FE Y CONFIANZA EN TU PASTOR

FE Y CONFIANZA EN TU PASTOR

Por Martín Borboa Gómez

 

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¿Qué hace una oveja?

Sigue con total confianza a su Pastor.

¿Cómo lo sigue?

Escucha la voz de su Pastor, y sabe si debe avanzar, permanecer pastando, si puede descansar, beber agua, esparcirse un poco, o reunirse en torno a Él. Reconoce su voz, el timbre de su voz, es decir que aunque otro emita las palabras, la oveja además reconoce el timbre y sabe si es Él o no. La oveja conoce a su Pastor. Y el Pastor conoce a sus ovejas.

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¿Para qué lo sigue?

Para tenerlo como guía, Él sabe lo que conviene a la oveja, el puede ver lo que viene en el camino, y proporcionar lo idóneo para ese caso venidero. Es Providencia, puede ver hacía ese futuro, y proveer la luz necesaria para avanzar, con los menores contratiempos posibles, y en caso de haberlos, acompaña, orienta y ayuda a resolverlos.

Para agradecerle cada día su protección, su aviso, su profundo amor, y para alcanzar la Gloria prometida.

Para soportar mejor las inclemencias, para valorar mejor las bendiciones, para ser uno con Él.

Para tener consuelo en caso de haber tenido un problema, un rasguño, un daño, un susto, haber enfrentado alguna amenaza seria, etc.

Para reconocerlo en lo que nos rodea, en quienes nos rodean, y a través de todo ello, nos expresa su profundo amor, como Padre, y el de su Hijo como nuestro Hermano.

Para disfrutar un día más de la creación, la vida y su compañía.

 

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Es sencillo agradecer cuando todo sale de maravilla, hasta llegamos a creer que así es lo normal y que no hay que agradecer, pues lo cotidiano es lo estable y luminoso.

Pero cuando hay dificultades, carencias, o las complicaciones son tantas, tan frecuentes, tan fuertes, que pensamos que el mal nos tiene en la mira, entonces, a veces, por falta de comunicación con el Pastor, por falta de un canal habitual y espiritual en el día a día, no sabemos ni como pedir, ni como orar, ni cómo explicar, y atravesamos ese oscuro lapso en una sensación de desamparo, nerviosos, tristes, angustiados, sin apetito, de mal humor, bajan las defensas, y entre esas y más desventajas, somos más vulnerables, callamos nuestras dificultades para no lucir débiles o desubicados, y nos aislamos.

De esa forma, más vulnerables somos.

Y atravesamos esa oscuridad sin rumbo, y tardamos más en salir de ella.

 

Por eso, conviene dar un respiro al corazón, la mente, e inyectar mucha confianza en el espíritu, en el porvenir, en la compañía que verdaderamente tenemos, pues nunca estamos solos, Él siempre está ahí.

 

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Así que hablémosle desde la franqueza y la honestidad, reconozcamos la capacidad que tenemos, y la inmensa facultad que Él tiene para cubrirnos, protegernos, acompañarnos, y con oración, fe y profunda confianza, creer que Él sabe lo que viene delante, y ha cumplido todas las promesas que ha hecho a la humanidad.

Quien ha cumplido, merece total confianza.

Pues con total confianza en el Pastor, seguirlo como oveja fiel, que escucha, que expresa sus necesidades, sus temores, que se deja guiar por la visión y acción del Buen Pastor, al grado de aceptar que a veces hay que atravesar caminos pedregosos para llegar al salvo pastizal que tiene para nosotros.

O se atraviesa ese rudo camino para llegar más rápido al espacio necesario para nuestra paz.

Cada oveja tiene su espíritu orientado a su Pastor, y cabe recordar, que incluso la que se pierde, se desvía, será más acariciada cuando sea encontrada, cuando vuelva a la senda, esa oveja descarriada, parece tener un premio por sobre la que permaneció en el rebaño.

Es la manera de curarle el miedo que le dejó ese extravío, es la manera de transmitirle que ya todo está bien, que da un enorme gusto su regreso, y que también hubo angustia por su alejamiento.

Es volver a establecer la tranquilidad en su alma, la paz del gran abrazo de “ya pasó, ya todo está bien ahora”, y claro que ese abrazo requiere la atención del Pastor, que en ese momento tiene todo su enfoque en el lastimado, el que se alejó, el que se extravió.

La oveja, cerca, alejada o extraviada, conviene que sepa que el Pastor siempre está ahí.

Confiar el que el Pastor le busca, le espera, le protegerá y le sanará.

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¿Qué puede hacer la oveja que siente temor, soledad, que se ha perdido o que está bajo amenaza?

Pedir, hablar, que así será más fácilmente detectada y escuchada por su Pastor, será hallada, sin duda Él irá en su ayuda, la abrazará, la cargará en sus hombros, la regresará y la sanará.

Corporal y espiritualmente.

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Así que la oveja, hará bien en hablar con su Pastor, dejarle saber cuando esté contenta, triste, atorada, con frío, con hambre, con necesidad, y también hablar de agradecimiento y reconocimiento cuando todo está bien.

 

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Oveja, habla, pide, agradece, canta, exprésale tu ubicación moral, emocional, espiritual, anímica, dile de qué color está tu corazón cada día, ten por seguro que el Pastor se alegrará de que le hables, le cuentes, le pidas, le agradezcas, le dejes saber de ti.

Ten por seguro que eres sumamente valiosa para Él.

Y ten por seguro que cuida de ti, de todo el rebaño.

 

SALMO 23 (en ocasiones también se identifica como Salmo 22)

Cuando estés en total temor, en total angustia, o en total equilibrio y paz:

Ten confianza en el Pastor.

 

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La oveja que pasta tranquila y a salvo, y la que se alejó se perdió o dejó de ver la figura de su Pastor y se siente perdida o abandonada, ambas por igual, conviene que en todo momento se expresen, en agradecimiento o petición, en brindar alabanza o pedir auxilio, pero que se expresen, será así más fácil al Pastor detectar que necesita la oveja, y como está el corazón, el ánimo y el alma de esa oveja.

Ten confianza.

Y muchas generaciones lo han hecho entre otras cosas, rezando este bello Salmo (agradezco a Raquel Rodríguez Sandoval haberme dado esta versión del texto):

 

El Señor es mi Pastor, nada me faltará.

 

“El Señor es mi Pastor, nada me falta;

en verdes praderas me hace reposar

y hacia fuentes tranquilas me conduce

para reparar mis fuerzas.

 

El Señor es mi Pastor, nada me faltará.

 

Por ser un Dios fiel a sus promesas,

me guía por el sendero recto;

así aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú estás conmigo.

Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

 

Tú mismo me preparas la mesa,

a despecho de mis adversarios;

me unges la cabeza con perfume

y llenas mi copa hasta los bordes.

 

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán

todos los días de mi vida;

y viviré en la casa del Señor

por años sin término”.

 

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