SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO

SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO

Por Martín Borboa Gómez


La última vez que me fui a confesar, antes de hacer este artículo, al despedirme del Padre, me recordó que estamos llamados a ser, que somos, la sal de la tierra y la luz del mundo.

El Maestro no dijo "deben ser", ni dijo "ojalá sean", no.

Dijo "son".

El apóstol y evangelista San Mateo lo conservó y redactó. Como parte de las enseñanzas de Jesús, dice Mateo (5) lo que se agrupa como "bienaventuranzas", que Jesús "subió al monte, se sentó", y explicó ante sus apóstoles y una gran cantidad de seguidores que:

"Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres".

"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 

Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos".


Es una manera muy clara de hablar. No todo son parábolas, ejemplos ni códigos. Al contrario. Los hechos son tremandamente claros. Y las palabras de las bienaventuranzas, claras a más no poder.


Ser sal de la tierra, y con una presencia humilde, casi sin notarse, provocar un tremendo sabor que destaque las bondades propias y ajenas.

Ser luz, que alumbre, oriente, ejemplifique, y ayude a evitar tropiezos en la oscuridad.

Y que ilumine delante de los demás, no solo para ser ejemplo, sino para adoración de lo bueno y lo justo del Creador, que a través de sus fieles, mejore al mundo.


Todo esto lo tuve presente la noche del Jueves Santo (6 abril 2023) en la representación efectuada en San Juan Tlilhuaca, Azcapotzalco, Cdmx.

El sermón de las bienaventuranzas se representaron ese día a las 15:30 en la torre de agua.

En la noche, acudí a la Parroquia y a la famosa Glorieta de los Ahuehuetes, para la escenificación de pasajes relativos a la traición de Judas, Última Cena, Oración en el Huerto, aprehensión de Jesús, etc

Por ser de noche, las fotografías tienen obviamente una gran cantidad de tonos oscuros, y los faroles o focos hacen efectos, que auxilian a poder ver que ocurre.

El caminar de la Parroquia a la Glorieta y de regreso, el acomodarse para poder ver las acciones, todo en esa noche me hacía pensar en eso de la sal de la tierra y luz del mundo.

Y cuando más tarde vi las fotografías, más lo pensaba.


Un solo foco puede iluminar todo un kiosco.
Un solo fiel puede iluminar una familia.


Una sola antorcha puede generar gran dramatismo.
Un solo fiel puede conmover y ser ejemplo de bondad y generosidad.


Un par de focos pueden iluminar toda una escena en una glorieta.
Un par de fieles pueden orientar a una comunidad para su pacífica y sana convivencia.


Un gran foco puede ayudar a que quien carga tela sobre sus ojos no se tropiece.
Un fiel puede orientar hacia el amor de Dios, para que el alma no se desvíe.


Un foco puede iluminar el camino para quien camina de noche con celeridad.
Un fiel puede dar sabor y luz al camino de un nuevo hermano que se adentra en nuestra religión.
O para evitar que alguien deseé salir de ella.


Una luz basta para que una o dos personas lean para toda una concurrencia.
Un fiel basta para señalar a la comunidad, su familia, sus seres queridos, la ruta que Jesús nos compartió llena de amor para vivir en paz.


Una sencilla luz urbana bastó para que cientos vieramos a un actor representando a Jesús, orando en el huerto, ante un ahuehuete.
Un sencillo fiel basta para dar ejemplo con su cristiano comportamiento, de las enseñanzas de Cristo, del amor a Dios y del camino de la Gloria al lado del Creador.


La misma luz de todas las noches en la Glorieta fue suficiente para que a todos nos conmoviera la aprehensión de Jesús por parte de los romanos.
Un mismo fiel puede ser repetidamente el ejemplo de bondad y amor a Dios que la humanidad requiere, para merecer lo prometido en las bienaventuranzas.


Un solo foco alcanza para iluminar a todos los asistentes y lograr fotografías para el recuerdo.
Un solo fiel alcanza para dar testimonio del camino hacia Dios, de los mandamientos y prudencia con que debe actuar un católico para ayudar a mantener la paz que tanto pide a Dios.


Porque en el cielo y en la tierra, esa sal y es luz, somos nosotros.
Todo aquel fiel que lo decida, da ese sabor que ahuyenta lo insipido y da esa iluminación que anula la oscuridad.


Y porque Dios nos habla a través de amores, amistades y hasta extraños, para recordarnos lo bello de la Creación, y el camino a la vida eterna.

Y porque su Hijo vino a decirnos con palabras claras, cual es el camino.

Gracias a la gente de San Juan Tlilhuaca, a los organizadores de este evento, a los actores que lo llevan a cabo, al público asistente que lo acompaña, y principalmente, al mensaje que se manda y recuerda al pueblo en general:

Somos la sal de la tierra y la luz del mundo.

Y de muchas formas, se las arregla uno para difundir el mensaje de Dios.
Sus enseñanzas.
Y el fiel se pone en primer lugar para, aun siendo juzgado, tratar de cumplir con ese mandato y consejo.

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