interesante relato.
La investigación
de David Briones sobre la historia de Azcapotzalco, sus personajes como
Tezozómoc y Maxtla, son de valiosa profundidad, y es muy agradable una lectura
en donde se les da voz, participan con diálogos, escenarios, circunstancias
descritas en ambientes que envuelven al lector.
Pero considero
que las investigaciones que hace sobre Huacalco, Xancopinca y su personaje como
Itzcóatl, son además muy significativas e importantes.
De Huacalco se
habla muy poco incluso dentro de Azcapotzalco, a pesar de ser un pueblo
originario, y para la gran importancia que se le está dando a este tipo de
asentamientos originarios en el siglo XXI, Huacalco se iba quedando rezagado,
por lo que el trabajo de David Briones impulsa y actualiza su importancia, y
pone a Huacalco merecidamente en el mapa histórico y literario.
Acerca del
manantial o alberca de Xancopinca, muy poco se ha estudiado, aunque lo
difundido por el arqueólogo Gilberto Pérez Rico, es una enorme luz que ilumina
y abarca muchos detalles de esa zona, pero fuera de ese profundo e importante
material, poco más hay, por lo que David Briones aporta en cantidad y calidad,
y evita que Xancopinca se arrumbe en el olvido, que apenas pocos autores más
gustan de nombrarlo para efectos de terror, sin ahondar en su significado real:
al ser un abastecimiento natural de agua dulce, llegó a construirse un
acueducto de Xancopinca a Tlaltelolco para conducir el preciado líquido, lo
cual habla de una infraestructura estratégica para la vida cotidiana de toda
una población, ni más ni menos que la que tenía el mercado más famoso, grande y
representado del Valle de México en la etapa prehispánica.
Sobre el
personaje nacido en Huacalco, Itzcóatl, su madre, y su condición de no ser
noble, sino una humilde vendedora de productos sencillos elaborados a mano:
huacales, es inusual que se le nombre, y aunque hay en Azcapotzalco una gran
estatua para él, precisamente en Huacalco, casi el mismo silencio que hay sobre
Huacalco como pueblo originario, lo hay sobre Itzcóatl, su origen y sus logros.
De esa forma,
David Briones investiga acerca de tres temas un tanto escondidos (como
merecidamente indica del manantial en el titulo de su obra), pero tremendamente
importantes para la historia de Azcapotzalco, por lo que con su obra de
divulgación histórica novelada, inserta a Huacalco, Xancopinca e Itzcóatl en la
magnitud correcta, con el peso histórico representado en la historia
disponible, en el papel que efectivamente desempeñaron, e ilustra al lector
sobre lo que es su historia, y aporta esa novedad para quienes no lo conocían,
que lamentablemente es común.
Precisamente en
ello también radica mucho de la importancia de la obra de David Briones. Ahonda
en la historia de Azcapotzalco, con un lenguaje ameno, una trama muy bien
relatada, y aporta diálogos, escenarios y descripciones, que adentran al lector
en un recorrido que hace muy comprensible esa historia local, destacando la
importancia que tienen Huacalco y Xancopinca, y con ello, su gente, su
ubicación, su trascendencia, su papel geográfico estratégico.
Insertado en
medio de Azcapotzalco, Tlaltelolco y Tenochtitlan, diga el lector si Huacalco
es un punto importante o no, siendo cuna del tlatoani Itzcóatl que logró
liberar a su pueblo para siempre del pago de tributo a los tepanecas, diga el
lector si es destacable o no, siendo Xancopinca el punto de abastecimiento de
agua dulce para Tlaltelolco, opine el lector si es fundamental o no.
Por las
investigaciones históricas realizadas por David Briones, su exitoso esfuerzo
por añadir diálogos y novelar lo acontecido, su elección de adentrarse en una
zona geográfica de Azcapotzalco muy poco estudiada, y darle la luz que merece
en la historia del gran hormiguero, logra que el lector tenga mucho mas
conocimiento y comprensión de los hechos, aprenda más acerca de Azcapotzalco, y
de todo lo que derivó para una nación que ahora se llama México, pues no hay
manera de entender lo mexica si no se entiende primero lo tepaneca, y la
transición de uno a otro se explica grandiosamente en esta agradable lectura.
Por si no fuera
eso ya suficiente, David Briones habitó en el sitio del que escribe, en
Huacalco, hoy conocida parte de esa isla como Unidad habitacional Cuitláhuac, y
sabe de primera mano lo mucho o lo poco que se considera, se habla o se estima
a Huacalco, a su manantial de Xancopinca, y a su personaje nativo más notable:
Itzcóatl.
La modernidad
alcanzó a la isla de Huacalco, el lago que la rodeaba fue secado, quedó rodeada
de tierra firme, poco a poco su manantial se eliminó, y a finales de la década
de los sesenta, el conjunto de la gran avenida, la gran unidad habitacional, el
gran comercio, arrojaron el nombre antiguo y su importancia al cajón de la
historia, en un sector que poco se mira.
Por eso la obra
de David Briones hace mucho más que difundir historia, o novelarla: también
recata, ilumina, actualiza, renueva, documenta, explica y aporta eslabones poco
mencionados para entender la cadena de acontecimientos que hicieron pasar el
poder de Azcapotzalco al de Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba.
De ahí que la
importancia del tema sea nacional, aunque me he centrado en destacar lo local
sobre Azcapotzalco, de lo cual me justifico por ser igualmente nativo del
hormiguero, habitante por muchos años de Huacalco, admirador de Itzcóatl y
autor de un libro acerca de él, y por haber aprendido todo acerca de esto,
gracias a otro investigador de nombre David, Don David Delgado Jiménez. Admito
que quien me orientó, enseñó y apasionó por estos temas fue él, quien hizo el
prologo de mi libro sobre este tema, y quien siempre está en mi corazón, me
mente y mi agradecimiento.
Gracias a Don
David, hoy puedo disfrutar estos importantes temas, tan detalladamente
descritos y profundamente investigados por David Briones.
Quizá quienes
creen en casualidades vean innecesario subrayar los nombres de estos dos buenos
hombres. Yo siento el abrazo y la sonrisa de Don David Delgado, en la
oportunidad que me da David Briones de hacer el prologo de su obra.
Y por ello
concluyo retomando las palabras de mi maestro y amigo, para decir que David
Briones logra un objetivo al tener en sus manos una gran e importante obra
escrita por él, y la confianza de que: En el cielo tepaneca siempre brillarán
los luceros de Quetzalcóatl.
Martín Borboa
Gómez
Azcapotalcógrafo