NACIMIENTO DE JESÚS
NACIMIENTO DE JESÚS
Por Raquel Rodríguez Sandoval
Esta es una fecha que espero cada año con gran alegría y hoy deseo compartir con ustedes el relato que escribió la Beata Ana Catalina Emmerick sobre su visión del nacimiento de Jesús.
"He visto que la luz que envolvía a la Virgen se hacía
cada vez más deslumbrante, de modo que la luz de las lámparas encendidas por
José no eran ya visibles", escribió la beata.
"María -indicó-, con su amplio vestido desceñido,
estaba arrodillada con la cara vuelta hacia Oriente. Llegada la medianoche la
vi arrebatada en éxtasis, suspendida en el aire, a cierta altura de la tierra.
Tenía las manos cruzadas sobre el pecho".
"El resplandor en torno a ella crecía por momentos.
Toda la naturaleza parecía sentir una emoción de júbilo, hasta los seres
inanimados. La roca de que estaban formados el suelo y el atrio parecía
palpitar bajo la luz intensa que los envolvía".
"Luego ya no vi más la bóveda. Una estela luminosa, que
aumentaba sin cesar en claridad, iba desde María hasta lo más alto de los
cielos. Allá arriba había un movimiento maravilloso de glorias celestiales, que
se acercaban a la Tierra, y aparecieron con claridad seis coros de ángeles
celestiales. La Virgen Santísima, levantada de la tierra en medio del éxtasis,
oraba y bajaba las miradas sobre su Dios, de quien se había convertido en
Madre. El Verbo eterno, débil Niño, estaba acostado en el suelo delante de
María".
"Vi a Nuestro Señor bajo la forma de un pequeño Niño
todo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el resplandor circundante, acostado sobre
una alfombrita ante las rodillas de María. Me parecía muy pequeñito y que iba
creciendo ante mis ojos; pero todo esto era la irradiación de una luz tan
potente y deslumbradora que no puedo explicar cómo pude mirarla. La Virgen
permaneció algún tiempo en éxtasis; luego cubrió al Niño con un paño, sin
tocarlo y sin tomarlo aún en sus brazos".
"Poco tiempo después vi al Niño que se movía y le oí
llorar. En ese momento fue cuando María pareció volver en sí misma y, tomando
al Niño, lo envolvió en el paño con que lo había cubierto y lo tuvo en sus
brazos, estrechándole contra su pecho. Se sentó, ocultándose toda ella con el
Niño bajo su amplio velo, y creo que le dio el pecho. Vi entonces que los
ángeles, en forma humana, se hincaban delante del Niño recién nacido para adorarlo".
"Cuando había transcurrido una hora desde el nacimiento
del Niño Jesús, María llamó a José, que estaba aún orando con el rostro pegado
a la tierra. Se acercó, lleno de júbilo, de humildad y de fervor. Sólo cuando
María le pidió que apretáse contra su corazón el Don Sagrado del Altísimo, se
levantó José, recibió al Niño entre sus brazos, y derramando lágrimas de pura
alegría, dio gracias a Dios por el Don recibido del Cielo".
"María fajó al Niño: tenía solo cuatro pañales. Más
tarde vi a María y a José sentados en el suelo, uno junto al otro: no hablaban,
parecían absortos en muda contemplación. Ante María, fajado como un niño común,
estaba recostado Jesús recién nacido, bello y brillante como un relámpago.
'¡Ah, decía yo, este lugar encierra la salvación del mundo entero y nadie lo
sospecha!'".
"He visto en muchos lugares, hasta en los más lejanos,
una insólita alegría, un extraordinario movimiento en esta noche. He visto los
corazones de muchos hombres de buena voluntad reanimados por un ansia, plena de
alegría, y en cambio, los corazones de los perversos llenos de temores. Hasta
en los animales he visto manifestarse alegría en sus movimientos y
brincos".
"Las flores levantaban sus corolas, las plantas y los
árboles tomaban nuevo vigor y verdor y esparcían sus fragancias y perfumes. He
visto brotar fuentes de agua de la tierra. En el momento mismo del nacimiento
de Jesús brotó una fuente abundante en la gruta de la colina del Norte".
"A legua y media más o menos de la gruta de Belén, en
el valle de los pastores, había una colina. En las faldas de la colina estaban
las chozas de tres pastores. Al nacimiento de Jesucristo vi a estos tres
pastores muy impresionados ante el aspecto de aquella noche tan maravillosa;
por eso se quedaron alrededor de sus cabañas mirando a todos lados".
"Entonces vieron maravillados la luz extraordinaria
sobre la gruta del pesebre. Mientras los tres pastores estaban mirando hacia
aquel lado del cielo, he visto descender sobre ellos una nube luminosa, dentro
de la cual noté un movimiento a medida que se acercaba. Primero vi que se
dibujaban formas vagas, luego rostros, y finalmente oí cantos muy armoniosos,
muy alegres, cada vez más claros".
"Como al principio se asustaron los pastores, apareció
un ángel entre ellos, que les dijo: 'No temáis, pues vengo a anunciaros una
gran alegría para todo el pueblo de Israel. Os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es Cristo, el Señor. Por señal os doy ésta:
encontraréis al Niño envuelto en pañales, echado en un pesebre'".
"Mientras el ángel decía estas palabras, el resplandor
se hacía cada vez más intenso a su alrededor. Vi a cinco o siete grandes
figuras de ángeles muy bellos y luminosos. Oí que alababan a Dios cantando:
'Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad'".
"Más tarde tuvieron la misma aparición los pastores que
estaban junto a la torre. Unos ángeles también aparecieron a otro grupo de
pastores cerca de una fuente, al Este de la torre, a unas tres leguas de Belén.
Los he visto consultándose unos a otros acerca de lo que llevarían al recién
nacido y preparando los regalos con toda premura. Llegaron a la gruta del
pesebre al rayar el alba".
Crédito de todas las imágenes del artículo, a quien corresponda.