EL CEREBRO FUE DISEÑADO PARA ENCONTRARSE CON DIOS

EL CEREBRO FUE DISEÑADO PARA ENCONTRARSE CON DIOS

Por: Raquel Rodríguez Sandoval

 


La neurociencia me apasiona y recientemente encontré un texto que asegura que el cerebro fue diseñado  para encontrarse  con Dios, algo de lo que siempre he estado segura, así que lo comparto con ustedes deseándoles una feliz navidad y que este encuentro con Dios niño llene su corazón, alma y cerebro de la  felicidad y paz que tanto nos hace falta.

“7 señales de que tu cerebro fue diseñado para encontrarse con Dios: la reflexión de Augusto Cury y la evidencia de la neurociencia”

 


Hay ideas que tocan el alma… y esta es una de ellas. El conocido psiquiatra y escritor Augusto Cury volvió a encender la conversación entre ciencia y fe al afirmar que el cerebro humano fue diseñado por Dios para buscarlo a Él. No como un mito emocional, no como un deseo aprendido, sino como una capacidad inscrita en lo más profundo de nuestra biología.

En una de sus charlas titulada “El Código Secreto de Dios Está en Tu Cerebro”, Cury explica que, después de décadas investigando la mente, ha encontrado patrones neurológicos que respaldan lo que la Biblia ya anunciaba: “Nos hiciste, Señor, para ti” (Salmo 139).

 

Y la neurociencia contemporánea —desde laboratorios de Harvard hasta equipos de resonancia magnética funcional alrededor del mundo— parece estar diciendo lo mismo con otros nombres.

 

1.- El cerebro se calma cuando ora

 


Estudios de neuroimagen muestran algo fascinante:

 

Cuando una persona ora o entra en una meditación enfocada en Dios, el lóbulo parietal superior, responsable de diferenciar el “yo” del mundo, reduce su actividad.

 

Esa disminución genera una sensación profunda de conexión y unidad:

 

Muchos la describen como “sentir la presencia de Dios”.

 

Cury afirma:

 

“No estamos imaginando a Dios; fuimos diseñados para experimentarlo”.

 

2. La oración transforma físicamente el cerebro

 


En solo ocho semanas de oración contemplativa por 20 minutos diarios, se han observado cambios visibles:

 

Disminución del tamaño de la amígdala, donde se procesa el miedo;

Fortalecimiento del córtex prefrontal, que regula decisiones y autocontrol;

Aumento del hipocampo, clave para la memoria.

 

Es decir:

 

Orar cambia la arquitectura de tu cerebro.

 

Y no lo dice un predicador; lo dice la neurociencia moderna.

 

3. La “molécula de Dios”: un puente con lo espiritual

 


El cuerpo humano produce naturalmente DMT, una sustancia relacionada con experiencias espirituales profundas.

 

Cury sugiere que este mecanismo podría explicar por qué muchos personajes bíblicos —como José, Daniel o Pedro— recibieron visiones y sueños reveladores.

 

No se trata de algo místico fuera del cuerpo, sino de una función que Dios mismo habría puesto en nosotros para hablarnos de maneras que la razón no alcanza.

 

4. El ayuno repara la mente… y el alma

 

El ayuno no solo tiene valor espiritual; activa la autofagia, un proceso celular que limpia toxinas y regeneran neuronas.

Por eso tantos creyentes describen claridad mental, sensibilidad espiritual y dirección divina en tiempos de ayuno.

Es literalmente un “reinicio” del cerebro.

 

5. La adoración activa la química de la alegría

 

Cuando adoramos con el corazón, todo el cerebro se ilumina.

Se liberan sustancias asociadas con bienestar:

Dopamina (gozo)

Serotonina (paz)

Oxitocina (conexión)

Endorfinas (alivio)

 

La adoración no solo anima el espíritu:

 

Sana la mente y el cuerpo.

 

6. La comunidad de fe protege el cerebro

 

Harvard demostró que quienes participan activamente en una comunidad cristiana pueden vivir en promedio 7 años más.

 

¿Por qué?

 

Propósito

Pertenencia

Apoyo emocional

Menos estrés

Mayor esperanza

La iglesia no solo alimenta el alma… también prolonga la vida.

 

7. La esperanza basada en Dios estabiliza el sistema nervioso

 

Cuando una persona cree que no camina sola, que Dios tiene un propósito, que no está abandonada… el cerebro se fortalece.

 

La corteza prefrontal se activa, el cuerpo reduce cortisol, y el sistema inmunológico se eleva.

 

La esperanza en Dios produce salud real.

 

El “protocolo espiritual” de Cury

 

Para él, no es solo teoría. Es un camino:

 

Oración diaria

Ayuno semanal

Adoración genuina

Comunidad de fe

Gratitud constante

Lectura bíblica

Servicio a otros

No como rituales vacíos, sino como herramientas que renuevan la mente.

 

 

Cury concluye algo profundo:

Ciencia y fe no están peleadas; están leyendo el mismo libro con diferentes lentes.

 

La neurociencia dice “neuroplasticidad”.

 

La Biblia dice: “Transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).

 

Ambas apuntan a lo mismo:

Dios nos creó con un cerebro capaz de sentir su amor, escuchar su voz y caminar con Él.

 

 

 

REDESFRANCISCANASUNIDASENCRISTO.

Todas las imágenes de este artículo son del crédito a quien corresponda

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